Con poca acogida comenzó proceso de 
desarme en Afganistán

KABUL, 24 de octubre (PL).— El proceso de desarme y desmovilización de los 100 mil hombres al mando de los llamados "señores de la guerra" comenzó hoy en Afganistán con cinco meses de retraso y muy poca acogida entre las facciones rivales.

El presidente afgano, Hamid Karzai, presidió oficialmente la apertura de la campaña en la norteña ciudad de Kunduz, donde recibió las armas de un millar de desmovilizados.

Dirigentes de organizaciones internacionales destacadas aquí auguran escasos resultados a este programa, dada la poca autoridad del gobierno central, impuesto por Estados Unidos, y la enorme fuerza de estos "señores" en el interior del país.

Ante la casi nula influencia del gobierno, el territorio afgano está dividido en zonas de poder por los caudillos, quienes se han hecho ricos con el tráfico de armas y drogas.

Mientras el ejército de Karzai cuenta con seis mil soldados, los jefes tribales que apoyaron a Washington en la invasión tienen más de 100 mil efectivos.

Fuentes de la administración afgana y de organizaciones no gubernamentales calculan en 400 mil el número de hombres armados en Afganistán y expresaron sus dudas de que muchos caudillos entreguen las armas, entre ellos el propio ministro de Defensa, Mohamed Fahim, que tiene 18 mil efectivos bajo su mando.

El Programa de Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR) está patrocinado por la ONU y prevé la entrega de dinero, ropa y comida para los que se acojan al proyecto.

Sin embargo, la OTAN anunció que los soldados bajo su mando participarán también en este plan, sobre todo en la norteña ciudad de Kunduz hacia donde se ampliarán las operaciones de la Alianza Atlántica.

En Afganistán hay en estos momentos unos cinco mil efectivos de la llamada Fuerza Internacional de Apoyo a la Seguridad (ISAF) y otros 12 mil de Estados Unidos y los países aliados que participaron en la invasión.

A dos años del inicio de la guerra, la situación, lejos de resolverse, está tomando un curso que amenaza con un conflicto de larga duración.

Por un lado, están las campañas militares de Estados Unidos y tropas afganas contra seguidores del talibán y de la red al Qaeda. Por el otro, las guerras entre los propios caudillos que luchan entre sí por ampliar sus zonas de influencia.

 

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