QUITO, 23 de octubre (PL).—
La polémica tiende hoy a "encenderse" aún más en el
Congreso en torno a un acuerdo militar firmado con Washington sin
conocimiento ni aprobación de los legisladores, por el gobierno
ecuatoriano, concerniente a la soberanía nacional.
En serios aprietos se encuentra la
diplomacia local, específicamente el canciller Patricio Zuquilanda,
quien rubricó el convenio el pasado 5 de septiembre con el
encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Quito,
Arnold Chacón.
Ese documento establece la
construcción por efectivos del Comando Sur de las Fuerzas Armadas
norteamericanas de tres llamados centros de acopio para la Defensa
Civil de este país, que supuestamente brinden ayuda a damnificados
por desastres naturales.
Aunque se alega que esos almacenes
servirán principalmente a los afectados por el fenómeno de El
Niño, se supo que dos de ellos estarán en áreas nunca azotadas
por ese régimen climático.
Más aún, uno será edificado en
Nueva Loja, cabecera de la norteña provincia de Sucumbíos, a pocos
kilómetros del fronterizo departamento colombiano de Putumayo,
dominado mayoritariamente por la guerrilla.
Ello levantó una oleada de opiniones
respecto al verdadero objetivo de ese puesto, señalado como posible
punto de avanzada para el combate a las rebeldes Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia.
El diputado por Pachakutik, Antonio
Posso denunció en el pleno del Parlamento, y luego ante los medios
de comunicación, que ese acuerdo está relacionado con el
involucramiento de Ecuador en el Plan Colombia que auspicia Estados
Unidos.
No se trata de simples
"bodeguitas" (almacenes), sino de bases militares como
extensión de la de Manta, afirmó Posso en referencia a la que
controla el Pentágono en esa localidad del litoral del Pacífico
ecuatoriano.
Esta acción es parte de la
regionalización del conflicto deseada por Washington, cuya negativa
a participar es reiterada por las autoridades de Quito, aunque
existen indicios de que ello se convertirá en realidad de manera
más directa, según los analistas.
Al rechazo del legislador por el
movimiento indígena se sumaron unánimemente los de otras bancadas,
quienes criticaron duramente al Poder Ejecutivo por lo que dijeron
es interpretar la Constitución a su manera, sin derecho a ello.
El titular de la Comisión de Asuntos
Internacionales, Carlos Vallejo, aseguró que el no informar al
Congreso de la rúbrica de ese convenio es motivo no solo de juicio
político, sino de destitución del Canciller, pues el hecho viola
la Carta Magna.
Otros expertos señalan que dicho
documento adolece de una falla de fondo, pues en concordancia con la
Constitución de 1998, todos los acuerdos internacionales que
atañen a la soberanía nacional deben ser consultados al
Parlamento.
En su articulado, la ley fundamental
de la República establece la obligación de ser aprobado o no
cualquier documento de ese tipo referido a materia territorial o de
límites.
Y precisamente entra dentro de esos
términos, pues serán áreas donde operará personal
estadounidense, construidos con total autonomía de la legislación
nacional en varias provincias.
Fue por eso, recuerdan los
especialistas, que el acuerdo para la base de Manta fue aprobado por
la Comisión de Asuntos Internacionales del Congreso, pues es un
asunto tocante a la soberanía del país.
El convenio, con vigencia por 10
años, contiene aspectos que también levantan cuestionamientos,
como la dirección exclusiva otorgada al Cuerpo de Ingenieros del
Ejército y otras entidades norteamericanas en la administración de
los contratos.
De tal forma, el rol del gobierno
ecuatoriano queda reducido a obtener los permisos y licencias
necesarios para las obras, así como coordinar el acceso a las
propiedades y apoyo logístico para los proyectos.
Además, el personal estadounidense
empleado quedará libre de impuestos fiscales y aduaneros que gravan
sus remuneraciones y los artículos importados de todo tipo.
Ecuador librará de responsabilidad
al Comando Sur, particularmente al Cuerpo de Ingenieros, de
cualquier reclamo, siempre que se derive de sus servicios
profesionales y técnicos.
De igual forma, los contratos
financiados con fondos de la cooperación se regirán por las leyes
y regulaciones estadounidenses, por lo cual todas las controversias
serán resueltas bajo esos preceptos.
Estos condicionamientos apoyan el
calificativo de leonino dado al acuerdo por el diputado Posso,
aseveraron fuentes consultadas.