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Gircia y La Ceiba
Veintisiete años en
la vida de una mujer. La encomienda que se repite. El espíritu de
la comunidad
MARÍA JULIA MAYORAL
La Ceiba, un poblado de
apenas 277 viviendas y cerca de 1 250 habitantes, ubicado en las
cercanías de El Rincón capitalino, parece ser sitio de rutinas,
sin peculiaridades relevantes.
Gircia (de pie en la foto) ha dedicado casi la mitad de su vida a las labores como delegada de circunscripción.
Una calle principal, no
salvada de los baches, guía el entramado del asentamiento, donde la
falta de teléfonos y el funcionamiento inestable de los existentes,
las dificultades por el transporte y el precario servicio
gastronómico, ponen a diario las notas sobresalientes de las
insatisfacciones; pero tras esa primera impresión, semejante a la
que ofrecerían otros lugares del país, está el alma de la
vecindad, su disposición de hacer.
En esta demarcación de
San Antonio de los Baños muchos comparten el hábito de no
desentenderse de los problemas, bajo el supuesto de que a otros
tocará resolverlos o aliviarlos. Una mujer de mediana estatura,
comunicativa e incansable, Gircia Llanes Morales, es la catalizadora
y guía de ese espíritu, cuyo filo a veces parece mellarse cuando
los impedimentos materiales del período especial aparecen mezclados
con las incapacidades, la burocracia o la dejadez, y cuesta trabajo
discernir hasta dónde llega la influencia de unos y otros.
Desde el inicio a escala
nacional del Poder Popular, en 1976, hasta la fecha, la maestra y
luego economista de profesión, ha sido la delegada de La Ceiba. El
próximo 31 de octubre cumplirá exactamente 27 años en ese cargo
electivo, por decisión mayoritaria en las urnas.
Sin embargo, no
considera tener dotes especiales, solo vocación de servicio al
prójimo, carácter para no quedar "cruzada de brazos" ante lo mal
hecho o las dificultades e ideas básicas maduradas con el
transcurso del tiempo. Entre esos criterios distingue dos
fundamentales: Nunca he pensado, afirma, que el Poder Popular en la
circunscripción soy yo sola dando carreras, resolviendo problemas.
He procurado por todos los medios que los electores participen y
aprendan tanto sobre sus deberes como de sus derechos ciudadanos.
La escuela siempre recibe la ayuda de la comunidad: la reparación de los pupitres es tan solo uno entre muchos ejemplos.
Durante mis años de
delegada, agrega, también me he empeñado por ofrecer respuestas
serias a los planteamientos de mis electores. No puede ser que yo me
pare a darle una explicación a la gente en una asamblea de
rendición de cuenta sobre algo de lo que ni yo misma estoy
convencida. Estoy hablando de cuestiones bastante frecuentes, pues
el delegado está obligado a buscar el máximo de información, a
discutir los problemas y a proponer soluciones.
ALTERNATIVAS Y
CONFLICTOS
"Por
ejemplo, en los años ochenta la escuela primaria del pueblo se fue
quedando sin muchachos, pues los padres necesitaban colocar a los
hijos en seminternados, aunque les quedaran mucho más lejos. La
primera respuesta de Educación fue: no hay posibilidades, carecemos
de nuevas asignaciones de alimentos. Entonces, con la ayuda de
varios vecinos, hicimos nuestro censo y comprobamos que sí
existían las cuotas, pues los escolares recibían ese beneficio,
solo que de manera dispersa dentro del territorio."
Con la redistribución y
creadas las condiciones para cocinar (la población ayudó mediante
trabajos voluntarios), el plantel se volvió a llenar de alumnos. Y
ahí surgió, recuerda Gircia, un nuevo problema: menores de las
áreas cercanas querían incorporarse, pero la falta de transporte
era un impedimento fuerte. ¿Qué hacer...? Hablamos con una
cooperativa cercana y se comprometió a darnos una mano con el
traslado diario hasta que finalmente Educación pudo contar con los
ómnibus propios.
Aceptar el "no se puede",
sostiene la también delegada a la Asamblea Provincial de La Habana
y directora de la Oficina de Administración Tributaria en San
Antonio de los Baños, es para mí la última opción y cuando en
determinados momentos no existe otra salida, me gusta explicar,
convencer a los demás, y la mayoría de la gente entiende.
"Ahora
mismo, entre mis gestiones incluyo un asunto para el cual recibí
una respuesta poco convincente: Teníamos un quiosco (un contenedor)
donde las familias podían comprar en divisas aceite, jabón,
desodorante, champú... cosas elementales para la vida diaria, pero
un buen día la empresa CIMEX decidió retirarlo porque, según me
explicaron, las ventas eran muy reducidas. Luego de varios
trámites, la última respuesta del gerente de la sucursal en La
Habana ratifica el compromiso de hacer la tienda en un inmueble
necesitado de reparación y afirma: El problema constructivo es el
más simple, el mobiliario, equipos de frío, pesas y cajas
registradoras es lo más complejo y para ello estamos seriamente
afectados por financiamiento. Me alegra ese interés, comenta
Gircia, pero nosotros no queríamos tomar el cielo por asalto, nos
conformábamos con el pequeño contenedor que una vez se llevaron."
AUTOESTIMA
En La Ceiba sienten el
orgullo de ser un pueblo limpio y ordenado, aun cuando la tierra
roja alborotada por la lluvia o el viento trate de expresar lo
inverso. Movilizarse para arreglar áreas verdes y sembrar plantas
se ha convertido en virtud reconocida, que personas como María
Díaz y Luis Morales ratifican cotidianamente. La dirección de
Comunales asegura el salario de ambos; sin embargo, el compromiso
del matrimonio es con las familias. De otra forma no podría
explicarse por qué la pareja habitualmente compra con dinero propio
escobas y otros enseres para realizar el trabajo o que varios
vecinos, convocados por la delegada del Poder Popular, estuvieran
dispuestos a "inventar" con un motor de uso y piezas recuperadas la
máquina de chapear, que luego entregarían a María y a Luis,
reunidos todos en el parque del pueblo, para testimoniar la
solidaridad y los deseos compartidos.
Gestos similares al
descrito abundan en La Ceiba, atrapados en la naturalidad de las
costumbres; ahí cuentan las historias de Luis Abrahantes, encargado
de arreglar curso tras curso los pupitres de la escuela, y de otros
muchos dispuestos a cooperar en todo lo posible.
Para Gircia, el
matrimonio ocupado en las actividades de Comunales y Luis Abrahantes
figuran entre su gente de confianza. Así me los presenta. Pienso
que se refiere a un grupo reducido, pero en la medida en que camino
la demarcación y converso con otros vecinos, compruebo lo
contrario. Sin embargo, el calificativo no tiene nada de falso
cumplido, es la manera de expresar cuánto significa para un
delegado el respaldo de sus electores. |