MÉXICO, 28 de julio (PL).
— La sociedad mexicana amaneció alarmada hoy ante el anuncio del
rechazo de miles de estudiantes en la enseñanza media superior y
superior, hecho considerado una evidencia más de la existencia de
un sistema educativo ineficaz en este país.
El tema salió a la palestra pública
tras la publicación de los resultados de los exámenes de ingreso
en varias instituciones, que rechazaron a miles de jóvenes
interesados en cursar estudios en estas instituciones.
En la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM) lograron acceder a partir del examen único de
ingreso unos 3 200 estudiantes, pero la demanda anual se ubica
en alrededor de 40 000.
Unos 135 000 jóvenes tuvieron
la intención de cursar una licenciatura de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), sin embargo se ofertaron 14 200
plazas disponibles, por lo cual alrededor de 120 800 alumnos
(89,5 por ciento) no podrán acceder a dicha institución.
Los examinados por el Instituto
Politécnico Nacional (IPN) fueron 58 000, quienes aspiraron a
19 000 matrículas, y como consecuencia cerca de 39 000
alumnos (67,3 por ciento) tampoco alcanzarán un pupitre en esta
enseñanza.
Otro dato significativo es que unos
130 000 jóvenes tendrán que acudir a opciones no deseadas
para salvarse de no quedar en la calle y sin posibilidad alguna de
acumular algún conocimiento para luego tener acceso a un empleo en
un país donde la desocupación es creciente.
Bajo el título de "Educación:
bomba de tiempo", el diario La
Jornada reflexiona este lunes acerca del tema y advierte que
estas cifras constituyen una radiografía alarmante sobre las
deficiencias del sistema educativo nacional y sobre los peligros de
no corregirlas.
En el próximo ciclo lectivo deberán
abandonar los estudios de bachillerato unos 100 000
estudiantes, quienes se verán obligados a acudir a la economía
informal para subsistir, y en el peor de los casos terminarán en
las filas del narcotráfico o la delincuencia.
Esta realidad, dice el rotativo,
revela las inconsecuencias de un sistema educativo que distribuye
certificados de secundaria a jóvenes a quienes luego se les cierra
el ingreso a la educación superior.
Esta contradicción, según el
cotidiano, arroja que la graduación de la secundaria es una
simulación o un fraude, o en su defecto que los procesos de
selección para el siguiente ciclo resultan demasiado estrictos,
ante la cantidad de jóvenes suspensos que no logran ingresar a la
enseñanza superior.
Varios sectores critican el
hacinamiento y la falta de calidad en la educación primaria y
secundaria, pero advierten que estos argumentos le vienen "como
anillo al dedo" a los ideólogos de la privatización a
ultranza de estos niveles.
El fenómeno se atribuye a la
incapacidad del ejecutivo federal de articular propuestas para
resolver las inconsistencias del sistema educativo y a su falta de
acciones concretas frente a la tendencia de la privatización de
este sector.
Unos 700 000 jóvenes desertaron
de la educación en los últimos siete años, fecha en que comenzó
a aplicarse el examen único de ingreso, de acuerdo con datos de la
Coalición Trinacional en Defensa de la Educación Pública y del
Comité Estudiantil Metropolitano.
Dicho examen es considerado en el
interior de la sociedad como arbitrario ya que se aplica sin existir
un número de becas acorde con la población juvenil del país y,
además, se impide el acceso de jóvenes graduados de la secundaria
con diplomas acreditativos extendidos por la Secretaría de
Educación Pública.