Discurso pronunciado por
el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz, en el acto
por el Día Internacional de los Trabajadores, efectuado en la Plaza
de la Revolución, el 1º de mayo de 2003
Ilustres invitados;
Queridos compatriotas:
CUBA Y EL NAZI-FASCISMO
Nuestro pueblo heroico
ha luchado 44 años desde una pequeña isla del Caribe a pocas
millas de la más poderosa potencia imperial que ha conocido la
humanidad. Con ello ha escrito una página sin precedentes en la
historia. Nunca el mundo vio tan desigual lucha.
Los que creían que el
ascenso del imperio a la condición de única superpotencia, cuyo
poder militar y tecnológico no tiene contrapeso alguno en el mundo,
produciría miedo o desaliento en el pueblo cubano, no tienen otra
alternativa que asombrarse ante el valor multiplicado de este
valeroso pueblo. Un día como hoy, fecha gloriosa de los
trabajadores, que conmemora la muerte de los cinco mártires de
Chicago, declaro, en nombre del millón de cubanos aquí reunidos,
que haremos frente a todas las amenazas, no cederemos ante presión
alguna, y estamos dispuestos a defender la Patria y la Revolución,
con las ideas y con las armas, hasta la última gota de sangre
(Aplausos).
¿Cuál es la culpa de
Cuba? ¿Qué hombre honesto tiene razón para atacarla?
Con su propia sangre y
con las armas arrancadas al enemigo, su pueblo derrocó una cruel
tiranía impuesta por el gobierno de Estados Unidos, que poseía 80
mil hombres sobre las armas.
Fue el primer territorio
libre del dominio imperialista en América Latina y el Caribe, y el
único país del hemisferio donde, a lo largo de la historia
poscolonial, torturadores, asesinos y criminales de guerra, que
arrancaron la vida a decenas de miles de personas, fueron
ejemplarmente sancionados.
Recuperó y entregó
totalmente la tierra a los campesinos y trabajadores agrícolas. Los
recursos naturales y las industrias y servicios fundamentales fueron
puestos en manos del único dueño verdadero: la nación cubana.
En menos de 72 horas,
luchando incesantemente día y noche, Cuba destrozó la invasión
mercenaria de Girón organizada por un Gobierno de Estados Unidos,
lo que evitó una intervención militar directa de ese país y una
guerra de incalculables consecuencias. La Revolución contaba ya con
el Ejército Rebelde, más de 400 mil armas y cientos de miles de
milicianos.
Se enfrentó con honor,
sin concesión alguna, al riesgo de ser atacada con decenas de armas
nucleares en 1962.
Derrotó la guerra sucia
extendida a todo el país, a un costo de vidas superior al que pagó
por la guerra de liberación.
Soportó inconmovible
miles de actos de sabotaje y ataques terroristas organizados por el
Gobierno de Estados Unidos.
Frustró cientos de
planes de asesinato contra los líderes de la Revolución.
En medio de un riguroso
bloqueo y guerra económica que han durado casi medio siglo, Cuba
fue capaz de erradicar en un año el analfabetismo que no han podido
vencer en más de cuatro décadas el resto de los países de
América Latina, ni tampoco Estados Unidos.
Llevó la educación
gratuita al ciento por ciento de los niños.
Posee el más alto
índice de retención escolar —más del 99 por ciento entre el
preescolar y noveno grado— de todas las naciones del hemisferio.
Sus alumnos de primaria
ocupan el primer lugar del mundo en conocimientos de lenguaje y
matemáticas.
Ocupa igualmente el
primer lugar mundial en maestros per cápita y alumnos por aula.
La totalidad de los
niños con dificultades físicas o mentales estudian en escuelas
especiales.
La enseñanza de
computación y el empleo de medios audiovisuales de forma intensiva
se aplica hoy a la totalidad de los niños, adolescentes y jóvenes,
en campos y ciudades.
El estudio con una
remuneración económica del Estado se ha convertido, por primera
vez en el mundo, en una oportunidad para todos los jóvenes de 17 a
30 años de edad que no estudiaban ni poseían empleo.
Cualquier ciudadano
tiene la posibilidad de realizar estudios que lo conduzcan desde el
preescolar hasta la obtención del título de Doctor en Ciencias sin
gastar un solo centavo.
La nación cuenta hoy
con más de 30 graduados universitarios, intelectuales y artistas
profesionales por cada uno de los que existían antes de la
Revolución.
El nivel promedio de
conocimientos de un ciudadano cubano alcanza ya no menos de 9
grados.
No existe en Cuba ni
siquiera el analfabetismo funcional.
Escuelas de formación
de artistas y de instructores de arte se han extendido a todas las
provincias del país, donde cursan estudios y desarrollan su talento
y vocación más de 20 mil jóvenes. Decenas de miles adicionales lo
hacen en escuelas vocacionales, que son canteras de las escuelas
profesionales.
Las sedes universitarias
se extienden ya progresivamente a todos los municipios del país.
Jamás se produjo en ninguna otra parte tan colosal revolución
educativa y cultural, que convertirá a Cuba, por amplio margen, en
el país con más conocimientos y más cultura del mundo, aferrada a
la profunda convicción martiana de que "sin cultura no hay
libertad posible".
La mortalidad infantil
se ha reducido de 60 por mil nacidos vivos a una cifra que fluctúa
entre 6 y 6,5. Es la más baja del hemisferio, desde Estados Unidos
a la Patagonia.
Las perspectivas de vida
se han elevado en 15 años.
Enfermedades infecciosas
y transmisibles como la poliomielitis, el paludismo, el tétanos
neonatal, la difteria, el sarampión, la rubéola, la parotiditis,
la tos ferina y el dengue han sido eliminadas; otras como el
tétanos, la meningitis meningocócica, la hepatitis B, la lepra, la
meningitis por hemófilos y la tuberculosis, están totalmente
controladas.
Hoy en nuestro país
mueren las personas de iguales enfermedades que en los países más
altamente desarrollados: cardiovasculares, tumorales, accidentes y
otras, pero de mucho menor peso.
Una profunda revolución
se lleva a cabo para acercar los servicios médicos a la población,
a fin de facilitar su acceso a los centros de asistencia, preservar
vidas y aliviar dolores.
Profundos estudios se
realizan para romper la cadena, mitigar o reducir al mínimo los
problemas de origen genético, prenatales o asociados al parto.
Cuba es hoy el país con
el más alto índice de médicos per cápita; casi duplica el
número de los que la siguen detrás.
Los centros científicos
laboran sin cesar para buscar soluciones preventivas o terapéuticas
contra las enfermedades más graves.
Los cubanos dispondrán
del mejor sistema médico del mundo, cuyos servicios continuarán
recibiendo de forma absolutamente gratuita.
La seguridad social
abarca al ciento por ciento de los ciudadanos del país.
El 85 por ciento de la
población es propietaria de la vivienda. Ésta está libre de todo
impuesto. El 15 por ciento restante paga un alquiler absolutamente
simbólico, que apenas se eleva al 10 por ciento del salario.
El uso de drogas alcanza
a un ínfimo número de personas, y se lucha resueltamente contra
él.
La lotería y otras
formas de juego lucrativo fueron prohibidos desde los primeros años
de la Revolución para que nadie cifrara su esperanza de progreso en
el azar.
Nuestra televisión,
radio y prensa no practican la publicidad comercial. Cualquier
promoción está dirigida a cuestiones de salud, educación,
cultura, educación física, deporte, recreación sana, defensa del
medio ambiente; a la lucha contra las drogas, contra los accidentes
u otros problemas de carácter social. Nuestros medios de difusión
masiva educan, no envenenan ni enajenan. No se rinde culto ni se
exaltan los valores de las podridas sociedades de consumo.
Fue barrida la
discriminación de la mujer, que hoy constituye el 64 por ciento de
la fuerza técnica y científica del país.
Desde los primeros meses
de la Revolución no quedó en pie una sola de las formas de
expresión racistas copiadas del sur de Estados Unidos. En los
últimos años, la Revolución se esmera especialmente en el
esfuerzo por desaparecer las huellas que la pobreza y la falta de
acceso a los conocimientos dejaron en los descendientes de los que
fueron esclavizados durante siglos, y que crearon diferencias
objetivas que tienden a reproducirse. Pronto no quedará ni sombra
de las consecuencias de aquella terrible injusticia.
No existe culto a
ninguna personalidad revolucionaria viva, como estatuas, fotos
oficiales, nombres de calles o instituciones. Los que dirigen son
hombres y no dioses.
En nuestro país no
existen fuerzas paramilitares ni escuadrones de la muerte, ni se ha
usado nunca la violencia contra el pueblo, ni se realizan
ejecuciones extrajudiciales, ni se aplica la tortura. El pueblo ha
apoyado en masa siempre las actividades de la Revolución. Este acto
lo demuestra (Aplausos).
Años luz separan
nuestra sociedad de lo que ha prevalecido hasta hoy en el mundo. Se
cultiva la fraternidad y la solidaridad entre los hombres y los
pueblos dentro y fuera del país.
Se educa a las nuevas
generaciones y a todo el pueblo en la protección del medio
ambiente. Los medios masivos de difusión se emplean en la
formación de una conciencia ecológica.
Nuestro país defiende
con firmeza su identidad cultural, asimila lo mejor de las demás
culturas y combate resueltamente contra todo lo que deforma, enajena
y envilece.
El desarrollo del
deporte sano y no profesional ha conducido a nuestro pueblo a los
más altos índices de medallas y honores a nivel mundial.
Las investigaciones
científicas, al servicio de nuestro pueblo y de la humanidad, se
multiplicaron centenares de veces. Producto de este esfuerzo,
importantes medicamentos salvan vidas en Cuba y en otros países.
Jamás se investigó ni
elaboró arma biológica alguna, lo cual estaría en absoluta
contradicción con la formación y la conciencia en que ha sido
educado y se educa nuestro personal científico.
En ningún otro pueblo
se enraizó tanto el espíritu de solidaridad internacional.
Nuestro país apoyó a
los patriotas argelinos en su lucha contra el colonialismo francés,
a costa de afectar las relaciones políticas y económicas con un
país europeo tan importante como Francia.
Enviamos armas y
combatientes para defender a Argelia contra el expansionismo
marroquí cuando el rey de ese país quiso apoderarse de las minas
de hierro de Gara Yebilet, en las proximidades de la ciudad de
Tinduf, al sudoeste de Argelia.
El personal completo de
una brigada de tanques montó guardia a solicitud de la nación
árabe de Siria entre 1973 y 1975 frente a las Alturas del Golán,
cuando esa parte del territorio fue injustamente arrebatada a aquel
país.
El líder de la
República del Congo recién alcanzada su independencia, Patricio
Lumumba, acosado desde el exterior, recibió nuestro apoyo
político. Asesinado éste por las potencias coloniales en enero de
1961, prestamos ayuda a sus seguidores.
Cuatro años después,
en 1965, sangre cubana se derramó en la zona occidental del lago
Tanganyika, donde el Che, con más de cien instructores cubanos,
apoyaron a los rebeldes congoleses que luchaban contra mercenarios
blancos al servicio de Mobutu, el hombre de Occidente, cuyos 40 mil
millones de dólares robados no se sabe en qué bancos europeos
están guardados, ni en poder de quién.
Sangre de instructores
cubanos se derramó entrenando y apoyando a los combatientes del
Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde que,
bajo el mando de Amílcar Cabral, luchaban por la independencia de
estas antiguas colonias portuguesas.
Otro tanto ocurrió
durante diez años ayudando al MPLA de Agostinho Neto en la lucha
por la independencia de Angola. Alcanzada esta, y a lo largo de 15
años, cientos de miles de voluntarios cubanos participaron en la
defensa de Angola frente al ataque de las tropas racistas
sudafricanas que, en complicidad con Estados Unidos y utilizando la
guerra sucia, sembraron millones de minas, arrasaron aldeas
completas y asesinaron a más de medio millón de hombres, mujeres y
niños angolanos.
En Cuito Cuanavale y en
la frontera de Namibia, al sudoeste de Angola, fuerzas angolanas y
namibias y 40 mil soldados cubanos asestaron un golpe definitivo a
las tropas sudafricanas, que contaban entonces con siete bombas
nucleares suministradas o ayudadas a producir por Israel con pleno
conocimiento y complicidad del gobierno de Estados Unidos. Esto
significó la inmediata liberación de Namibia, y aceleró tal vez
en veinte o veinticinco años el fin del apartheid.
A lo largo de casi 15
años, Cuba ocupó un lugar de honor en la solidaridad con el
heroico pueblo de Viet Nam, en una guerra bárbara y brutal de
Estados Unidos, que mató a cuatro millones de vietnamitas, aparte
de la cifra de heridos y mutilados de guerra; que inundó su suelo
de productos químicos que han causado incalculables daños aún
presentes. Pretexto: Viet Nam, un país pobre y subdesarrollado,
situado a 20 mil kilómetros de Estados Unidos, constituía un
peligro para la seguridad nacional de ese país.
Sangre cubana se
derramó junto a la sangre de ciudadanos de varios países
latinoamericanos, y junto a la sangre cubana y latinoamericana del
Che, asesinado por instrucciones de los agentes de Estados Unidos en
Bolivia, cuando se encontraba herido y prisionero y su arma había
sido inutilizada por un balazo en el combate.
Sangre cubana de obreros
de la construcción que estaban ya a punto de concluir un aeropuerto
internacional que era vital para la economía de una pequeñísima
isla que vivía del turismo, se derramó combatiendo en defensa de
Granada, invadida por Estados Unidos con cínicos pretextos.
Sangre cubana se
derramó en Nicaragua cuando instructores de nuestras Fuerzas
Armadas entrenaban a los bravos soldados nicaragüenses que
enfrentaban la guerra sucia organizada y armada por Estados Unidos
contra la Revolución sandinista.
Y no he citado todos los
ejemplos.
Pasan de dos mil los
heroicos combatientes internacionalistas cubanos que dieron su vida
cumpliendo el sagrado deber de apoyar la lucha de liberación por la
independencia de otros pueblos hermanos (Aplausos). En ninguno de
esos países existe una propiedad cubana.
Ningún otro país en
nuestra época cuenta con tan brillante página de solidaridad
sincera y desinteresada.
Cuba predicó siempre
con su ejemplo. Jamás claudicó. Jamás vendió la causa de otro
pueblo. Jamás hizo concesiones. Jamás traicionó principios. Por
algo hace sólo 48 horas fue reelecta por aclamación (Aplausos), en
el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, como miembro
por tres años más de la Comisión de Derechos Humanos, integrando
ese órgano de manera ininterrumpida durante 15 años (Aplausos).
Más de medio millón de
cubanos cumplieron misiones internacionalistas como combatientes,
como maestros, como técnicos o como médicos y trabajadores de la
salud. Decenas de miles de estos últimos han prestado servicios y
salvado millones de vidas a lo largo de más de 40 años. En la
actualidad, tres mil especialistas en Medicina General Integral y
otros trabajadores de la salud laboran en los lugares más
recónditos de 18 países del Tercer Mundo, donde mediante métodos
preventivos y terapéuticos salvan cada año cientos de miles de
vidas, y preservan o devuelven la salud a millones de personas sin
cobrar un solo centavo por sus servicios (Aplausos).
Sin los médicos cubanos
ofrecidos a la Organización de Naciones Unidas en caso de obtener
esta los fondos necesarios —sin los cuales naciones enteras y
hasta regiones completas del África Subsahariana corren el riesgo
de perecer—, los imprescindibles y urgentes programas de lucha
contra el SIDA no podrían realizarse.
El mundo capitalista
desarrollado creó abundante capital financiero, pero no ha creado
el más mínimo capital humano que el Tercer Mundo desesperadamente
necesita.
Cuba ha desarrollado
técnicas para enseñar a leer y escribir por radio con textos hoy
elaborados en cinco idiomas: creole, portugués, francés, inglés y
español, que ya están siendo puestos en práctica en algunos
países. Está a punto de concluir un programa similar en español,
de excepcional calidad, para alfabetizar por televisión. Son
programas ideados por Cuba y genuinamente cubanos. No nos interesa
la exclusividad de la patente. Estamos en disposición de ofrecerlos
a todos los países del Tercer Mundo, donde se concentra el mayor
número de analfabetos, sin cobrar un solo centavo. En cinco años
los 800 millones de analfabetos, a un costo mínimo, podrían
reducirse en un 80 por ciento.
Cuando la URSS y el
campo socialista desaparecieron, nadie apostaba un solo centavo por
la supervivencia de la Revolución Cubana. Estados Unidos arreció
el bloqueo. Surgieron las leyes Torricelli y Helms-Burton, esta
última de carácter extraterritorial. Nuestros mercados y fuentes
de suministros fundamentales desaparecieron abruptamente. El consumo
de calorías y proteínas se redujo casi a la mitad. El país
resistió y avanzó considerablemente en el campo social. Hoy ha
recuperado gran parte de sus requerimientos nutritivos y avanza
aceleradamente en otros campos. Aun en esas condiciones, la obra
realizada y la conciencia creada durante años obraron el milagro.
¿Por qué resistimos? Porque la Revolución contó siempre, cuenta
y contará cada vez más con el apoyo del pueblo (Aplausos), un
pueblo inteligente, cada vez más unido, más culto y más
combativo.
Cuba, que fue el primer
país en solidarizarse con el pueblo norteamericano el 11 de
septiembre del 2001, fue también el primero en advertir el
carácter neofascista que la política de la extrema derecha de
Estados Unidos, que asumió fraudulentamente el poder en noviembre
del año 2000, se proponía imponer al mundo. No surge esta
política movida por el atroz ataque terrorista contra el pueblo de
Estados Unidos cometido por miembros de una organización fanática
que en tiempos pasados sirvió a otras administraciones
norteamericanas. Era un pensamiento fríamente concebido y
elaborado, que explica el rearme y los colosales gastos en armamento
cuando ya la guerra fría no existía y lo que ocurrió en
septiembre estaba lejos de producirse. Los hechos del día 11 de ese
fatídico mes del año 2001 sirvieron de pretexto ideal para ponerlo
en marcha.
El 20 de septiembre de
ese año, el presidente Bush lo expresó abiertamente ante un
Congreso conmocionado por los trágicos sucesos ocurridos nueve
días antes. Utilizando extraños términos habló de «justicia
infinita» como objetivo de una guerra al parecer también infinita:
«El país no debe
esperar una sola batalla, sino una campaña prolongada, una campaña
sin paralelo en nuestra historia.»
«Vamos a utilizar
cualquier arma de guerra que sea necesaria.»
«Cualquier nación, en
cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o están con
nosotros o están con el terrorismo.»
«Les he pedido a las
Fuerzas Armadas que estén en alerta, y hay una razón para ello: se
acerca la hora de que entremos en acción.»
«Esta es una lucha de
la civilización.»
«Los logros de nuestros
tiempos y las esperanzas de todos los tiempos dependen de
nosotros.»
«No sabemos cuál va a
ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser el
desenlace [...] Y sabemos que Dios no es neutral.»
¿Hablaba un estadista o
un fanático incontenible?
Dos días después, el
22 de septiembre, Cuba denunció este discurso como el diseño de la
idea de una dictadura militar mundial bajo la égida de la fuerza
bruta, sin leyes ni instituciones internacionales de ninguna
índole.
«...La Organización de
Naciones Unidas, absolutamente desconocida en la actual crisis, no
tendría autoridad ni prerrogativa alguna; habría un solo jefe, un
solo juez, una sola ley.»
Meses más tarde, al
cumplirse el 200 Aniversario de la Academia de West Point, en el
acto de graduación de 958 cadetes celebrado el 3 de junio del 2002,
el presidente Bush profundizó en su pensamiento a través de una
encendida arenga a los jóvenes militares que se graduaban ese día,
en la que están contenidas sus ideas fijas esenciales:
«Nuestra seguridad
requerirá que transformemos a la fuerza militar que ustedes
dirigirán, en una fuerza que debe estar lista para atacar
inmediatamente en cualquier oscuro rincón del mundo. Y nuestra
seguridad requerirá que estemos listos para el ataque preventivo
cuando sea necesario defender nuestra libertad y defender nuestras
vidas.»
«Debemos descubrir
células terroristas en 60 países o más...»
«Los enviaremos a
ustedes, a nuestros soldados, a donde ustedes sean necesarios.»
«No dejaremos la
seguridad de América y la paz del planeta a merced de un puñado de
terroristas y tiranos locos. Eliminaremos esta sombría amenaza de
nuestro país y del mundo.»
«A algunos les preocupa
que sea poco diplomático o descortés hablar en términos del bien
y el mal: No estoy de acuerdo. [...] Estamos ante un conflicto entre
el bien y el mal, y América siempre llamará al mal por su nombre.
Al enfrentarnos al mal y a regímenes anárquicos, no creamos un
problema, sino que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en
la lucha contra el problema.»
En el discurso que
pronuncié en la Tribuna Abierta que tuvo lugar en la Plaza de la
Revolución «Antonio Maceo» de Santiago de Cuba el 8 de junio del
2002, ante medio millón de santiagueros, expresé:
«Como puede apreciarse,
en el discurso (de West Point) no aparece una sola mención a la
Organización de las Naciones, ni una frase referida al derecho de
los pueblos a la seguridad y a la paz, a la necesidad de un mundo
regido por normas y principios.»
"La humanidad
conoció, hace apenas dos tercios de siglo, la amarga experiencia
del nazismo. Hitler tuvo como aliado inseparable el miedo que fue
capaz de imponer a sus adversarios. [...] Ya poseedor de una temible
fuerza militar, estalló una guerra que incendió el mundo. La falta
de visión y la cobardía de los estadistas de las más fuertes
potencias europeas de aquella época dieron lugar a una gran
tragedia.»
«No creo que en Estados
Unidos pueda instaurarse un régimen fascista. Dentro de su sistema
político se han cometido graves errores e injusticias —muchas de
las cuales perduran—, pero el pueblo norteamericano cuenta con
determinadas instituciones, tradiciones, valores educativos,
culturales y éticos que lo harían casi imposible. El riesgo está
en la esfera internacional. Son tales las facultades y prerrogativas
de un presidente y tan inmensa la red de poder militar, económico y
tecnológico de ese Estado que, de hecho, en virtud de
circunstancias ajenas por completo a la voluntad del pueblo
norteamericano, el mundo está comenzando a ser regido por métodos
y concepciones nazis.»
«Los miserables
insectos que habitan en 60 o más naciones del mundo, seleccionadas
por él, sus íntimos colaboradores, y en el caso de Cuba por sus
amigos de Miami, no importan para nada. Constituyen los ‘oscuros
rincones del mundo’ que pueden ser objeto de sus ‘sorpresivos y
preventivos’ ataques. Entre ellos se encuentra Cuba que, además,
ha sido incluida entre los que propician el terrorismo.»
Mencioné por primera
vez la idea de una tiranía mundial un año, 3 meses y 19 días
antes del ataque a Iraq.
En los días previos al
inicio de la guerra, el presidente Bush volvió a repetir que
utilizaría, si fuese necesario, cualquier medio del arsenal
norteamericano, es decir, armas nucleares, armas químicas y armas
biológicas.
Antes se había
producido ya el ataque y ocupación de Afganistán.
Hoy los llamados
"disidentes", mercenarios a sueldo pagados por el Gobierno
hitleriano de Bush, traicionan no sólo a su Patria sino también a
la humanidad.
Ante los planes
siniestros contra nuestra Patria por parte de esa extrema derecha
neofascista y sus aliados de la mafia terrorista de Miami que le
dieron la victoria con el fraude electoral, nos gustaría saber
cuántos de los que desde supuestas posiciones de izquierda y
humanistas han atacado a nuestro pueblo por las medidas legales que
en acto de legítima defensa nos vimos obligados a adoptar frente a
los planes agresivos de la superpotencia, a pocas millas de nuestras
costas y con una base militar en nuestro propio territorio, han
podido leer esas palabras, tomar conciencia, denunciar y condenar la
política anunciada en los discursos pronunciados por el señor Bush
a los que hice referencia en los que se proclama una
siniestra política internacional nazi-fascista por parte del jefe
del país que posee la más poderosa fuerza militar que fue
concebida jamás, cuyas armas pueden destruir diez veces a la
humanidad indefensa.
El mundo entero se ha
movilizado frente a las espantosas imágenes de ciudades destruidas
e incendiadas por atroces bombardeos, niños mutilados y cadáveres
destrozados de personas inocentes.
Dejando a un lado a los
grupos políticos oportunistas, demagogos y politiqueros de sobra
conocidos, me refiero ahora fundamentalmente a los que fueron
amistosos con Cuba y luchadores apreciados. No deseamos que los que
la atacaron de forma a nuestro juicio injusta, por desinformación o
falta de análisis meditado y profundo, tengan que pasar por un
dolor infinito si un día nuestras ciudades están siendo destruidas
y nuestros niños y sus madres, mujeres y hombres, jóvenes y
ancianos destrozados por las bombas del nazi-fascismo, y conocen que
sus declaraciones fueron cínicamente manipuladas por los agresores
para justificar un ataque militar contra Cuba.
El daño humano no puede
medirse sólo por las cifras de niños muertos y mutilados, sino
también por los millones de niños y madres, mujeres y hombres,
jóvenes y ancianos que quedarán traumatizados por el resto de la
vida.
Respetamos totalmente
las opiniones de los que por razones religiosas, filosóficas o
humanitarias se oponen a la pena capital, que los revolucionarios
cubanos también aborrecemos por razones más profundas que las que
han sido abordadas por las ciencias sociales sobre el delito, hoy en
proceso de estudio en nuestro país (Aplausos). Llegará el día, en
que podamos acceder a los deseos tan noblemente expresados aquí en
su brillante discurso por el pastor y hermano entrañable Lucius
Walker, de abolir esta pena. Se comprende la especial preocupación
sobre el tema, cuando se sabe que la mayoría de las personas
ejecutadas en Estados Unidos son afronorteamericanas y latinas, no
pocas veces inocentes, especialmente en Texas, campeona de la pena
capital, donde fuera Gobernador el presidente Bush y donde nunca se
ha perdonado una sola vida.
La Revolución Cubana
fue puesta en el dilema de proteger la vida de millones de
compatriotas sancionando con la pena capital legalmente establecida
a los tres principales secuestradores de una embarcación de
pasajeros —estimulados por el gobierno de Estados Unidos, que
trata de alentar el potencial delictivo de carácter común para
asaltar barcos o aeronaves con pasajeros a bordo, poniendo en grave
peligro la vida de éstos, creando condiciones propicias para una
agresión a Cuba, desatando una ola de secuestros ya en pleno
desarrollo que había que parar en seco (Aplausos)—, o cruzarnos
de brazos (Exclamaciones de: "¡No!"). No podemos vacilar
jamás, cuando se trata de proteger la vida de los hijos de un
pueblo decidido a luchar hasta el final, en arrestar mercenarios que
sirven a los agresores y aplicar los castigos más severos, aunque
nos desagraden, a terroristas que secuestren naves o embarcaciones
de pasajeros, o que cometan hechos de similar gravedad, que sean
sancionados por los tribunales de acuerdo con leyes previas.
Ni siquiera Cristo, que
expulsó a latigazos a los mercaderes del templo, dejaría de optar
por la defensa del pueblo (Aplausos).
Hacia Su Santidad, el
Papa Juan Pablo II, siento un sincero y profundo respeto. Comprendo
y admiro su noble lucha por la vida y por la paz. Nadie se opuso
tanto y tan tenazmente como él a la guerra contra Iraq. Estoy
absolutamente seguro de que nunca habría aconsejado a los chiítas
y sunnitas dejarse matar sin defenderse; tampoco aconsejaría algo
parecido a los cubanos. Él sabe perfectamente bien que este no es
un problema entre cubanos; es un problema entre el pueblo de Cuba y
el gobierno de Estados Unidos (Aplausos).
Es tan provocadora y
desvergonzada la política del gobierno de Estados Unidos, que el
pasado día 25 de abril el señor Kevin Whitaker, Jefe del Buró
Cuba del Departamento de Estado, le dijo al jefe de nuestra Sección
de Intereses en Washington que la Oficina de Seguridad Doméstica,
adscrita al Consejo de Seguridad Nacional, consideraba que los
continuados secuestros desde Cuba constituían una seria amenaza
para la seguridad nacional de Estados Unidos, y solicitaba al
gobierno cubano tomar todas las medidas necesarias para evitar
hechos de esta naturaleza, cual si no fueran ellos quienes
provocaron y estimularon esos secuestros y no fuéramos nosotros los
que, para proteger la vida y la seguridad de los pasajeros y
conociendo desde hace rato los criminales planes de la extrema
derecha fascista contra Cuba, tomamos medidas drásticas para
impedirlo. Filtrado por ellos ese contacto del día 25, ha creado
gran alboroto en la mafia terrorista de Miami. Todavía no
comprenden que sus amenazas directas o indirectas contra Cuba no le
quitan el sueño a nadie en nuestro país (Aplausos).
La hipocresía de la
política occidental y de un numeroso grupo de líderes mediocres es
tan grande, que no cabría en el lecho del Océano Atlántico.
Cualquier medida que Cuba adopte en aras de su legítima defensa, es
publicada entre las primeras noticias de casi todos los medios de
difusión masiva. Sin embargo, cuando denunciamos que bajo el
mandato de un jefe de gobierno español decenas de etarras fueron
ejecutados extrajudicialmente sin que nadie protestara ni lo
denunciara ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas,
y otro jefe de gobierno, en un momento difícil de la guerra de
Kosovo, aconsejó al Presidente de Estados Unidos arreciar la
guerra, multiplicar los bombardeos y atacar los objetivos civiles,
que causarían la muerte de centenares de inocentes e inmenso
sacrificio a millones de personas, la prensa sólo dice: «Castro
arremetió contra Felipe y Aznar». Del contenido real, ni una
palabra.
En Miami y en Washington
se discute hoy dónde, cómo y cuándo se atacará a Cuba o se
resolverá el problema de la Revolución.
En lo inmediato se habla
de medidas económicas que endurezcan el brutal bloqueo, pero no
saben todavía cuál escoger, con quiénes se resignan a pelearse y
qué efectividad puedan tener. Les quedan muy pocas. Las han gastado
casi todas.
Un cínico rufián mal
llamado Lincoln, y Díaz-Balart como apellido, íntimo amigo y
consejero del presidente Bush, declaró a una cadena televisiva de
Miami las enigmáticas palabras siguientes: "No puedo entrar en
detalles, pero estamos tratando de romper este círculo
vicioso."
¿A cuál de los
métodos para manejar el círculo vicioso se refiere? ¿Eliminarme
físicamente a partir de los sofisticados medios modernos que han
desarrollado, tal como el señor Bush les prometió en Texas antes
de las elecciones? ¿O atacar a Cuba al estilo de Iraq?
Si fuese el primero, no
me preocupa en absoluto. Las ideas por las cuales he luchado toda la
vida no podrán morir y vivirán durante mucho tiempo (Aplausos y
exclamaciones de: "¡Fidel, Fidel, Fidel!").
Si la fórmula fuese
atacar a Cuba como a Iraq, me dolería mucho por el costo en vidas y
la enorme destrucción que para Cuba significaría. Pero tal vez sea
ese el último de los ataques fascistas de esta administración
(Aplausos y exclamaciones de: "¡No pasarán!"), porque la
lucha duraría mucho tiempo, enfrentándose los agresores no sólo a
un ejército sino a miles de ejércitos (Aplausos y exclamaciones
de: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!") que
constantemente se reproducirían y harían pagar al adversario un
costo en bajas tan alto, que estaría muy por encima del presupuesto
de vidas de sus hijos que el pueblo norteamericano estaría
dispuesto a pagar por las aventuras y las ideas del presidente Bush,
hoy con apoyo mayoritario pero decreciente, mañana reducido a cero.
El propio pueblo
norteamericano, los millones de personas con elevada cultura que
allí razonan y piensan, sus principios éticos básicos, decenas de
millones de computadoras para comunicarse, cientos de veces más que
al final de la guerra de Viet Nam, demostrarán que no se puede
engañar a todo el pueblo, y quizás ni siquiera a una parte del
pueblo, todo el tiempo. Un día pondrá camisa de fuerza a quienes
sea necesario antes de que puedan poner fin a la vida en el planeta.
En nombre del millón de
personas aquí reunidas este Primero de Mayo, deseo enviar un
mensaje al mundo y al pueblo norteamericano:
No deseamos que la
sangre de cubanos y norteamericanos sea derramada en una guerra; no
deseamos que un incalculable número de vidas de personas que pueden
ser amistosas se pierdan en una contienda. Pero jamás un pueblo
tuvo cosas tan sagradas que defender, ni convicciones tan profundas
por las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la
faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por
la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo
de muchas vidas de sus mejores hijos (Aplausos prolongados).
Nos acompaña la
convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas
por sofisticadas y poderosas que estas sean.
Digamos como el Che
cuando se despidió de nosotros:
¡Hasta la victoria
siempre!
(Ovación). |