Entre la canción
clásica y el pregón
Concluida su escala
en la Ciudad Héroe, el TLC inició presentaciones en Bayamo
Antonio
Paneque
BAYAMO.—
Pocos podían imaginar antes de este paso de la canción lírica por
hospitales del país que el Ave María, de Franz Schubert,
fuera no solo ovacionada, sino también una y otra vez solicitada
por decenas de mujeres gestantes en plazas como las de esta ciudad y
Santiago de Cuba, donde, además, fue aclamado El manisero,
de Moisés Simons, y la Cecilia Valdés de Gonzalo Roig. Las
sopranos del grupo, una búlgara nacionalizada cubana, Venchy
Siromajova, y una bayamesa devenida habanera, Alina Sierra, fueron
las gestoras de estas mutaciones del arte.
Lo de Schubert fue una
revelación, pero lo de Simons era esperado: "Si no cantan un
pregón, no están en Santiago de Cuba —recordaba el camarógrafo
Norberto Almira—. Esta es la tierra de los pregones". Dentro del
lírico, este género se ha mantenido vigente por varias
generaciones y dicha canción se considera la más representativa.
Durante esta gira
nacional del Teatro Lírico Nacional en la que el ángel de la
música parece escapado de las grandes urbes y teatros, esas
canciones han sido, sin embargo, solo muestras de la acogida total
por Guantánamo, Bayamo, donde los artistas se presentaron al
comienzo de esta semana, y Santiago de Cuba, cuyo público develó
una especie de apoteosis.
Aunque en distintos
hospitales recorridos las mujeres en estado de gestación han
ocupado el protagónico y entre ellas la pieza de Schubert ganó la
copa, seguramente por su espiritualidad y ternura, fue en el Materno
Sur Mariana Grajales de la Ciudad Héroe donde este asunto hizo
catarsis de emotividades.
Fundado en 1926 con el
nombre de clínica mutualista Los Ángeles, transformada con la
Revolución en institución ginecobstétrica, desbordado ya el
teatro donde se presentó el espectáculo, los balcones interiores
de este centro asistencial se convirtieron en virtuales palcos de
salón.
Entre rumores y
secreteos de embarazada, risas y ocasionales llantos, encubiertos
coqueteos ante el galán del grupo, el tenor Carlos Alejandro
Fernández, (él las halaga con Mujer divina, del repertorio
de Vicente Fernández) y el barítono Dámaso García con sus
facturas puertorriqueñas, las gestantes rindieron culto no solo a
la cultura, sino a la realidad de su país y de su ciudad: este
hospital de 540 trabajadores que se turnan para trabajar 24 horas,
tiene cero mortalidad materna y solo 1,7 de mortalidad infantil.
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