Cine, música y
revolución en el Lincoln Center
Cuban Beat... y sabe
sabroso
Pedro
de la Hoz
Entre un público de gente
avisada y otros que no lo son, estos últimos son los más entusiastas
ante "la maravilla" —palabra recurrente en la reacción de los
espectadores— de la música cubana apresada en las imágenes de los
documentales presentados, en tres programas a lo largo de este
septiembre, en la sala Walter Reade, del Lincoln Center, de Nueva
York.
Bola de Nieve, uno de los protagonistas de Nosotros la música.
Para la Film Society del
Lincoln Center ha sido un acierto privilegiar la exhibición
coordinada con el ICAIC de filmes de la Isla en el contexto de Latin
Beat 2003, coexistiendo con materiales de otros países
iberoamericanos.
La favorable acogida del
público se debe, en opinión de los organizadores, no solo a la
proverbial riqueza de la música cubana, sino a las propuestas
renovadoras estilísticas de los documentales, vigentes aun cuando
muchas de esas películas fueron realizadas entre los sesenta y fines
de los ochenta.
Un reporte especial de
Nancy Ramsey en The New York Times destacó la exhibición de Nosotros
la música, de Rogelio París (su filmación en blanco y negro y
el registro de múltiples locaciones a tono con la diversidad de sus
fuentes sonoras); Nostalgia del cha cha chá, de Miguel Torres,
avalado por el protagonismo de la muy popular en Estados Unidos
orquesta Aragón; Hablando del punto cubano, de Octavio
Cortázar, recomendada por ofrecer una zona allí no muy conocida de
la cultura popular insular; y Chicho Ibáñez, retrato fílmico
de un centenario y ocurrente trovador, puesto en pantalla por Juan
Carlos Tabío, de quien se recuerda su condición de codirector de Fresa
y chocolate, nominada a un Oscar.
El caso de París concitó
en los medios neoyorquinos una atención particular, pues críticos y
espectadores coincidieron en que Nosotros la música ofrece una
historia convincente y proteica, abierta a múltiples lecturas,
necesaria y sorprendente referencia cuando se han visto antes filmes
posteriores y de otro carácter como Buenavista Social Club,
del alemán Win Wenders, y Calle 54, del español Fernando
Trueba.
Entre varias opiniones
sobre el ciclo resaltó la de Catherine Hagedorn, directora del
Departamento de Etnomusicología del Ponoma College, de Claremont,
California, quien advirtió cómo "no hay mucho dinero invertido en
estas películas y sí mucha facilidad para documentar".
"Ellos
(los documentalistas) —comentó— pudieron celebrar los temas de la
Revolución, la herencia africana y su rica cultura".
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