Cuchilladas contra el filo de la justicia

FRANCISCO ARIAS FERNÁNDEZ

Muchísimas personas han trasladado su apoyo total a las ideas expuestas en el artículo publicado el pasado 3 de marzo, sobre el arsenal moral y legal que asiste al policía, a los demás representantes de la autoridad y al ciudadano común en la batalla de todos contra las ilegalidades, por el orden interior y la tranquilidad ciudadana.

La mayoría coincide en que esas ideas comprometen a elevar la combatividad de la sociedad en general contra la delincuencia; convocan a actuar con profesionalidad y justeza; permiten un mejor esclarecimiento y toma de conciencia del respaldo jurídico del Estado revolucionario a sus defensores, mientras sigue fortaleciéndose el prestigio de las fuerzas del orden y la confianza del pueblo para continuar la lucha.

Esos criterios son confirmados por los hechos, mediante el apoyo y la colaboración del pueblo a los agentes de la autoridad durante las acciones que llevan a cabo fuerzas del Ministerio del Interior en el combate sin cuartel contra las ilegalidades.

El protagonismo de las masas, la presencia de jefes experimentados al frente de las acciones, el proceder en grupo con una alta profesionalidad individual, el cumplimiento estricto de la legalidad y un trato respetuoso en cada actuación, han propiciado que la incidencia de agresiones a los agentes de la autoridad haya sido ínfima o nula durante las operaciones de los últimos meses.

Sin embargo, personas de pésima conducta social, la mayoría reincidentes, siguen su rumbo desenfrenado hacia la prisión víctimas de sus desafueros y su ira.

VICTIMARIOS VÍCTIMAS

Apenas cinco días después de la publicación del artículo, el primer suboficial Yoimir Verdecia Magaña, jefe de Sector en el municipio capitalino del Cerro, salvó la vida y evitó la muerte o lesiones de muchas más personas, cuando afrontó con profesionalidad, valentía e inteligencia las agresiones de vulgares delincuentes que trataron de impedir su actuación mediante el uso de arma blanca y los puños.

Eran pasadas las 8:30 de la noche del sábado 8 de marzo, cuando Yoimir se dirigía al local del Sector, y en la calle Monte observa a un ciudadano que cuchillo en mano trataba de lesionar a las personas que viajaban en cuanto vehículo pasaba por su lado. Intenta detenerlo, pero el delincuente lo agrede con el arma; logra esquivar las cuchilladas y hace disparos al aire.

Minutos después, llegan otros individuos de pésima conducta social algunos reincidentes en agresiones a la autoridad, para proseguir hostigando al policía con golpes, pero finalmente con la ayuda de Julio Bejerano, responsable de vigilancia del CDR, el agente pudo neutralizar a sus agresores.

Como resultado de tan graves hechos, dos de los victimarios fueron víctimas de su incivilizado comportamiento y salieron heridos. Los tres transgresores comparecerán ante los tribunales, acusados del delito de atentado, por el que pudieran recibir sanciones principales de hasta ocho años de privación de libertad.

Mientras, la acción valiente y decidida del Jefe de Sector y el representante de la organización cederista puso de manifiesto la fortaleza de esa fórmula imprescindible y victoriosa, que recibió el reconocimiento oportuno del Partido y las organizaciones de masas de la comunidad.

CONTRA LA CORRIENTE

Recientemente el Tribunal Provincial de Ciudad de La Habana dictó sentencia contra cuatro individuos de pésima conducta social, todos con numerosos antecedentes penales, uno incluso ya estaba sancionado a casi 30 años de privación de libertad.

Cumplía desde 1999 una sanción conjunta de 29 años y tres meses de privación de libertad, cuando Alexis Rodríguez Góngora, natural de Matanzas, es llevado nuevamente a los tribunales por atentado, desacato y desórdenes en establecimientos penitenciarios, por utilizar una chaveta para conminar a un agente y ofenderlo de palabras. A la pena inicial se suman ahora otros cinco años de privación de libertad.

Por atentado y desobediencia fue sancionado a cinco años de prisión Esteban Luis Mestre Ramos, quien se encontraba evadido, en el momento en que agredió a mordidas a un militar que lo reconoció en la vía pública. Las lesiones provocadas al policía requirieron de tratamiento médico y el agresor inicialmente dio una identificación falsa para obstruir el buen funcionamiento de la instrucción, todo lo que agrava su situación.

Lázaro León Rivera cumplirá cuatro años de prisión y destierro por igual período, por el delito de atentado, tras provocar lesiones en el rostro de un agente de la Policía, que requirió tratamiento médico. El individuo lo golpeó con las esposas metálicas que el policía se disponía a colocarle, para conducirlo a la unidad de la PNR, al encontrarse indocumentado en un céntrico parque capitalino.

Finalmente, Juan Carlos Armenteros Alonso, procesado en reiteradas ocasiones por los delitos de atentado, lesiones y robo con violencia, tendrá que cumplir cuatro años y seis meses en un establecimiento penitenciario, por provocarle herida en el rostro a un agente de la autoridad que lo requirió cuando se encontraba detenido en la Unidad de la PNR.

Hechos como estos reafirman que no hay ni habrá impunidad para los violadores de la ley, al tiempo que reitera lo importante de la profesionalidad que debe acompañar al agente de la autoridad en su actuación cotidiana, de la ecuanimidad y preparación que se le exigen y lo prestigian, junto con el imprescindible respaldo popular, expresión del compromiso de las masas con la defensa a ultranza de esas conquistas sagradas de la Revolución que son la tranquilidad ciudadana y el orden interior.

 

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