MADRID, 27 de enero (PL).—
Las elecciones generales españolas del próximo 14 de marzo parecen
estar cada vez más marcadas por los conflictos internos de los
principales partidos políticos.
La carrera por la presidencia del
gobierno provoca, además, que los problemas se magnifiquen, más
allá de su justa medida, y que sean explotados con toda la saña
posible por los contrincantes, a pesar de los llamados a "jugar
limpio" en la joven democracia española.
Por ahora, el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) parece llevar la peor parte al estallar el
escándalo el lunes último tras conocerse de una reunión secreta
sostenida a principios de enero en el sur de Francia por el
vicepresidente del gobierno autonómico catalán, Josep Lluis Carod
Rovira, con dirigentes de ETA.
Este reconoció haber tenido el
encuentro, solicitado por la cúpula del grupo armado vasco, con el
interés de dialogar sobre la posibilidad de que se produjera una
tregua temporal o definitiva a las acciones violentas.
Algunos analistas señalan que el
revuelo se debe en gran medida a que el flamante gobierno catalán
presidido por los socialistas con el respaldo de los nacionalistas
de Ezquerra Republicana de Cataluña, no agrada en absoluto a las
autoridades de Madrid.
De ahí que el desliz de Carod Rovira
pueda ser aprovechado para dinamitar el gobierno tripartito
presionando incluso al PSOE a romper cualquier acuerdo con ERC, no
solo promoviendo la posible destitución de Carod Rovira.
Pero en el gobernante Partido Popular
(PP) tampoco pueden descuidar su retaguardia ante otro escándalo
que lo afecta directamente y que si bien no tiene la trascendencia
del caso Carod Rovira puede acarrearles importantes dolores de
cabeza.
El protagonista en este caso es
Jesús Ares, hasta ahora el desconocido alcalde de la pequeña
localidad gallega de Toques, que saltó también el lunes a los
titulares de prensa acusado de cometer abusos sexuales con una
menor.
Primero en la cúpula del PP no se
dieron por enterados, pero ante las evidencias le pidieron al
funcionario que dimitiera de su cargo tal como plantean los
reglamentos éticos del partido.
Pero para sorpresa generalizada el
alcalde se negó a dejar el puesto y, para más notoriedad, hoy
sacó a empujones del ayuntamiento a los periodistas que asistían a
un pleno en el cual se iba a pronunciar sobre la sentencia firme que
lo condena por abusos sexuales.
El asunto puede remover la suciedad
en las filas del PP, sobre todo teniendo en cuenta que no es el
primer caso en el cual un alcalde del derechista partido gobernante
aparece acusado por actitudes morales reprobables.
Por lo menos ya desde las filas del
PSOE su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, exigió
a la dirección del Partido Popular tomar medidas más drásticas y
no limitarse a simples declaraciones de principios.
Como coinciden muchos aquí, a medida
que se acerca la fecha de la consulta en las urnas, el ambiente se
va caldeando y promete ofrecer mucha acción a un electorado que, a
la larga, puede terminar hastiado por manejos políticos que solo
persiguen arañar votos al contrincante.