Aplausos a telón cerrado

AMADO DEL PINO

Aunque en los últimos días asomaron, tímidamente, el rostro los fantasmas de la suspensión y el retraso, el XI Festival de Teatro de La Habana acaba de despedirse cosechando aplausos. Una programación sobria y diversa sintetizó la presencia nacional y, a pesar de desniveles de calidad, logró aunar espectáculos visitantes de diversas tendencias y estilos.

Entre lo visto en las últimas jornadas, Dolores... en La Mayor, procedente de Suiza, gozó del favor del público al retomar las posibilidades teatrales del cabaret. Lástima que las situaciones se tornen repetitivas y comunes, en medio de un desenfado que pasa de lo agradable a lo retórico. La propia actriz, Silvia Barreiros, escribió un guión que pretende mezclar la broma con la melancolía y lo consiguió por momentos; pero puede más la constante vocación de provocar al público, muchas veces con resortes poco eficaces por los ya vistos en espectáculos similares. Silvia demuestra talento y carisma como actriz. Hubiese sido preferible acortar las intervenciones del supuesto director de la obra, para que su gracia resplandeciera sin agotamiento. Además, el largo prólogo en que vende flores sin cesar, desgasta algunos de los chistes y ocurrencias que hubiesen funcionado mejor en el cuerpo del espectáculo. La música de la puesta, encabezada por Ondina Duany, funciona muy bien como sonoridad en vivo. Faltó, sin embargo, resolver visualmente la larga estancia de los músicos sobre el escenario.

Inspirado en Informe para una academia, de Franz Kafka, nos llegó de España Mono Sapiens, escrito y protagonizado por Tian Gombáu. Estamos ante una puesta en extremo desnuda que parece encomendarse al interés de un discurso filosófico, en el que —a ratos con sutileza y por momentos de modo panfletario— se reflexiona sobre las disyuntivas del hombre de hoy. Resultan hermosas, agudas y valiosas las ideas; pero pobre su realización teatral. Gombáu repite una gestualidad simiesca bastante elemental y un decir monocorde que refuerza la tendencia a la caricatura.

Reza en el programa de Bululú, presentada por el también español El Silbo Vulnerado: "...evoca, a veces, al charlatán ambulante, al vendedor de ungüentos de serpiente, al feriante, al poeta, al profesor, al declamador tradicional". En el espectáculo unipersonal de Luis Felipe Alegre hay de todo eso y además un sentido envidiable de la teatralidad, un juego sabio con los elementos, una utilización virtuosa del ámbito sonoro, una lección de equilibrio entre lo narrativo y la interpretación más histriónica. Alegre va a los orígenes del hecho teatral al emparentar magia, complicidad y poesía.

Otra vez el público habanero desafió la lluvia de nuestro septiembre para repletar los espacios teatrales durante días intensos de fiesta escénica. Dentro de dos años, con sol o aguacero, La Habana volverá a abrir sus salas y calles al hechizo del teatro.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Temas |

SubirSubir