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La pesadilla del
sueño americano
PEDRO DE LA HOZ
No sé si cuando los
periodistas catalanes Carles Bosch y Josep María Domenech, llegaron
a La Habana en agosto de 1994, venían con las expectativas de los
tópicos al uso. En los días de la estampida de los balseros, las
manipulaciones propagandísticas en torno a la realidad cubana
recrudecieron su impronta, tanto que muchos pensaron que estaban
contados los días del socialismo en la Isla.
En el territorio usurpado
de Guantánamo, se instaló
un almacén de balseros.
Nada mejor que abrir
bien los ojos y el corazón y ser honestos a la hora de contar una
historia. En este caso, siete historias. Balseros, el
documental realizado por Bosch y Domenech, quienes eran ya
experimentados periodistas del programa 30 minutos
(Televisión Catalunya), y presentado anoche en el Festival del
Nuevo Cine Latinoamericano, derrumba más de un mito, de cara a los
aviesos lugares comunes con los que suele desenfocar el proceso
migratorio cubano.
Con solo presentar los
puntos de partida y de llegada, en los planos geográfico, social y
espiritual, de los siete emigrantes, sin más mediaciones que las de
una cámara acuciante y una voluntad narrativa estrictamente
testimonial, se hacen evidentes las verdaderas motivaciones, las
reales circunstancias y los irreductibles destinos de seres comunes
y corrientes, atrapados por la doble moral de Washington en materia
de política migratoria, golpeados por la crisis económica de los
noventa, encandilados por la fiebre global del consumismo e
incentivados por la infame Ley de Ajuste Cubano.
Hay mucha tela por donde
cortar en cuanto a cosas que se dan por sentado en los labios de los
protagonistas o en la propia selección de los recursos expresivos
de los documentalistas, desde errores de información, juicio y
perspectiva de algunos testimoniantes hasta el nihilismo fácil e
irresponsable de la canción tema del material.
Pero por encima de ello,
la película es fiel a sus presupuestos esenciales: uno, que la
travesía de un país a otro es un viaje para toda la vida; otro,
que los sueños muchas veces se convierten en pesadilla.
Balseros es un
pase de revista al reconcomio de la nostalgia de los que partieron
sin pensar a fondo sus identidades y compromisos sociales e
individuales, la imposibilidad de trasponer valores de uno a otro
medio, los abandonos familiares, el tránsito de la euforia al
pesimismo. Todo esto dicho con la mayor objetividad del mundo. Pero,
sobre todo, el filme toca fondo en el registro de las frustraciones
humanas.
Muchas veces se ha dicho
que la realidad supera a la ficción. Pocas veces, sin embargo, ese
adagio cobra tanta fuerza como en esta película desgarrante y
aleccionadora. |