Orden José Martí para Ernesto Cardenal
Sonia
Sánchez
El
poeta, sacerdote y revolucionario nicaragüense, Ernesto Cardenal,
fue condecorado anoche con la Orden José Martí, la más alta
distinción que concede nuestro país.
El galardón fue
impuesto por Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional
del Poder Popular, en solemne ceremonia celebrada en el Salón de
Protocolo de El Laguito.
También se encontraban
José Ramón Balaguer, Carlos Lage, Abel Prieto, ministro de
Cultura, todos miembros del Buró Político; Armando Hart, director
de la Oficina del Programa Martiano, y personalidades de la Cultura
cubana.
En las palabras de
elogio, Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las
Américas, destacó varios momentos en la vida y obra del "hermano
nicaragüense", desde las influencias recibidas de importantes
poetas, la toma de hábitos sacerdotales —contexto que le
permitió acercarse al sacrificio del cura guerrillero colombiano
Camilo Torres—, sus dotes de buen escultor, y la fundación de una
comunidad contemplativa en una de las islas del archipiélago de
Solentiname en el lago Nicaragua.
Recordó que "aunque
antes de 1970 Cardenal publicó otros impactantes títulos de
poesía, aquel año le ocurrieron dos hechos esenciales: por una
parte, la aparición de su primer libro de prosa, Vida en el amor,
meditación mística; y por otra, su viaje inicial a Cuba, invitado
por la Casa de las Américas. Si el primero lo reveló (o, mejor, lo
ratificó) un místico, circunstancia no reñida con su creciente
rebeldía, como fueron los casos de Santa Teresa o de Martí, el
viaje iba a cambiarle la existencia".
"La
lealtad de Ernesto con la Revolución de Cuba ha sido constante y
ejemplo", dijo Retamar sobre uno de los principales poetas vivos en
lengua castellana y uno de los voceros más notables de la Teología
de la Liberación.
Al agradecer el
reconocimiento, el autor de Canto Nacional dijo que al
regresar a su país hará entrega de la condecoración al pueblo y
le expresará la frase martiana: Yo tengo fe en el mejoramiento
humano y en la vida futura y en la utilidad de la virtud. Luego
presentó el libro La Revolución perdida, sobre el proceso
sandinista, con la dedicatoria "para Fidel y el pueblo de Cuba
agradeciendo su solidaridad con esta Revolución que perdimos, pero
que volverá de nuevo".
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