Jardín Botánico de Villa Clara

El sobreviviente verde

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Raúl Rodríguez Alfonso le ha entregado 44 años al Jardín Botánico de Villa Clara. Es el más antiguo de los trabajadores de la institución y conoce las plantas por su nombre científico y popular; las identifica por las hojas "largas o corticas", por las espinas, el olor, textura y color. Si se enferman, las cuida cada minuto disponible y cumple a pie juntillas las indicaciones de los "médicos".

Foto: JOSE M. CORREADe izquierda a derecha, el doctor Alfredo Noa Monzón y Raúl Rodríguez Alfonso, dos hombres que bien conocen los secretos del Jardín.

Trabaja en la limpieza del Jardín, en la siembra, en la colecta de las plantas, en el vivero, y si alguien intenta cortar alguna especie de las que nacen espontáneamente, tiene que vérselas con él, porque el hombre quiere que crezcan en paz cada una de las bellezas que la Naturaleza regala.

Un deseo le anima: "Antes de jubilarme voy a ver al Jardín con el esplendor de sus mejores tiempos".

Reverdece el Botánico villaclareño

En 1956 nació el Jardín Botánico de Villa Clara, entidad que contó con la asesoría de eminentes científicos cubanos como los doctores Julián Acuña, Juan Tomás Roig y Alberto Alonso. A partir de los años ochenta del siglo pasado y luego del traslado de la Facultad de Ciencias Agropecuarias a un área más espaciosa pero distante, sobrevinieron dos décadas de inactividad y ese periodo de olvidos dejó huellas en cierto deterioro de las especies, la muerte de no pocas plantas y el crecimiento de otras en zonas indebidas. A ello se unió que el acceso del público quedó muy limitado.

Del año pasado a la fecha el panorama retorna a senderos optimistas en esas 10 hectáreas que atesoran a unas 700 especies, de ellas alrededor de un centenar cubanas. Su director, el doctor Alfredo Noa Monzón, habla ahora del arbolado reacondicionado, de la recuperación de colecciones e instalaciones de investigación, y la vuelta a las visitas dirigidas de escuelas del territorio, estudiantes universitarios y centros de trabajo.

En fase de restauración se halla el herbario —registrado en el Index Herbariorum—, una de las más importantes colecciones históricas de la Isla al estar representadas más de 5 000 plantas colectadas por botánicos de gran prestigio como Tomás Roig y Julián Acuña, y el alemán Johannes Bisse, quien dejó una larga obra científica y pedagógica en Cuba.

Hoy, cinco especialistas —apoyados en la colaboración de los estudiantes de la Universidad Central de Las Villas para el mantenimiento de la institución—, trabajan con la voluntad de situar al Jardín entre los centros de excelencia, y por lograr que la actividad científica combine los fines conservacionistas con la docencia de pre y posgrado y con la educación ambiental de la población.

Entre las líneas de investigación están la conservación de especies amenazadas y de interés, estudios de la biodiversidad y uso sostenible de los fitorrecursos, y la educación ambiental.

BARCELONA ESTE MES

Como parte de la Red de Jardines Botánicos de Cuba, la entidad villaclareña es rectora de la educación ambiental a nivel de país, lo cual condiciona la elaboración de programas destinados a ese objetivo.

Es por ello que este mes presentarán en el II Congreso Mundial de Jardines Botánicos, que se efectuará en Barcelona, España, los programas de educación ambiental para la preservación de estas instituciones en Cuba, que incluyen tareas generales, de cada jardín y de los grupos-meta que abarcan a los estudiantes de las diferentes enseñanzas, al adulto mayor, turistas y personas con necesidades educativas especiales, entre otros.

"En el transcurso del 2004 concluiremos el inventario de todas las especies plantadas en el Jardín, y la rehabilitación de las instalaciones, que integra también la informatización de las colecciones. Trabajamos, además, para dar una mayor apertura al público", comentaba el doctor Noa.

La colección de bambúes, las palmas africana y corcho, el baobad, cedros y caobas son parte de la maravilla que tutela el Jardín Botánico de Villa Clara, espacio verde y umbroso inseparablemente ligado a las estancias de la Universidad. Bien discurre Raúl Rodríguez cuando dice que no tiene plantas preferidas, "porque todas ellas dan savia a mi vida".

 

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