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No hay rejas para las ideas
Diego
Rodríguez Molina
NUEVA
GERONA.— Historia viva y futuro inconmensurable atesora cada sitio
del restaurado pabellón donde guardaran prisión los sobrevivientes
del Moncada en el mal llamado Presidio Modelo, en la entonces Isla
de Pinos, desde octubre de 1953 hasta el 15 de mayo del 55.
¿Qué fue acaso la
Academia Ideológica Abel Santamaría, fundada por aquellos
revolucionarios para prepararse cultural y políticamente, sino
confianza en su Historia y en el porvenir que siguió abriéndose
tras las rejas?
Por eso cada vez que
nuestros pequeños gigantes del futuro se acercan a esa fuente
inagotable de enseñanzas como encontré a Yunet Alarcón González
y Yosniel Alonso Almira, del seminternado Enrique Hart Dávalos,
pienso en lo fecunda de aquella simiente, germinada en medio del
terror, aislamiento, torturas, presiones y otros vejámenes y
arbitrariedades de la dictadura para frustrar los pocos años y los
sueños de los jóvenes del Centenario martiano.
Allí, es verdad, no se
podía pensar en fusiles para el adiestramiento, y menos en las
trincheras de piedra donde apoyarlos, pero los libros devinieron
armas y peldaño a peldaño de estudio, en la Biblioteca Raúl
Gómez García, por ellos también creada, las lecturas colectivas o
en esta misma Academia Ideológica, se erigieron trincheras de ideas
que hoy hace suyas todo un pueblo y enriquecen sus nuevas
generaciones.
Amplio fue el horizonte
abierto desde entonces.
Aquí, por ejemplo,
Fidel, uno de los profesores de la Academia, según recientes
reflexiones del estudioso Mario Mencía, leyó más de Historia que
de otra temática y más de Historia de Cuba que de las restantes; y
escudriñó más en la literatura narrativa —y en ella la social—que
en otros géneros, al tiempo que profundizó en otras escuelas
filosóficas, lo que ejemplifica cómo ensanchó conocimientos y se
preparó no solo para los venideros combates, sino también para
hacerlos irreversibles.
"¡Qué
escuela tan formidable es esta prisión! —sentenció el joven
líder en una de las cartas— ...siento reafirmarse más mi
convicción de sacrificio y de lucha.
"Los
que aprendieron a manejar las armas —enfatizaba— aprenden a
manejar los libros para los grandes combates de mañana", y daba por
tajante respuesta frente a deshonestas condiciones para que
abandonaran la lucha: "mil años de cárcel antes que la
humillación".
La firmeza de los
prisioneros y la movilización popular afuera en pro de la
liberación de los combatientes del Moncada, más que aliados de
aquella precursora etapa, hicieron posible la victoriosa
excarcelación tras 19 meses de prisión, devenida otro triunfo
innegable si tenemos en cuenta, además, que desde aquí,
precisamente Fidel reconstruyó su alegato de autodefensa La
Historia me absolverá, con su carga de denuncias y
programáticas orientaciones, e incluso se desafió al tirano en sus
propias narices cuando le cantaron a coro el Himno del 26 de Julio.
Por eso, si un
antecedente aleccionador tuvo la actual Batalla de Ideas fue este
período de la cárcel, asegura el licenciado Jesús Ortiz, director
del Museo del Presidio y autor de una investigación del tema, y
subraya que si la Revolución sobrevivió a esas difíciles
circunstancias, luego del duro revés de las acciones del 26 de
Julio de 1953, fue ante todo porque supieron salvar los principios,
la dignidad y las nobles ideas martianas de liberación y justicia
que animaron a los combatientes.
Con las mismas e
invencibles armas que entonces desmoronaron rejas, muros e infamias,
se movilizan hoy los cubanos con los niños y jóvenes al frente,
junto a los hermanos y amigos del mundo, para seguir abriendo las
cadenas del engaño impuesto por el pensamiento único neoliberal
que transita ahora hacia la tiranía imperial y echar abajo la atroz
injusticia yanki a nuestros Cinco Héroes contra el terrorismo.
Y es que nunca hubo ni
habrá rejas suficientemente fuertes para retener a los
revolucionarios verdaderos, amordazar la verdad ni encarcelar la
Historia ni el futuro. |