Un viejo teatro recobra su nombre en Gibara

A punto de materializase una acción cinematográfica que pretende convertirse en un foro en contra de la banalización cultural y la globalización neoliberal. Comienza este lunes el Primer Festival Internacional de Cine Pobre

TIRSO MASTRAPA ARDITE
Servicio Especial de la AIN

El estreno hace unos 60 años de la película Rompiendo las cadenas, sobre un atentado al dictador Gerardo Machado, perdura como el acontecimiento más importante ocurrido hasta hoy en materia de cine en Gibara, ciudad del oriente cubano.

A ese hecho latente en la memoria de los más longevos gibareños, se sumará en breve otro mucho más trascendental, cuando este lunes descorra sus cortinas allí el Primer Festival Internacional de Cine Pobre.

La iniciativa a punto de materializase es obra del laureado cineasta cubano Humberto Solás, quien pretende hacer de Gibara en el cine un foro en contra de la banalización cultural y la globalización neoliberal.

Para los visitantes de buena parte del mundo que estarán en la cita será un motivo más de atracción la historia que envuelve al cine-teatro de estilo neoclásico y lunetario, en forma de herradura, cuyo verdadero nombre estuvo olvidado durante largo tiempo por cubanos amantes del arte de las tablas.

Nadie recuerda cuándo comenzó a llamársele Teatro Colonial al recinto que fuera inaugurado en la última década del siglo XIX con una revista de la afamada compañía Palaus, exactamente el 13 de septiembre de 1890.

Las actas de la Unión Club, sociedad española propietaria del inmueble, como tampoco la prensa de la época en Gibara, la segunda ciudad amurallada de Cuba, nunca llamaron por su verdadero nombre al cine-teatro, por el cual desfilaron entre otras muchas figuras Ignacio Cervantes y Brindis de Salas.

Fueron las obras de restauración iniciadas en 1980 e interrumpidas hasta hace poco las que arrojaron luz sobre el asunto, que mantuvo en vilo a estudiosos y curiosos gibareños, empeñados en saber todo de uno de los más emblemáticos símbolos de su cultura.

Inesperado fue que, escondido debajo de tanta costra y pintura sobre pintura retirada de su fachada, apareciera en grandes caracteres el nombre de Casino Español, el teatro que de seguro resultará la atracción de cuantos asistan al Primer Festival de Cine Pobre, del 21 al 25 venideros. (AIN)

 

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