En un proceso inversionista con problemas de todo tipo

¿Qué le corresponde hacer al Partido?

Jorge Luis Sierra Cruz, miembro del Buró Político y primer secretario en la provincia de Holguín, opina sobre el tema

MARÍA JULIA MAYORAL
Fotos: JOSÉ M. CORREA

Como en el resto de los procesos de la sociedad, nos toca dirigir, exigir que cada cual haga lo suyo con eficiencia y eficacia; pero lo difícil es encontrar los métodos, lograr coherencia y estabilidad.

Así define Jorge Luis Sierra Cruz el papel del Partido en las inversiones, un engranaje donde participan múltiples actores sin obtener todavía el orden, la celeridad y los resultados finales que se necesitan en las obras, cuando el país concentra en ellas sus limitados recursos materiales y financieros, con el fin de desarrollar sectores económicos clave y trascendentes programas de carácter social.

En opinión de Jorge Luis Sierra
 los problemas en las inversiones
 seguirán demandando la máxima
 atención del Partido.

Sin contar las numerosas obras asociadas a la Batalla de Ideas, Holguín ha sido durante los últimos años territorio de ascendente quehacer constructivo debido al fomento del turismo. Desde 1990 hasta la fecha solamente la planta hotelera ubicada en esa zona oriental ha crecido tres veces, con una tasa anual del 11,4%, y el arribo de visitantes, ocho veces. Hechos que permiten a Sierra Cruz, como primer secretario del Partido en la provincia, ofrecer argumentos probados sobre el papel de la organización política en ese universo.

En estos momentos, comenta, el Gobierno estudia las regulaciones del proceso inversionista, pues está clara la necesidad de introducir modificaciones para lograr mayor organización, celeridad y calidad. Sin embargo, cualquier reglamento por integral que sea puede resultar letra muerta sin la participación activa de los hombres encargados de cumplirlo, y en ello el Partido puede influir cada vez más.

Los propios errores, expresa, han demostrado que violar cualquier etapa de una inversión es un acto irresponsable, con consecuencias. En Holguín tuvimos la negativa experiencia de lo ocurrido durante la ejecución de hoteles como el Río de Oro, la cual motivó la carta de Raúl, en la que el Segundo Secretario del Comité Central caracterizó los problemas y compulsó a los cuadros del territorio no solo a tomar las medidas que requería aquella situación, sino a crear bases para impedir la repetición de las mismas deficiencias.

A raíz de las críticas de Raúl en julio de 1999, lo primero que hicimos, precisa, fue discutir los señalamientos con los cuadros de dirección, los obreros, en los núcleos del Partido, los comités de base de la Juventud y en los consejos de dirección de las empresas. En el intercambio logramos que las personas y los colectivos reflexionaran sobre los problemas propios, pues lo más frecuente hasta entonces había sido ver en primer lugar la culpa de otros.

La respuesta a la carta de Raúl, señala, ha sido progresiva; inicialmente cada cual se planteó un plan de acción que sistemáticamente el Partido fue chequeando. Luego, según iban terminándose nuevas obras empezamos a realizar análisis sobre "lo que nadie vio" y "los pecados capitales"; en cada lugar se le dio un título diferente, pero con el mismo sentido: ver las fallas, aprender de ellas.

Nos dimos cuenta, afirma, de que el Partido tenía estructuras inadecuadas en las construcciones. La movilidad propia de los trabajadores impedía la estabilidad en el funcionamiento de los núcleos. Por ejemplo, si se elegían como secretarios de la organización de base a operarios de movimiento de tierra, al poco tiempo ese grupo de militantes se quedaba sin dirección y era necesario elegir otros compañeros. También en algunas obras existía un número grande de miembros del Partido, pero solo agrupados mediante núcleos; faltaba su unión en comités, con lo cual pudieran evaluar con visión abarcadora las insuficiencias en la ejecución.

"Por esas mismas razones de entrada y salida de la fuerza de trabajo de acuerdo con el avance de las obras, tampoco se lograba estabilidad en el desempeño del sindicato y de la UJC.

"Al mismo tiempo que resolvíamos los problemas de estructuras, se empezó a preparar a los cuadros municipales y provinciales y a los instructores del Partido en las cuestiones referidas al proceso inversionista. Pasaron cursos, visitaron inversiones en otras provincias; porque no se puede fiscalizar algo que no se conoce bien. Ese entrenamiento también sirvió para precisar cuáles eran el lugar y las misiones nuestras."

Ni a la estructura actual ni a los conceptos que tenemos hoy llegamos desde la primera vez, aclara. "Cada obra ha permitido obtener experiencias y perfilar el trabajo. Por ejemplo, la posterior agrupación de los trabajadores en brigadas especializadas como parte del perfeccionamiento de las inversiones, obligó al Partido a volver a modificar estructuras de base, de forma tal que cuando ese colectivo especializado terminase en una ejecución, ello también significara el traslado del núcleo completo".

Sin esa estabilidad, advierte, se hubiera avanzado mucho menos en la calidad de las discusiones en las organizaciones de base del Partido ante hechos como la rendición de cuenta de los jefes administrativos y la evaluación de los militantes.

"La participación de los instructores, de los miembros del Buró municipal y provincial en las reuniones de los núcleos se hizo más regular. Y ha sido un proceso interesante, pues no había hábito de señalarles errores a los jefes. Además, muchos secretarios, al ser obreros, no siempre tenían el suficiente dominio para encauzar los señalamientos a los cuadros de dirección administrativa. Hoy, si se dejan pasar las fallas, sería una deficiencia nuestra, porque conocemos la situación. Por otra parte, la presencia de los instructores y otros cuadros en las reuniones de los núcleos, tiene un sentido educativo, para enseñarlos a actuar ante cada caso."

El Partido, asegura, por su posición, capacidad de convocatoria y presencia en todos los colectivos, posee como ninguna otra organización la posibilidad y el deber de integrar los esfuerzos de las instituciones, y en la medida en que estas mejoren su desempeño, nosotros estaremos en mejores condiciones para cumplir nuestras funciones.

En el contexto provincial hay determinados programas que solo puede dirigirlos y controlarlos de modo integral el Partido. El Poder Popular tiene limitaciones para asumir ese papel, aunque la ascendencia y la capacidad de sus cuadros contribuya. Me estoy refiriendo a actividades en las que participan entidades no subordinadas estructuralmente al Poder Popular del territorio, expresa Sierra.

De cada obra se sacan experiencias de cómo mejorar las inversiones.

"Sobre el asunto hemos reflexionado mucho, y hemos dejado en claro que al Gobierno corresponde ocuparse por completo de todo lo relativo a la administración. Nosotros en el Partido no repartimos cemento, ni combustible ni ningún otro recurso, solamente discutimos de conjunto las prioridades ante situaciones críticas por escasez."

Superamos la etapa en la que los cuadros del Partido hacíamos de administradores. Yo mismo en la construcción del hotel Río de Oro terminé siendo casi un jefe de obra, decidiendo cosas operativas. En la etapa final, para poder terminar la ejecución celebramos más de 50 reuniones a partir de las 11 de la noche. Ahora sigo controlando la marcha de las inversiones turísticas, pero no con esa intensidad, y sin hacer las funciones de otros. El Gobierno realiza sus chequeos y su dirección propia. Nosotros nos concentramos en cuestiones de estrategia y seguimos pidiendo cuenta a todos por el cumplimiento de sus obligaciones, fundamenta Sierra.

"Es importante contar con un Gobierno calificado para ejercer las tareas. Hay cosas que debería hacer, y todavía las asume el Partido. Ese problema ha ido disminuyendo, pero aún es necesario mayor preparación del Poder Popular y definiciones en cuestiones funcionales y estructurales. La estructura del Gobierno en cada lugar debe llegar a ser un traje a la medida."

Según explica, el Partido en Holguín presta especial atención a tres procesos inversionistas: al vinculado a la Batalla de Ideas, el turismo y el níquel. "Cada uno tiene sus particularidades. En la realización y manejo de los contratos es en lo que menos se ha avanzado fuera del turismo y el níquel, debido a la poca preparación de los inversionistas. Además, pueden seguirse acortando los plazos de ejecución, sobre la base de criterios técnicos, con una organización más efectiva del trabajo, y no por cumplir metas en saludo a determinadas conmemoraciones".

Hay inversionistas, plantea, que siguen aferrados a la idea de asumir la gestión y entrega de suministros a las obras, por desconfianza con los constructores, porque poseen esquemas propios que no quieren modificar, y por otras razones. Al final, el saldo no es positivo: se diluyen las responsabilidades y el inversionista no llega a ejercer sus deberes, porque está comprometido con los atrasos y los problemas de calidad. Pero también hay constructores que han recibido mayores facultades, y han fallado porque carecían de preparación y organización.

Para el Partido, afirma, significa una gran ventaja tener conocimiento pleno de las interioridades del proceso inversionista. "Podemos influir en la generalización de los mejores resultados. En las obras de la Batalla de Ideas, se está aplicando parte de esas experiencias probadas en las ejecuciones para el turismo, en cuanto a los contratos, la actividad de proyectos, la creación de unidades básicas contratistas para dirigir toda la labor constructiva y en la organización de la fuerza de trabajo. A lo cual se une otro efecto directo: los hombres fogueados en la edificación de hoteles poseen mayor calificación. Las mejorías se aprecian, aunque no están resueltos todos los problemas de calidad y eficiencia".

Si bien hay avances importantes, concluye, no todas las deficiencias señaladas por Raúl han sido eliminadas. Puede y debe mejorar el trabajo de los cuadros intermedios de dirección, los llamados sargentos de la producción en la ejecución de las obras, la calidad de la contratación y la seriedad con que los suministradores nacionales cumplen sus compromisos. También debe reducirse el tiempo empleado en las inversiones, para lo cual hoy todavía no existe la suficiente preparación. Hay mucho trabajo por delante para el Partido.

 

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