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Cuba otra vez hace
la historia
El récord mundial de
un pueblo inteligente y sano
OSCAR SÁNCHEZ
Cuba
hace otra vez la historia en el ajedrez. El primer país de América
donde se jugó el llamado juego ciencia, en 1518 en la ciudad de
Bayamo, la nación de donde emergió el genio de José Raúl
Capablanca, la misma que organizó la simultánea más grande de la
historia en 1966, con 6 800 tableros, récord del planeta hasta el
pasado año 2000, cuando México reunió a
10 000 mesas, vuelve a escribir para las 64 casillas una página
imborrable, otra marca mundial: 18 000 aficionados se sentaron
frente a lo más selecto del ajedrez nacional, en un total de 11 320
tableros.
Como en 1966, Fidel
estaba allí, haciendo prácticas las palabras que dijera el 20 de
noviembre de aquel año: "La idea de Capablanca de que el ajedrez
debe ser una asignatura más en las escuelas, es una gran idea".
Cuando él movió su peón blanco hasta la casilla e4, dándole la
mano al primer Gran Maestro de la era revolucionaria, Silvino
García, quedaba inaugurada la gigantesca sesión de juego del
sábado 7 de diciembre, expresión también de las muchas razones
que amparan a este majestuoso récord del planeta.
Imagen del
récord mundial.
Lo que sucedió, de
nuevo en la Plaza de la Revolución, fue una de las más nítidas
manifestaciones de la amplia cultura general integral que viene
desarrollando un pueblo, que pasó gran parte de su historia sin
apenas poder reconocer a un peón y mucho menos tener el privilegio
de compartir con un valioso ajedrecista.
Por eso, a diferencia de
hace 36 años, varios niños talentos actuaron de simultaneístas y
otros frente a los software con los cuales estaban cargadas cien
computadoras. A uno de ellos, el Comandante en Jefe lo nombró
asesor en la partida que él y el pionerito Lázaro Castro Delgado,
sostenían con Silvino. Heriberto Díaz, de solo 11 años, le
explicó la seria amenaza que desde diferentes ángulos las piezas
negras tenían sobre el rey blanco, y las posibles cinco movidas de
su adversario.
Fidel dialoga con Nancy,
la pequeñita de cinco años,
y con Ida, su mamá.
Testimonio fiel fue
también el de la pequeñita Nancy de las Mercedes Paneque Ouviña,
de escasos cinco añitos, alumna del Círculo Infantil 10 de Abril
en el municipio de Plaza de la Revolución. Ella, en la primera
fila, con el tablero 20 del bloque B-1, llegó hasta el medio juego
con paridad de posición y calidad de piezas ante el asombro de Ida,
su mamá, y de Antonio, su padre, quien actuaba en la Plaza como uno
de los 600 Maestros.
Terminada su partida,
Fidel y Silvino dialogaron sobre la importancia del juego ciencia y
las ventajas de este en el desarrollo de la inteligencia, incluso
hablaron de la posibilidad de incorporarlo a la Televisión, en el
Canal Educativo. También compartió con el grupo de pequeñines que
se midieron ante las pantallas de las computadoras y con los
participantes. Momentos antes de despedirse, departió con
estudiantes venezolanos de la Escuela Internacional de Educación
Física y Deportes, quienes participaron en la histórica velada.
Fidel, con Lazarito y su
pequeño asesor, Heriberto Díaz.
El récord mundial del
sábado, día en que todo el pueblo recordaba la caída en combate
del General Antonio Maceo, ha merecido también el intento de
avalarlo como récord Guinnes, para lo cual se llenó el formulario
de inscripción, con 40 firmas de testigos. Entre los firmantes
aparecen Fidel Castro, Felipe Pérez Roque, ministro de Relaciones
Exteriores; José R. Fernández, presidente del Comité Olímpico
Cubano; Humberto Rodríguez, titular del INDER; y los embajadores de
China y Gran Bretaña, Wang Zhiquan y Paul Hare.
Más allá del récord,
la gigantesca simultánea de ajedrez reflejó también la calidad de
vida del pueblo cubano, pues no hay duda de que un pueblo
inteligente es un pueblo sano y libre. Esa es razón más que
suficiente para que los organizadores ya hayan pensado en organizar
esta fiesta cada dos años. |