Memorias de una veterana sindicalista

RENÉ CASTAÑO

Desde pequeño me enseñaron a no preguntarle nunca la edad a una dama, pero cuando escuché que Rafaela Batista Correa, fundadora de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y compañera de batalla en aquella época de los grandes líderes sindicales del país, recién cumplía los 94 años de edad, estuve tentado a pedirle el carné de identidad a esta mujer que navega por la vida regalando sonrisas.

Foto: JORGE L. GONZÁLEZ Aquí hay Fela para rato. 

En el salón de actos del edificio que tiene como sede la CTC, quien escribe, tuvo la oportunidad de dialogar con esta hija y nieta de mambises; su abuelo peleó en la Guerra del 68 y su padre en la del 95. De estatura pequeña y lento andar, posee una vitalidad no común a sus años. "Soy una lectora empedernida, explica, pues leo a diario la prensa y en casa reúno una colección de aproximadamente mil volúmenes".

Al conversar sobre sus inicios sindicalistas rememora los primeros años de la década del veinte, cuando comenzó a trabajar en una fábrica de confituras en Guanabacoa. "Eran tiempos difíciles, alega, había que trabajar mucho por salarios muy bajos".

Aunque por momentos la memoria la quiere abandonar, ella logra imponérsele. Habló acerca de la creación de la CTC por un grupo de valiosos compañeros, encabezados por Lázaro Peña, el 28 de enero de 1939, para rescatar la fe de los trabajadores en su capacidad de combate y demostrarles que la unidad garantiza la victoria en la lucha contra el capitalismo. "No se escogió esa fecha por casualidad, enfatiza, sino porque el que se sienta cubano ha de sentirse martiano".

Gratos recuerdos atesora Rafaela (Fela para los conocidos), de los sindicalistas amigos: Jesús Menéndez, líder imborrable, y Nila Ortega, hermana, mujer de méritos excepcionales.

Posiblemente sea esta la cubana viva que haya participado en mayor cantidad de desfiles por el Día de los Trabajadores. "Las marchas de mayo en aquella época, comenta, no se podían organizar todos los años; cuando se realizaban casi siempre la policía dispersaba a los manifestantes en medio de una paliza".

Esta nonagenaria se define hoy como siempre lo ha sido: jovial y con unas ganas inmensas de vivir. Cuenta que alguien cercano le comentó que se iba a morir en la calle, porque siempre participa de cuanta actividad se entera, a lo que ripostó, segura de sí, que siempre estará donde la llamen.

Como un preciado recuerdo, Fela guarda una cinta que le regalaron en una de las marchas del Primero de Mayo. En ella se lee una frase que no se cansa de repetir a las nuevas generaciones de sindicalistas: Seré fiel a Fidel y a la Revolución.

Con aspiraciones de pertenecer al Club de los 120 años, recomienda a las personas de la tercera edad llevar una vida sana, exenta de todo tipo de vicios, practicando sistemáticamente sus ejercicios físicos en el Círculo de Abuelos.

 

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