Pacto de unidad en Las Cañas 

Tres delegados de circunscripción cuentan parte de su vida cotidiana. Exponen avances. Advierten contratiempos

MARÍA JULIA MAYORAL

Llueve a cántaros en la ciudad, pero aun así los vecinos saben que pueden localizar a Genoveva. A cada rato nuestra conversación se interrumpe. El timbre del teléfono parece competir con la insistencia de los aguaceros.

Foto:  JOSÉ M. CORREAOma, Genoveva y Arturo (de izquierda a derecha en la foto) comentan experiencias en su labor como delegados.

La madre de una niña enferma llama para compartir alegrías: hoy la pequeña no ha hecho reacciones a los sueros citostáticos. Otra persona comunica que el pan llegó con buena calidad, una tercera agradece haber recibido la chequera para cobrar la pensión, la siguiente informa del arroz que ha vuelto a venir muy picado...

Son diálogos íntimos, pruebas de empatía y confianza, sobre los cuales Genoveva Morales Morán, presidenta del Consejo Popular y diputada a la Asamblea Nacional, evitaría las referencias directas de no ser por mis preguntas, mientras busco con ella y con otros dos delegados, Arturo Boni Díaz y Roberto Oma Valdés, los pormenores en la vida diaria de quienes han sido electos para representar al pueblo.

Los tres residen en el municipio capitalino del Cerro, exactamente en la demarcación de Las Cañas, cuya población supera los 17 600 habitantes. Conforman junto a otros once delegados y a los representantes de los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y de cinco centros laborales del territorio, el Consejo Popular de 22 miembros, que funciona en la zona.

Durante años se ha tratado de evitar confusiones acerca del papel de los delegados de circunscripción, pues debido a errores y mal entendidos, muchos los asocian al mero trámite de problemas y a la distribución de recursos deficitarios. Cuando llego al local del Consejo Popular de Las Cañas, es ese el tema en discusión, mientras los delegados son consultados por su experiencia en cualquier asunto, en este caso sobre las prioridades más justas ante una distribución de materiales como papel de techo y muebles sanitarios.

No obstante, aclara Genoveva, las decisiones se toman en colectivo: en las cuadras mediante comisiones de vecinos y dentro de la zona por los análisis en el Consejo Popular. Ningún delegado puede defender a ultranza el "pedacito" donde vive, y finalmente todos los trámites para el suministro de los materiales y la supervisión sobre su correcto uso por parte de los beneficiados, constituyen responsabilidades de las entidades administrativas.

Aunque a diario y por diferentes vías, los 14 delegados de Las Cañas están al tanto de la situación en las comunidades donde viven, las dos rendiciones de cuenta que hasta ahora han ofrecido a sus electores aportan valiosa información acerca de las insatisfacciones, necesidades y posibilidades de promover la participación popular en sus barrios. Para hacer realidad ese último empeño crearon, por ejemplo, 36 comisiones de vecinos encargadas de impulsar distintas labores.

En la primera ronda de reuniones, celebrada entre abril y mayo de este año, recibieron 185 planteamientos de los electores, de los cuales 56 se hallan pendientes de solución. Durante la segunda oportunidad, concluida recientemente, la cifra ascendió a 231, y casi todos ya han sido discutidos con las entidades correspondientes.

Para Arturo Boni, también vicepresidente del Consejo Popular, el conocimiento de las quejas, insatisfacciones y sugerencias de los electores, unido a las consiguientes gestiones de los delegados, conforman un amplio abanico de asuntos que encaminan la labor de control y fiscalización del Consejo.

Si se compara con años anteriores, indica, han mejorado la actitud y el desempeño de las administraciones, pues la inmensa mayoría de los requerimientos recibe atención.

Cualquiera de los delegados en Las Cañas tendría buenos y malos ejemplos para ilustrar el comentario de Arturo. Quizás el más evidente sea el quehacer de Aguas de La Habana en ese territorio. En los últimos tiempos, refiere, esa empresa ha mejorado notablemente el suministro mediante importantes inversiones y mayor calidad en los arreglos. Pero aún quedan "lagunas". Muchas veces, señala, otros vecinos o nosotros mismos reportamos salideros y se demoran meses en mandar a los operarios.

Durante seis meses, apunta Genoveva, hubo una rotura en la conductora de Marino-Palatino, lo que provocó el hundimiento de aceras y del piso en la sala de la casa de una de nuestras electoras. El vertimiento se eliminó, pero todavía ninguno de los representantes de Aguas de La Habana ha ido a la vivienda de la compañera a ofrecerle tan siquiera una disculpa.

Son anécdotas sin ánimo de lamentaciones, tratan de demostrar cuánto hay de perfectible en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Así lo observa Roberto Oma, quien a diferencia de sus colegas, ejerce por primera vez el mandato como delegado.

Para nosotros, agrega, es algo habitual discutir cada mes los problemas de la zona, las posibles soluciones y ayudarnos unos a otros a la hora de realizar los trámites.

No son las autoridades del Cerro ajenas a conflictos como los relatados aquí. Su Asamblea Municipal del Poder Popular acaba de discutir en su más reciente encuentro la situación de las redes de acueducto y los alcantarillados, así como la actuación de las dependencias administrativas responsabilizadas.

Con antelación, destaca la presidenta del Consejo, la comisión permanente de Redes Técnicas hizo un estudio detallado, y después, el día anterior a la sesión, todos examinaríamos el tema agrupados en comisiones.

A partir de ahí, informa, Aguas de La Habana estableció un despacho semanal para ver de forma ágil los problemas del Cerro, y su evolución será considerada en una próxima sesión extraordinaria de la Asamblea.

No establecemos, advierte por último Genoveva, una lucha de contrarios. Compartimos intereses comunes, pero eso no significa que no debamos buscar juntos las soluciones a los problemas de la población.

 

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