La
Isla de la Juventud remonta la XLIII Serie Nacional de Béisbol con un
estadio que ya borró para siempre el calificativo de diminuto, al
ampliarse a los 400 pies de profundidad por el campo central, y un
equipo rejuvenecido que hace gala al nombre de la segunda ínsula
cubana.
El Cristóbal Labra, que antes sólo
llegaba a los 370 pies por el jardín central, ahora rebasa los 400
reglamentarios por la altura también de la cerca, mientras que por
las líneas laterales alcanza los 326, por lo que hace realmente
difícil conectar jonrones al sumarse igualmente en su contra la
posición del aire batiendo hacia home, como lo demuestra el único
cuadrangular conectado hasta ahora en seis choques y que corrió a
cargo del granmense Víctor Vicente Bejerano.
Pero
no sólo eso, sino que luego de una ardua labor constructiva de varias
empresas del territorio y financiamiento local ascendente a los 150
000 pesos en Moneda Nacional, se remodelaron cabinas y gradas
metálicas, además de mejorarse el terreno.
Por su parte, el conjunto pinero,
dirigido por Armando Johnson, que en esta temporada salió a
conquistar nuevos lauros y tiene el firme propósito de arribar a la
cifra de 50 juegos ganados, fue renovado en un 26 por ciento, y ya
muestra la garra de las figuras jóvenes —como Alexander Barrio, que
mucho promete al bate, y el lanzador Alexei Choró— y sigue
mejorando posiciones en el grupo A, pese a los reveces de los
encuentros iniciales, que no han hecho sino animarlo y afinar la
puntería para granjearse nuevamente, como en otras ocasiones, la
admiración de los aficionados del patio y del resto del país.
En recorrido por la instalación,
Humberto Rodríguez González, presidente del INDER, elogió la
rehabilitación y ampliación del estadio e informó de las gestiones
para montar nuevas bases de las torres para la iluminación, en
reconocimiento también a los resultados del aguerrido equipo, que ya
parece dejar para siempre aquellos últimos lugares a que era relegado
hace más de seis series.