Recreación sana

Los ajedrecistas también se divierten

ANETT RÍOS JÁUREGUI

¡Compadre, usted cree que va a ser el próximo Kasparov!, exclama el jugador de las blancas, y ríe irónico. "Tú sabes muy bien que te voy a ganar", replica el otro, mientras mueve la torre negra. Los curiosos observan atentamente el partido, como si en vez de mover caballos o alfiles, estuviesen maniobrando un gol.

Foto: RAFAEL TORRES ESCOBARUna buena partida en medio de un parque:
 el espectáculo atrae a los curiosos.

Alrededor, La Habana se viene abajo: los carros pitan, los niños salen de la escuela, el florero pregona, los ciclistas manejan en dirección contraria, una señora grita para que le tiren la llave desde un balcón... Los dos contrincantes, sin embargo, piensan. No son grandes maestros, a veces discuten por cualquier bobería, pero en fin, juegan ajedrez.

Cuando la gente ve a un grupo reunido se acerca rápido para "enterarse", como buenos cubanos, a qué se deben tantos interés y congregación. Unos se van decepcionados (¡Ah, era un jueguito de ajedrez!); otros se marchan casi estupefactos (¿Y qué hace la gente jugando ajedrez a esta hora en medio de la calle?). Después de la histórica simultánea del 2002 en la Plaza de la Revolución (Récord Guinness, con la participación de más de 11 000 aficionados cubanos), a nadie le debería sorprender que por las calles del país se tiendan similares tableros.

La anécdota de los ajedrecistas callejeros es un buen augurio social. Una victoria parcial de los esfuerzos que corresponden al INDER por la tan llevada y traída "recreación sana". Si la gente no sintiera que "se recrea", no pasaría horas en un juego de tan alta demanda intelectual.

El éxito humilde está en lograr ese difícil entendimiento de que "otra recreación" es válida. Dinamitar la ecuación (sobre todo entre los más jóvenes) de música, ron, más rueda de casino: como diversión, la fiesta es tan efectiva como la lectura, la pesca, el teatro, el ajedrez o una partida de parchís.

Eligio Williams Cabarroca, director nacional de Recreación del INDER, describe la trampa que nos lleva a pensar que todo lo que entretiene recrea. Esta distingue, es completamente electiva y tiene que promover el desarrollo personal. Nosotros no podemos administrar cómo la gente utiliza su tiempo libre, explica, pero sí debemos ser promotores, facilitadores en ese proceso. El INDER entiende la recreación física como uno de sus programas principales. La práctica de deportes y otras actividades físicas son una opción de tiempo libre, y por tanto una opción recreativa.

Declara que el INDER ha trabajado para rescatar instalaciones deportivas (crear en ellas condiciones para practicar deporte en horario nocturno y ampliar los servicios que se le ofrecen a la población), formar nuevos maestros de Educación Física y estimular la industria local de artículos deportivos en las provincias y municipios del país (juegos de damas, dominó, zancos, por ejemplo).

Pero aún si tuviésemos las tiendas llenas de balones, todos los terrenos iluminados y los profesores dispuestos, quedaría siempre el problema de crear una cultura del deporte como placer, no como castigo. Muchísimos cubanos lo ven solo como acción para sudar, remedio terapéutico, sinónimo de esfuerzos, mentales o físicos, nada relajantes. El único punto en el que concuerdan, quizás, es en apreciar el espectáculo del deporte como altamente recreativo. Un buen play off en el béisbol, por ejemplo (y lo acabamos de comprobar), recrea al público durante tres horas y hasta más con el mismo poder hipnotizador y placentero que las obras de Shakespeare lo hacían con los ingleses del siglo XVI.

No todos deben, ni pueden, ni tienen que correr tres pistas, o dar un batazo, para sentir que se están recreando sanamente. Esos esquemas no ayudan. La Dirección de Recreación Física del INDER desarrolla un extenso programa de disciplinas entre lo deportivo y lo lúdicro, tal vez falto de promoción, que incluye la pesca, la caza, el deporte canino, planes de la calle, juegos tradicionales de mesa (dominó, damas), juegos foráneos (lucha canaria, rugby, entre otros); y acciones vinculadas con la naturaleza entre ellas la carrera de orientación, el senderismo y el cicloturismo.

Siempre que haya una actividad deportiva, o simplemente física que sea sana e instructiva, estamos en la obligación de atenderla sin importar si es practicada masivamente o por un grupo reducido, aclara Williams Cabarroca.

Como logro, destaca que una buena estrategia (se refiere al ajedrez) puede incentivar la cultura del gusto, o un rescate del gusto, por disciplinas que para muchos pueden ser minoritarias, aburridas, o ajenas a su esquema de lo que es diversión.

La "recreación sana" no es un lema. Su práctica, según el perfil que defiende el INDER, puede llegar a casi todos. Tampoco es una etiqueta, porque a esos dos cubanos ajedrecistas de la esquina, puede que no les importe pertenecer al grupo de "hombres que se recrean sanamente en el barrio". Sin embargo, se divierten, y eso es lo que importa.

 

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