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Lenin, 1924
Un olivo en la colina
Sara
Más
Enero de 1924. Habían
pasado apenas siete días desde que el mundo supo la noticia de la
muerte de Lenin. El poblado habanero de Regla sería escenario, el
domingo 27 de enero, en horas de la tarde, del primer y sencillo
homenaje oficial en la Isla al líder soviético.
Mantenido en el tiempo, cada
año se repite el tradicional
homenaje a Lenin en la colina
que lleva su nombre, en Regla.
La idea partió del
doctor Antonio Bosch, alcalde del poblado, quien convocó a los
vecinos a la Loma del Fortín y dio a conocer un decreto de duelo
que, entre otros detalles, afirmaba que "el susodicho Lenin
conquistó merecida simpatía entre los elementos proletarios e
intelectuales de este término municipal". El texto indicaba
además, que se harían "dos minutos de silencio y meditación,
durante los cuales personas y vehículos quedarán en estado de
quietud absoluta".
Cuentan que a las cinco
en punto de la tarde de aquel domingo, en medio de un aguacero, el
alcalde Bosch subió a la Loma del Fortín. Junto a él, más de mil
personas. Bajo la lluvia transcurrieron los dos minutos de silencio.
Después, el alcalde plantó un olivo en lo alto de la colina.
El de aquel día consta
como el primer homenaje al líder comunista fuera de la Unión
Soviética, en el hemisferio occidental.
Locuaz, sensible y
comunicativo son atributos que las descripciones le reservan a
Antonio Celestino Bosch Martínez, el autor de la idea. Él había
sido dependiente de bodega y estibador en los muelles de la bahía
mucho antes de convertirse en alcalde de Regla.
Relacionado desde muy
temprano con grupos de izquierda, y especialmente con los hombres
más humildes del pueblo, Bosch inició su vida política en el
Partido Liberal, por los años veinte del siglo pasado.
Ya cuando fue elegido
para alcalde se dice que contaba con mucho prestigio ante su pueblo
y era reconocido, incluso, en varias zonas de la Isla. Pero quizás
fue su gesto de homenaje a Lenin el que lo hizo inscribirse para
siempre en la historia.
Desde entonces, la Loma
del Fortín empezó a llamarse Colina Lenin y pasó a ser un lugar
de frecuentes encuentros para los obreros.
Más de una vez, al paso
de los años, se arrancó de allí el olivo y cada vez se volvió a
sembrar. Durante la dictadura de Gerardo Machado se intentó tres
veces desaparecer aquel simbólico sitio, y en las tres ocasiones
los reglanos lo volvieron a plantar.
Ahora se erige allí un
conjunto escultórico y antes, en 1961, la Revolución construyó en
el lugar un círculo infantil. En los ochenta, cuando se cumplieron
los 60 años de la muerte de Lenin, el sitio fue declarado Monumento
Nacional. Pero es, sobre todo, el lugar de los encuentros donde,
cada año, los pasos retoman el camino de aquel primer homenaje. |