Separación, Extraño y Los debutantes

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

Protagonista tardío del Cinema Novo, el veterano Domingos de Oliveira acaba de entregar una película deliciosa a partir del recurrente tema de la pareja, el pasar de los años y la infidelidad. Separación, noveno filme de este artista, también actor y director de teatro, arranca bajo el concepto de "tarde o temprano la pareja se separa" y desarrolla una historia de encuentros y desencuentros en un entorno de clase media intelectual.

Un poco interpretándose a sí mismo, Oliveira da vida a Cabral, un destacado teatrista y profesor que vive desde hace tiempo con una mujer veinticinco años más joven que él. Pero Cabral no quiere "compromisos" ni hijos y apoyado en ciertos conceptos acerca de la libertad en la unión sentimental se hunde en las propias trampas de sus vacilaciones: Así, pierde a su pareja (Priscilla Rosenbaum, en la vida real su esposa) y ella, abatida, se refugia en brazos de otro. Es entonces que Cabral (nada renuente a sostener devaneos con sus discípulas), comprende que ha renunciado al amor de su vida y realiza todo lo posible por recuperarlo.

Desde su inicio, Separación muestra su génesis teatral. Una pieza que Oliveira y la Rosenbaum llevaron a las tablas antes de convertirla en película. La historia se desarrolla en cinco actos y en la difícil fusión teatro-cine concreta importantes aspectos, entre ellos, una perfecta definición de los personajes y sus contrapuntos. Diálogos que en ocasiones recuerdan un tono de ensayo relacionado con la felicidad y los sentimientos y unas actuaciones que tratan de fundir las maneras propias del teatro con las del cine destacan en este filme sincero en el que —quién sabe— cuánto habrá puesto el maestro Oliveira de su propia experiencia. Un tema inagotable que subraya "la inevitable separación", pero que también deja las puertas abiertas para que el amor las cierre tras una "siempre posible" reconciliación.

Los debutantes.

Graduado en 1996 en la escuela de cine de San Antonio, el chileno Andrés Waissbluth presentó en el Yara su ópera prima, Los debutantes. Sólida mano en la progresión narrativa para un primer filme planteado desde tres puntos de vista que se entrecruzan y que inevitablemente hacen recordar a Tarantino. No hay duda de que en Waissbluth hay un director de cine del que mucho debe esperarse y los espectadores que en buena medida quedaron enganchados con su historia así lo pueden atestiguar. Sin embargo, no faltan los guiños comerciales en esta cinta que como es de suponer debió recurrir a no pocos toques de puerta para financiarse (y luego recuperarse en taquilla). Demasiado sexo gratuito y no poco influjo de los clichés americanos a la hora de contar la historia de los dos hermanos que se vinculan con el bajo mundo chileno (uno de ellos termina siendo el chofer "del jefe" y va a la cama con la querida de este). Una trama que estéticamente se asume en serio y que abre una interrogante: ¿Realmente le debe tanto a Hollywood la realidad de ese bajo mundo? Pero lo que debe quedar claro es que en Waissbluth hay un director.

"Captar y transmitir un estado del alma". Ese era la determinación del director argentino Santiago Loza con su filme Extraño. Y no hay duda de que lo logró, pero a partir de una cinta que una vez más permite abrir una vieja interrogante: ¿Qué es el cine? Extraño es una película intimista que habla de los misterios de un hombre que fue médico y ya no ejerce y se pone a vivir, sin apenas pronunciar palabras, con una mujer en estado de gestación. Bien llevada por el actor Julio Chávez (Un oso rojo), Extraño requiere de un espectador cómplice dispuesto a transitar su metraje sin pedir mucho más que eso, "captar y transmitir un estado del alma". Un riesgo artístico (de largos planos y silencios prolongados) cristalizado, pero al precio de que algunos queden satisfechos y otros inconformes vuelvan a la vieja polémica: ¿Qué es el cine?

 

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