Aniversario 45

El regreso de José Antonio tras la carta de México

ROBERTO VIZCAÍNO

Había transcurrido casi la mitad del mes de octubre de 1956 y exactamente el día 24 en horas de la mañana al salir de la Escuela de Derecho pasan por frente a la misma los dirigentes de la Escuela de Ciencias Sociales Juan Nuiry y Popy Corpión, los que al verme me llaman:

En México, Fidel y José Antonio, en los días en que se firmó el histórico Pacto entre el Movimiento 26 de Julio, la FEU y el Directorio Revolucionario. En la foto también aparece René Anillo, quien acompañó a José Antonio.

Roberto, esta tarde llega José Antonio. Hay que estar allí preparados para no permitir que lo detengan. No dejes de asistir.

Le respondo:

Yo no tengo carro, ¿en qué voy al aeropuerto?

Popy me dice:

Te vas conmigo. ¿Dónde te recojo?

Aquí en la puerta de la Escuela, le preciso.

Está bien, nos vemos a las 12 meridiano.

No asistí a la última clase y partí para mi casa a cambiarme de ropas, pues pensé que si había enfrentamiento con los cuerpos represivos podría romper la que llevaba.

Apresuradamente llegué a la casa, me cambié y pedí a mi abuela me sirviera algo ligero pues tenía que estar al mediodía en la Universidad. Mis padres no se encontraban y mi cariñosa abuela me despidió dándome un beso en la frente, y demostrando la inteligencia que le era innata me dijo:

Cuídate, porque están dando por radio que hoy regresa José Antonio Echeverría.

Popy llegó puntualmente a recogerme, y para satisfacción mía nos acompañó en el trayecto otro estimado compañero y hermano de luchas ya fallecido, Orlando Echevarría.

Al arribar al aeropuerto nos dimos cuenta enseguida de la presencia en sus exteriores de carros perseguidores, así como otros particulares cuyos pasajeros indicaban a las claras que se trataba de agentes represivos.

Después de parquear debidamente, cuando nos dirigimos a la entrada pudimos percibir un encuentro muy singular que ocurría hacia un costado de la edificación central. Los protagonistas eran uno de los más aguerridos combatientes contra Batista y temido por la dictadura, Juan Pedro Carbó Serviá, y el jefe del aborrecido Buró de Investigaciones, coronel Orlando Piedra. Claramente por los gestos se advertía que Juan Pedro increpaba a Piedra por el innecesario despliegue de fuerzas policíacas, que producían un efecto en el Jefe del Buró de vacilación y nerviosismo.

Rápidamente Juan Pedro se dirigió hacia la puerta donde ya acudían más compañeros universitarios debidamente citados como nosotros, y dirigiéndose al grupo antes de subir por la escalera que va a la terraza superior nos dijo sonriente:

¡No dejen que cojan al "Gordo"!

Entramos al salón guiados por Popy y nos dirigimos a las puertas que comunican con las pistas del aterrizaje. Allí Nuiry se encontraba con un hombre alto y corpulento que vestía uniforme de la Compañía de Aviación, al cual se dirigió:

Aquí están los muchachos, Argüelles. Vamos a la pista.

En ese momento el grupo era de 40 ó 50 compañeros. Solo quedaba esperar la llegada del avión que conducía al máximo dirigente de la FEU y del Directorio Revolucionario.

Un poco antes de las 2:00 p.m. aterrizó el pájaro de metal en Rancho Boyeros.

A una señal de Nuiry fuimos acercándonos todos a la escalerilla que se colocaría en la puerta del avión. En un gesto involuntario miro hacia la terraza y veo allí a los hombres de acción directa de nuestra organización.

De repente se abre la puerta de la nave aérea y aparece la figura inconfundible de José Antonio.

Al ver aquel recibimiento parece sentirse confiado y a la vez regocijado, y con su temeridad característica, abandonando la sonrisa que le llenaba el rostro, exclama a viva voz:

¡Viva Cuba Libre! ¡Abajo la dictadura!

Vestía un traje oscuro y no pudo ocultar su felicidad mientras todos trataban de abrazarlo felicitándolo por el resultado de su viaje, del que ya conocíamos por una reunión que se había dado en la FEU presidida por Fructuoso Rodríguez.

Se sienten los flacheos de los fotógrafos y las cámaras de algún noticiero de cine. Reconozco a mi alrededor a José Rebellón, Tony Castell, Jesús Suárez Gayol, Andrés (Cheo) Silva, Julio César Guillén, Eduardo Chirino, Pablo Reyes, José Venegas y el Moro Asef, entre otros muchos rostros, todos felices.

Ha quedado gráficamente reflejada una escena donde se nos ve a José Antonio hablando y a mí casi a su lado, intercambiando alguna expresión que hace reír a todos. Los que la han visto me preguntaban:

¿Qué comentaron?

Haciendo gala de eso que llaman "buena memoria", recuerdo que José Antonio decía:

¡Qué tranquilo está esto, caballero, parece que hoy no me van a dar! A lo que respondí con cierta ironía:

¡La fiesta buena parece que va a ser afuera, por lo menos ahí están los músicos!

No sin cierta tensión llegamos a la salida del aeropuerto. Rápidamente nos dimos cuenta que ya los valerosos combatientes de la terraza nos esperaban formando un cordón de protección alrededor de José Antonio.

¡Ahí está la claque!, dijo "el Gordo".

Para sorpresa nuestra habían desaparecido las perseguidoras y los despreciables carros.

Todos fuimos ocupando los automóviles en que habíamos llegado. En el nuestro se ubicó también José Rebellón.

Partimos en caravana a la Colina, y al doblar por la esquina de lo que es hoy la Avenida Van Troi y Rancho Boyeros pudimos observar algunos de los carros desaparecidos aparentemente, en uno de los cuales se veía con rostro muy serio al coronel Orlando Piedra.

Al parecer la temeridad y arrojo de Juan Pedro lo desmoralizaron y le impidieron actuar.

El recorrido fue directo a la Colina. Mucha gente que andaba por ese tramo daban vivas a José Antonio y a los estudiantes. Esto nos hacía sentir felices a todos y comprendíamos el alcance del compromiso contraído con nuestro pueblo.

Al llegar a la Plaza Cadenas (actual Plaza Agramonte) todos nos lanzamos a la calle. José Antonio visiblemente emocionado, pasando un brazo por el hombro del Chino Venegas, alzando el tono de su voz como para que llegara a todos, exclamó con absoluta firmeza:

¡Caballeros, Fidel se tira seguro, no tengan dudas de eso! ¡Pronto nos tocará a nosotros cumplir nuestra parte!

Los vivas a la Revolución Cubana, a la FEU y al Directorio Revolucionario se hicieron sentir complementando la armonía y belleza de aquella soleada tarde en que regresó José Antonio.

 

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