Déficit de atención
JOSÉ A. DE LA OSA
A veces tanto padres
como maestros desconocen las causas y consecuencias del trastorno de
déficit de atención, que aqueja a millones de niños y adultos en
el mundo. El tema es de máximo interés social y humano y abre no
pocas interrogantes.
DOctora Tania Adriana Peón Valdés: debe tenerse en cuenta que los niños y niñas con trastorno de déficit de atención no eligen actuar de esa manera.
Se trata de un trastorno
caracterizado por una persistente falta de atención en múltiples
situaciones, lo que trae como consecuencia que el niño o niña
cambie frecuentemente de una actividad a otra, indica la doctora
Tania Adriana Peón Valdés, especialista de primer grado en
Medicina General Integral, Máster en Psiquiatría Social y
residente de tercer año de Psiquiatría Infanto-Juvenil en el
Hospital Pedro Borrás Astorga, de esta capital.
—Comprobadas
científicamente, doctora, ¿cuáles son las causas que desencadenan
este padecimiento?
—Actualmente
no se conoce una causa específica sino que se considera que su
origen responde a muchas causas, que van desde eventos que afectan
al niño(a) antes de su nacimiento, como exposiciones a tóxicos,
alcohol, humo del cigarro y enfermedades del embarazo. Posterior al
nacimiento pueden afectar: el daño al sistema nervioso por
convulsiones, enfermedades infecciosas como la meningoencefalitis y
los traumas craneales. Se plantean además factores genéticos por
lo cual el trastorno puede ser heredado de uno o ambos padres, pero
no sucede así en todos los casos.
—¿Algún otro
criterio que se sustente como hipótesis en cuanto a la forma en que
esos eventos pueden dar lugar a la enfermedad?
—Los
eventos señalados dan lugar a un funcionamiento del sistema
nervioso diferente, en el cual está dañada la capacidad para
discriminar los estímulos relevantes de los que no lo son. De esta
forma, el niño(a) intenta prestar atención a todo cuanto sucede en
su entorno y, por tanto, disminuye su capacidad para atender a lo
más importante en cada momento.
—¿Qué
señales más visibles podrían alertar a padres y maestros de que
un trastorno de atención pueda estar ocurriendo en el niño o
niña?
—Resulta
significativo para padres y maestros que el niño(a) interrumpe las
actividades y las abandona sin haberlas terminado, cambia
frecuentemente de una actividad a otra dando la impresión de que
pierde el interés en una tarea para pasar a distraerse con otra;
olvida con frecuencia lo que se le dice y a veces da la impresión
que no escucha cuando se le habla directamente. Además, comete
errores por descuido en la tarea escolar u otras actividades y habla
mucho en clase.
—¿A
qué edades suele hacer su presentación y cuál es el curso que, en
general, sigue esta afección?
—Suele
aparecer antes de los 7 años de edad y prolongarse más allá de la
niñez y la adolescencia. Mejora gradualmente con el paso de los
años. De no recibir el apoyo adecuado pudiera acentuarse la
sintomatología inicial y dar lugar a dificultades para aprender,
problemas de conducta y baja autoestima.
—¿Se
asocia con otras alteraciones del comportamiento?
—Con
frecuencia se asocia con hiperactividad. Esto es, "como si el
niño(a) tuviera un motor encendido", desplegando una actividad
desorganizada y excesiva. Por lo general, no se quedan quietos en su
asiento, responden de forma abrupta a las preguntas antes que se las
terminen de formular, se les dificulta esperar su turno y
frecuentemente interrumpen y molestan a los demás.
—¿La
inteligencia de estos niños es menor, igual o superior al promedio?
—Son
niños con una inteligencia dentro del rango de la normalidad.
—¿Es
posible llegar al diagnóstico de certeza?
—Sí,
el diagnóstico de certeza se basa en la presencia de las
características descritas en múltiples situaciones (en el hogar,
la escuela, paseos, la consulta...), constatada por más de una
persona y que persista por más de 6 meses. La observación de la
conducta del niño(a) es el principal proceder diagnóstico. Existen
además pruebas de atención que ponen en evidencia la dificultad.
—¿Se conoce la
frecuencia de este trastorno?
—Se
presenta en un 3—10% en las edades escolares tanto en Cuba como en
otros países, y afecta con mayor frecuencia a los varones.
—¿Existen
tratamientos para el déficit de atención o, al menos, para atenuar
o hacer desaparecer sus síntomas?
—Hasta
el momento no existe un tratamiento curativo, pero sí se pueden
realizar muchas actividades que ayudan a entrenar la atención y que
están al alcance de todos. Los trabajos manuales de cortar, pegar,
colorear, clasificar, ensartar, armar rompecabezas, descubrir
diferencias entre láminas aparentemente iguales, entre otras.
Existen además medicamentos que estimulan la atención.
—¿Qué
plantearía usted a padres y maestros como contribución al apoyo y
ayuda necesaria a estos niños?
—Pienso
que quizás lo más importante que debieran conocer es que el
niño(a) no elige actuar de esa manera. Su autoestima con frecuencia
se daña porque el niño(a) está más cercano al fracaso que al
éxito y la crítica de maestros y padres, que no reconocen el
problema como enfermedad, va dejando huellas en su psiquis. No
necesitan de educación especial, sino que se tengan en cuenta sus
individualidades por parte de los maestros. |