Al lograr en el 2003 casi el doble de
lo producido en la década del 80, la Industria Cubana del Níquel
demostró que posee reservas potenciales de organización y
eficiencia empresarial que la encaminan hacia planos superiores en
la presente y siguientes etapas.
El funcionar como un todo, al que se
vinculan los trabajadores de la minería, las fábricas y el
transporte, confirmó una vez más las ventajas de la integración
empresarial sobre las bases del sistema socialista de producción, a
diferencia de los países, donde la propiedad privada sobre esos
medios le impide muchas veces enfrentar coyunturas difíciles.
Con las más de 71 mil toneladas de
níquel logradas en el pasado año en el nordeste holguinero,
prácticamente se duplicó el volumen alcanzado en momentos en que
Cuba tenía un mercado seguro en la ex Unión Soviética, incluido
el estable abastecimiento de piezas de repuesto, insumos y
petróleo.
La Industria Cubana del Níquel sigue
sin contar con tales aseguramientos logísticos, además de
enfrentar el acoso yanki ante cada posible negociación, por lo que
requirió superiores cuotas de inteligencia empresarial y el
esfuerzo de sus más de 15 mil trabajadores para sobrevivir en tales
circunstancias y desarrollarse.
Junto al turismo y el azúcar, el níquel fue uno de los sectores que más ingresos de divisas aportó
al país el pasado año, de ahí su importancia estratégica en el
llamado período especial para tiempo de paz.
En el 2003, los trabajadores niquelíferos entregaron más de 100 millones de dólares al
presupuesto del Estado, el cual los destinó a la adquisición de
medicamentos, combustible e insumos para la producción.