Poesía eres tú

óleo de Orlando YanesJosé Martí, hechizado por el embrujo femenino, desde la nostalgia de su vida peregrina, enjuició en unos de sus versos: "¿De mujer?, Pues puede ser/ que mueras de su mordida"... Y de inmediato reaccionó: "Pero no empañes tu vida/ Diciendo mal de mujer".

Martí fue grande, llevó con frenética hidalguía el grillete en las canteras de San Lázaro, fue el cerebro mayor de la justa independencia, cayó en combate, e inspiró, en su centenario, a la generación de Fidel y Raúl.

Pero alcanzó igual fama por su caudal poético. Como un manto de luz y pasión, brotaron de su tintero la niña de Guatemala, Pilar y sus zapaticos de rosa, la carta a su hermana Amelia, la bailarina española, Nené traviesa, las palabras a la madre, Leonor Pérez, en vísperas de un largo viaje: Madre, ¿por qué nací de usted con esta vida que ama el sacrificio?

A Leonardo da Vinci muy pocos lo evocan como un genio inventor. La gente lo afama por la sonrisa enigmática y seductora de su Gioconda.

Leonardo fue uno de los creadores de máquinas ingeniosas, mas cuando una Mona Lisa transita animosa, la vista se enfila sobre esa obra y desdeña al vehículo rodante o volador.

Habría que preguntarle a Pablo Neruda si él hubiera escrito los versos tan tristes esa noche sin mujer. O a Fayad Jamis, a quien por muchos palos que le dio la vida, jamás se cansó de pronunciar: ¡Te quiero!

No existen héroes sin heroínas a su lado. Martí no fue en eso enteramente feliz. Admiró a Manana, escolta incansable de su esposo el Generalísimo Máximo Gómez, y también a Mariana y a María (madre y esposa, respectivamente), inspiraciones del glorioso Maceo.

No se puede escribir la epopeya de nuestra última contienda de liberación sin mencionar a Melba y Haydée, a Celia y Vilma, ni la hazaña del internacionalismo sin tantos cientos, miles de compañeras que empuñaron el fusil, brindaron servicios de salud y apoyaron la educación de tantos pueblos en los tres continentes.

¿De cuántas mujeres ha dependido la historia?

¿Acaso de Afrodita, Atenea, Diana, Cleopatra, Juana de Arco, Sor Juana Inés de la Cruz, las hermanas Bronte, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juana de Ibarbourou, Manuelita Sáez, Rosa la Bayamesa, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Madre Teresa de Calcuta, Alfonsina Storni o Gabriela Mistral, entre otras?

¿Y por qué no de Conchita Campa, Rosa Elena Simeón, Hilda la machetera, Marta y Freida Anido, la doctora Vergara, María Elena León, o simplemente mi vecina, la mujer del cerrajero, que cuida a los niños para que otras puedan trabajar?

Tal vez por todo esto, y por muchas razones más, Gustavo Adolfo Bécquer, el "poeta del amor", embriagado por una femenina pupila azul, cantó:

"¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.

"¿Qué es poesía?... ¿Y tú me lo preguntas?

"Poesía eres tú."

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Temas |

SubirSubir