ROMA, 29 de octubre (PL).—
Con su rostro airado y las tablas de la ley en la mano, el Moisés
de Miguel Angel se asoma otra vez desde su sitio en la iglesia
romana de San Pietro in Vicoli, mostrando su espalda oculta hasta
ahora por una instalación consagrada a la música sacra.
La limpieza profunda que le devolvió
su esplendor demoró poco más de dos años y requirió una
inversión de un millón y medio de euros, aportados, a falta de
apoyo oficial, por una empresa privada que promueve los juegos de
azar.
Durante las próximas semanas, las
visitas del público estarán restringidas a las mañanas porque las
tardes serán para el cineasta Michelangelo Antonioni (El eclipse,
La noche), ya nonagenario, quien filmará a este Moisés restaurado
para detallar con la cámara la perfección de una de las estatuas
más famosas del mundo.
De Michelangelo a Michelangelo
(Antonioni se llama también Miguel Angel), el filme unirá por el
hilo del arte a una obra que mira desde el cine lo que otra mano
maestra ha creado.
El Moisés, que atrae a centenares de
romanos y turistas, iba a ser la pieza más importante del monumento
funerario destinado al mausoleo del Papa Julio II, en San Pietro in
Vicoli, un proyecto inacabado.
Relegado durante 40 años por Miguel
Angel Buonarotti, a quien reclamaban otras obligaciones, quedó
reducido a este conjunto escultórico que ahora puede ser visto bajo
la luz natural y no mediante una lámpara, como hasta hace dos
años, que lo iluminaba por breves minutos al depositarse en ella
algunas monedas.
Los trabajos de restauración
incluyeron la reapertura de una ventana a la izquierda de la estatua
y se abrirá, además, otra a su derecha que permitirá contemplar,
en toda su plenitud, el rostro cincelado del profeta.