La declaración que
no existirá
JOAQUÍN
RIVERY TUR
El
rosario de mentiras que ha traído el Gobierno de George W. Bush,
fundamentalmente a raíz de los atentados del 11 de septiembre del
2001, ha llevado a la creación de una comisión para investigar los
asuntos concernientes a si se hizo realmente todo lo posible para
evitar la catástrofe.
No es que la comisión
vaya a establecer la verdad. A lo largo de la historia de EE.UU. hay
muchas investigaciones que han cubierto la realidad con un manto de
misterios y ocultamientos, como la Comisión Warren y el asesinato
de John Kennedy, por ejemplo.
Pero en año de
elecciones presidenciales, con W. aspirando a un segundo mandato, el
escándalo es mayor, sobre todo porque el equipo de inteligencia
estadounidense insiste en que advirtió del peligro constituido por
Al Qaeda con tiempo suficiente y el Gobierno no pudo haber sido
sorprendido por ello.
Ante esto, Bush y el
vicepresidente Cheney van a declarar hoy ante la comisión. La
pareja de falseadores, comisores de fraudes contables y de favores
al sector energético, accedió por fin... pero con condiciones.
La sesión será a
puertas cerradas, en la Casa Blanca, los dos cómplices siempre
estarán juntos (así no tendrán peligro de contradecirse), ninguno
declarará bajo juramento (para permitirse más mentiras), la
entrevista no será grabada ni transcrita (por lo que jamás podrá
ser usada contra ellos dos).
En resumen, sus
testimonios para todos los efectos no existirán porque es como si
el encuentro no se habiese producido. Una trampa política más del
grupo de W., aunque, como consecuencia de sus mentiras, la guerra en
Iraq sigue segando vidas inocentes.
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