Treinta artistas cubanos tributan a Martí

Yo sé de un pintor gigante

ANDRÉS D. ABREU

"El arte, la pintura en particular —para la que él mismo tuvo alguna destreza de dibujante— es uno de sus temas favoritos. En ese género de crítica emplea una sensibilidad de amplios registros, a la que su propio estilo literario presta recursos expresivos de una gran fuerza plástica ellos mismos." Estas no son más que unas líneas de la biografía martiana escrita por Jorge Mañach, quien así extractó el tránsito del pensamiento y la pluma del Héroe Nacional por esta manifestación artística.

Foto: José M. CorreaMARTÍ DIBUJADO POR JAVIER GUERRA

Mucho más se ha escrito por otros intelectuales e investigadores encauzados en la multiplicidad del ideario martiano. Con total abundancia y rigor indagó la doctora Adelaida de Juan sobre la personal relación del Maestro con la pintura y el trabajo crítico que acerca de lo visual dejó, principalmente, en sus crónicas periodísticas.

De todas estas letras emerge un Martí que en las inmediaciones de sus días más entregados a la lucha política, gracias a su sensibilidad, lucidez y talento, no descuidó apreciar todo lo trascendental del mundo y de la naciente modernidad en que vivía, demostrando esa necesidad de hombre abierto y pensador policromático que lo distingue y que mucho se pondera al analizar su obra.

¿Qué escribiría Martí entonces sobre el mundo posmoderno de hoy y el arte que lo habita, o al menos, qué crónicas hubiesen merecido de su letra y puño los 30 artistas que hoy exponen en el Memorial que lleva su nombre en la Plaza de la Revolución?

A 150 años de su natalicio, este grupo de artistas plásticos cubanos integrado por José Miguel Pérez, Vicente R. Bonachea, Arturo Montoto, Rafael Pérez Alonso, Hilda Vidal, Flora Fong, Manuel López Oliva, Agustín Bejerano, Gloria González, Aldo Soler, Alicia Leal, Juan Moreira, Ernesto García Peña, Lesbia Vent Dumois, Ángel Ramírez, José Gómez Fresquet, Ñico, Rafael Calvo, Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Minerva López, Raúl Santos Serpa, Ángel M. Mayet, Ever Fonseca, Javier Guerra, Carlos Manuel Guzmán, Aguedo Alonso, Eduardo Moltó, Ernesto Rancaño, y Eduardo Abela Torrás, se ha unido en una exposición, aprehendido a la idea de Virginia Alberdi de homenajear a ese hombre íntegro que fue Martí y la trascendental lectura de su imagen.

Contemporáneos pudiéramos llamar a todos los que allí han dejado sus trazos y colores, aunque casi medio siglo interceda entre el esplendor o la madurez de cada uno de ellos por separado.

De arrestados también puede tildárseles a estos creadores que se propusieron incluir una página más a la histórica relación de la figura martiana con el arte visual.

Lo cierto es que más logrados unos que otros, más o menos atrevidos estéticamente algunos que los demás, o más que menos representativos de una corriente u otra entre lo moderno y lo posmoderno, las 30 obras buscan una visión plural de ese ser que dejó pautas intemporales para el pensamiento de la humanidad.

Recorrer la muestra propicia el fluir refrescante de la presencia martiana. La diversidad de miradas dispone la observación a los disímiles planos de su quehacer. Martí es allí, joven, escritor, amante, padre, soñador, polémico, luchador, mártir, símbolo y arte entre las artes, gracias a su vida y a lo que de ella se visualiza en Yo sé de un pintor gigante.

 

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