Por el pan de cada día...

Orlando Guevara Núñez y Pastor Batista

SANTIAGO DE CUBA.— El colectivo de la Empresa de Cereales Santiago tiene a su cargo —y está cumpliendo— la misión de aportar la harina necesaria para el pan destinado a las provincias orientales. Aquí la tecnología y el hombre se funden en un resultado que se traduce en alimentos indispensables de la dieta cubana. En esta industria fue ejecutada la inversión más importante de la provincia durante el pasado año. Una línea para molinar trigo se hizo al costo de cinco millones de dólares y ahora permite incrementar la producción de harina con calidad y mayor rendimiento.

Foto: JUVENAL BALÁNLa línea de molinado 
está automatizada.

La nueva terminal de descarga de cereales —al costo de 2,4 millones de dólares— saludó el inicio de julio con el establecimiento de un récord que mereció la felicitación del ministro de la Industria Alimenticia, Alejandro Roca Iglesias. Fueron desembarcadas, en 24 horas, 3 708 toneladas de trigo. Antes de la inversión, solo se manipulaban unas 800 en igual tiempo.

Las operaciones de descarga eran aquí muy lentas e irrentables. Pero ahora el resultado es distinto. Según afirma el ingeniero Juan Presilién Gaspar, jefe de esta terminal, en todos los barcos se gana pronto despacho.

La reparación civil del muelle (rescate de las piñas y pasarelas, junto al sistema de transportadores de bandas y elevadores), ha sido importante no solo para el incremento de la producción y la productividad, sino también para mejorar las condiciones de trabajo.

Esta modernización ha tenido también un impacto importante a favor del medio ambiente y la descontaminación de la bahía santiaguera.

Aquí funciona desde febrero de este año, la planta beneficiadora de soya, cuyo costo de 1,5 millones de dólares es amortizable en un período corto, pues ahora el grano importado se procesa ahorrando unos 200 dólares por tonelada.

De esta nueva industria, afirma el ingeniero Carlos Bárzaga, director de la Empresa de Cereales Santiago, se suministra la soya necesaria a todo el país para la producción del yogur destinado a los niños de siete a 13 años de edad.

Los residuos están siendo utilizados en la alimentación animal, principalmente en la cría porcina.

La línea de molinado funciona con un sistema automatizado que garantiza el proceso productivo bajo un estricto control mediante computadoras. Desde una pequeña pantalla puede observarse el comportamiento de cualquier equipo y detectar irregularidades en ellos. Un moderno laboratorio se encarga del control de la calidad. La joven ingeniera química Annia Rojas Domínguez es la encargada de esta importante labor, de la cual depende que la materia prima salga bien, y luego, con el aporte de los panaderos, se traduzca en alimento de buena aceptación por los consumidores.

 

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