LA PAZ, 21 de junio.—Al cumplirse
una semana de un atentado en el que murieron dos militares, la
posibilidad de un difícil diálogo de distensión entre el Gobierno
y cultivadores de coca de Bolivia es alentada por declaraciones de
ambas partes.
Al mismo tiempo, un fiscal
cuestionado por los cocaleros por servir a la policía antidrogas y
sus asesores norteamericanos, insistió en vincular al líder
opositor, Evo Morales, con otro atentado en la región central del
Chapare, reporta Prensa Latina.
El vicepresidente Carlos Mesa
aseguró que el Gobierno está dispuesto a dialogar con los
labriegos que lidera Morales, pero en un clima de paz y sin
presiones, mientras el líder izquierdista planteó discutir las
demandas cocaleras.
El jefe del Movimiento al Socialismo
(MAS) señaló que el diálogo debe tratar sobre cambios en la
legislación antidrogas, invocada por el Gobierno para un programa
de erradicación de cocales que, según los campesinos, es impuesto
por Estados Unidos y genera violencia.
Los dos atentados de la última
semana, en los que se usaron trampas explosivas, fueron dirigidos
contra fuerzas que respaldan la eliminación de plantíos.
Morales planteó, además, discutir
con el Gobierno la demanda campesina de que se permita cultivar
media hectárea de coca a cada familia del Chapare, para consumo
natural, con fines lícitos de subsistencia.
El obispo de la ciudad central de
Cochabamba, capital de la región del Chapare, llamó el jueves
último al diálogo y a detener la violencia y las muertes de una y
otra parte, mientras otros prelados pidieron al Gobierno no
someterse ni al narcotráfico ni a las presiones foráneas.
Para Morales, el diálogo es la vía
para buscar soluciones sociales al conflicto, y no la movilización
de tropas que ha iniciado el Gobierno, según dijo, contra los
campesinos del Chapare.
Entretanto, Morales reiteró la
decisión de enjuiciar penalmente al ministro de Gobierno
(Interior), Yerko Kukoch, por acusarlo falsamente de los atentados.
Insistió, además, en la hipótesis
de que los atentados fueron montados por el Gobierno para
desprestigiar y destruir al MAS, luego que el presidente Gonzalo
Sánchez de Lozada llamó a detener el avance de la organización,
segunda fuerza política nacional, en las elecciones municipales de
2004.