Con
una hermosa recreación pictórica basada en la mundialmente
conocida obra de la plástica Guernica, del afamado pintor español
Pablo Ruíz Picasso, que se levanta en una valla desde este sábado
frente a la Embajada española, Cuba lanza al mundo un alerta más
sobre los actuales peligros del nazifascismo para la Humanidad.
Justamente allí, en la intersección
de la histórica Avenida de los Estudiantes y calle Cárcel, el
pueblo cubano erigirá el monumento a la cultura española.
Ese futuro conjunto escultórico
tendrá como núcleo central las estatuas de tres prestigiosas
figuras de habla hispana: Federico García Lorca, intelectual
andaluz asesinado por los fascistas, la del poeta Antonio Machado y
la del cubano Pablo de la Torriente Brau, caído en combate en 1936
durante la Guerra Civil Española.
La tenue bruma matutina con la que se
despertó este sábado La Habana, realzó otro de los argumentos de
la Batalla de Ideas contra los desmanes en el planeta de los nuevos
nazis de la Casa Blanca y sus cancerberos de turno representados por
los gobiernos de España e Italia.
Las sucias maniobras anticubanas de
José María Aznar, presidente del Gobierno español, el
Führercito, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi,
emparentado en su pensamiento y acción con su paisano Benito
Mussolini, verdaderos fascistas, no podrán vencer ni derrotar el
legado heredado por esta Isla desde la epopeya libertadora de 1868.
Llenas de historia están las calles,
aceras y edificaciones de esa parte de la Capital, agraciada por la
suave brisa que sopla desde su bella bahía.
Allí muy cerca se encuentra el
paredón donde en 1871 fueron fusilados por el oprobioso poder
colonial español los inocentes ocho estudiantes de Medicina.
También se localiza la conservada
Capilla de la otrora Real Cárcel de La Habana, una mansión, de
horror y corrupción, que no pudo doblegar el espíritu rebelde de
una generación de cubanos, que como el joven José Martí, sufrió
el duro rigor del presidio político por defender las ideas
independentistas.
La Metrópoli española impotente
ante las ansias de libertad del pueblo cubano aplicó en esa
prisión el garrote vil, la maquina patibularia, a numerosos
patriotas de la talla de Domingo Goicuría, los hermanos Diego y
Gaspar Agüero, Luis Ayesterán y Francisco de Estrampes, entre
otros.
El nuevo monumento que se levantará
a la cultura española frente a la misma Embajada de España
representa la continuidad de ese pensamiento preclaro y se sumará a
estos dos recordatorios de la época colonial, un tiempo que hace
rato acabó en nuestro alargado caimán verde para no volver.
Y
no por gusto se escogió para anunciar esta otra batalla cubana uno
de los más célebres óleos salidos del genial pintor español
nacido el 25 de octubre de 1881 en la ciudad ibérica de Málaga y
fallecido en Mougins, Francia, el 18 de abril de 1973.
Picasso, como hoy los cubanos,
alertó contra la brutalidad del fascismo y la reacción mundial y
comprometió su pincel en esa noble causa.
De ahí que durante la cruenta Guerra
Civil Española de 1936-39, uno de los acontecimientos decisivos del
siglo XX, el pintor malagueño adoptó una postura inmediatamente
contraria al general Francisco Franco y se puso en fila al lado del
bando republicano.
Trastornado, sobresaltado, Picasso
arrojó su cólera sobre un paño de ocho metros de largo y 3,50
metros de ancho, que comprende 45 dibujos preliminares, en donde el
negro y el blanco evocan la muerte.
El artista tuvo el infinito mérito
de reflejar, sin escribir una letra, la barbarie cometida en 1937,
por bombarderos nazis, que destruyeron la ciudad vasca de Guernica,
aniquilando al instante y despiadadamente a esa tranquila comunidad
y sus alrededores en un radio de 10 kilómetros.
Actualmente Guernica es una obra
fundamental dentro del arte moderno, que no deja indiferente a nadie
que la observe con detenimiento.