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Hadas y cocodrilos,
el regreso de Sorín y el peligro de fumar
ROLANDO PÉREZ
BETANCOURT
Paradojas de los tiempos
en curso: Cuentos de hadas para dormir cocodrilos
resultó el filme con mayor cantidad de premios nacionales obtenidos
en su país (siete Ariel, entre ellos los de mejor película y mejor
dirección) y sin embargo, en el momento de recibir esta lluvia de
reconocimientos los distribuidores no se habían atrevido a
exhibirla comercialmente.
Cuentos
de hadas para dormir cocodrilos.
Una vez más se repetía
la historia de los títulos nacionales con calidad aplastados por la
enorme maquinaria propagandística que impone los cocinados de
Hollywood. Así lo hizo saber su director entonces: Con igual
cantidad al dinero utilizado para promover una de esas películas
realicé la mía.
Cuento de hadas para
dormir cocodrilos es de los filmes que comienzan con unas
extrañas intenciones y a medida que redondean su objetivo interesan
al espectador. En esta ocasión mediante un lenguaje de ribetes
mágicos que en mucho recuerdan los mundos tejidos por Juan Rulfo.
Si algo resulta apreciable en la película es su facultad de asumir
lo autóctono mexicano desde una fantasía rural capaz de traducir,
a partir de la historia personal que se impone, momentos importantes
de la historia de ese país.
La trama narra los
pesares de un hombre con insomnio que trata de salvar de esta
condena familiar a su pequeño hijo autista. Para ello es necesario
que haga un viaje a sus ancestros y es en la articulación de ese
guión imaginativo y apoyado en mínimos recursos donde se luce el
director Ignacio Ortiz. Hay que reprocharle al filme, eso sí,
ciertas desproporciones en sus tiempos narrativos, lentitudes
evidentes aun dentro del estilo de fuerte carga literaria que se
imponen los realizadores para contar.
Smoking
room.
Carga literaria y hasta
verbosa hay también en la cinta española Smoking room.
¿Cómo sacar adelante una trama donde los empleados de una oficina
hablan y hablan sin parar? A los diez minutos uno comienza a temer,
pero va comprendiendo, y a medida que avanza el tiempo afianza la
certitud, de que está en presencia de un guión casi magistral.
Un duro reto el que
asumen los realizadores: desde pequeñas historias oficinescas,
traducir una metáfora acerca del poder y el dominio de unas
personas sobre las otras. El conflicto central parte de una gran
empresa española que pasa a manos de una compañía norteamericana.
Fumar está prohibido, es una de las primeras disposiciones.
Entonces un empleado decide recoger firmas para que se haga un
salón de fumar. Y ahí comienza la candelada de Troya.
Textos imaginativos y
actuaciones de primera hacen de Smoking room una excelente
película desde perspectivas diferentes de asumir el cine.
Historias
mínimas.
Vuelve Carlos Sorín a
demostrar su talento con Historias mínimas. El director de La
película del rey trae ahora un guión entrecruzado que se
sitúa en la Patagonia austral. Tres historias sobre un viaje a un
pueblo en busca de algo que se plasmará solo en los finales, no
como gran verdad, sino con fina sensibilidad. Un anciano (con un
gran secreto) que para prepararse a morir debe ir en busca de su
perro, un viajante decidido a aplicar técnicas de venta para
conquistar un gran amor, y una mujer muy humilde que, hijo en
brazos, participará en un programa de televisión.
Sorín se apoya en los
habitantes de la zona para las actuaciones. Solo uno profesional
lleva un hilo importante. Esto hace que la cinta cobre por momentos
un aire documental y que las diferencias resalten. Pero en sentido
general funciona la combinación. Sensible filme desde esas
historias mínimas, y, en apariencias nada "cinematográficas".
Sensible, aunque menos apasionado que La película del rey. |