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Primer Festival
del Cine Pobre de Gibara
Democrático sí,
revolucionario también
Alexis
Rojas Aguilera
Si
bien nació en días tristes para la humanidad, cuando el fascismo
reaparece con sus penumbras vandálicas, destruyendo todo a su paso,
como recordara Humberto Solás en la inauguración de esta fiesta de
la imagen y el sonido, de carácter esperanzador, libertario y
profundamente democrático, concluyó ayer el Primer Festival
Internacional de Cine Pobre, con alegría y fidelidad absoluta a sus
postulados, criterios y conceptos, de la mano del gran protagonista
que fue el pueblo de Gibara.
Y vale la pena repasar
tres elementos básicos. Su condición esperanzadora, porque sus
ingredientes son los mismos que movilizan contra la guerra y contra
la injusticia que demasiado abunda en este globalizado planeta; y
por ser espacio alternativo, periférico, de lo que no tiene casi
acogida en los monopólicos circuitos de exhibición y difusión.
Libertario, al desatar
la madeja que atrapa al cineasta contemporáneo con hilos
paralizantes y de autocensura que lo obligan a hacer un cine
complaciente para el mercado. Y democrático, por dar cabida con
respeto y pie de igualdad para quienes buscan la salvaguarda de la
cultura de los pueblos, se rebelan contra el conformismo y coincidan
artísticamente con proyectos emancipadores de la conciencia y de la
propia cultura.
Festival bien distinto,
brindó a los asistentes de 23 países estos cinco días, un ámbito
artístico con beneficio ético, riesgoso y transgresor, que busca
la belleza humana.
En la noche, la edición
primera del Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara llegó
al final, con sus trofeos de cámaras estilizadas creadas por el
artesano Joel del Río y los premios en tecnología o posibilidades
de superación, tarea ardua del jurado, que recayeron en el
documental Siyamo, de Mahmoud Reza Sani, de Irán; en el
corto de ficción Vaga-Lume, de Wilson Vargas, de Brasil; y
en el largometraje de ficción Last Ball, de Peter Callahan,
de Estados Unidos, que también obtuvo el premio de la prensa
especializada (FIPRESCI).
Mientras,la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños
premió al corto de ficción Revolución, de Martín Rosete,
de España.
El premio de la
popularidad resultó el filme de ficción La novia de Lázaro,
de Fernando Merinero, de España, en tanto que en guiones merecieron
los máximos honores Prometeo deportado, de Fernando Mieles
Peña, de Costa Rica, y Al fondo de la tabla, de Javier Hick,
de Argentina.
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