Los rostros bolivarianos
JOAQUÍN RIVERY TUR
Enviado especial
CARACAS, 13 de abril.—Era increíble. Aquel mulato parecía
furioso cuando hablaba en medio de un grupo en la avenida Bolívar,
pero no era así.
Se
exaltaba tanto para subrayar la importancia de la victoria del 13 de
abril que la sangre se le subía al rostro, las venas se le
hinchaban y gritaba prácticamente que nadie le podía tocar a
Chávez porque él volvería a volar desde el 23 de enero a
Miraflores a sacar al que usurpara el lugar. Allí, afirmaba,
solamente podía mandar Chávez.
La pasión no era algo particular suyo. En medio de la avenida
Bolívar, el sentimiento se generalizaba en medio de la fiesta
popular que puso fin al Encuentro Mundial de Solidaridad con la
Revolución Bolivariana. Los rostros estaban alegres y daba la
impresión de que todos sentían orgullo por la participación
personal en el rescate de su Presidente hace un año.
Se me ocurrió que cualquiera de ellos podía haber integrado los
millones junto a las verjas del Palacio de Miraflores, reclamando a
Chávez, llorando la alegría de verlo aparecer aquella madrugada y
sabiendo que estaba allí, que no volvería a suceder el golpe,
porque los que lo cometieron ya conocían en lo adelante que de los
cerros podía bajar un alud de gente para barrer, con la ayuda de
los militares patriotas, cualquier aventura antipopular.
A lo largo de la avenida, el movimiento era de fiesta, como si
uno se encontrara mágicamente en medio de un gran baile de
algarabía absoluta, el que no reía tomaba algún refresco, comía
algún fiambre, compraba alguna bandera venezolana, un sombrero con
los colores patrios y actividades por el estilo.
"Esta es una revolución, con nuestro presidente Chávez llegó
la revolución", decía una mujer a una cámara de Venezolana de
Televisión, mientras otro revolucionario apasionado gritaba: "Señores
escuálidos, no tienen nada que hacer aquí, este es nuestro proceso",
y otro acusaba a los dirigentes de la intentona golpista de haberse
fugado para disfrutar en Miami y en Costa Rica, cuando el pueblo
seguía su lucha diaria.
La avenida estaba colmada, mientras uno más se acercaba a donde
estaba la tribuna, más difícil se hacía caminar por entre el mar
de gente que disfrutaba el triunfo doble, el de hace un año sobre
los fascistas y el de diciembre sobre los mismos elementos que
quisieron paralizar el país.
De repente, una enorme algarabía y la repetición del nombre de
Chávez, anunció que el mandatario había hecho aparición sobre la
tribuna, el guía de Venezuela estaba allí, y la euforia
generalizada de cariño era incomparablemente superior al odio de
los enemigos, pues por eso los derrotaron dos veces el mismo año,
para seguir avanzando.
Con razón, el generador de caracteres de Venezolana de
Televisión mantenía en la parte baja de su pantalla: 13 de abril
Día del Pueblo Heroico.
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