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El arte no tiene patria,
los artistas sí
VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ
Cada uno de estos hombres y
mujeres son artistas y ciudadanos. Poseen el don de crear imágenes —cualidad
cultivada y ya se sabrá más adelante cuánto esto pesa en su vocación
de servicio público— e impactar la sensibilidad de quienes entran en
contacto con sus obras. Esta vez fueron ocho, pero han sido muchos más y
la cifra seguirá creciendo. Ocho los pintores que desde el viernes en la
tarde hasta el sábado en la madrugada, en un espacio habilitado en el
Teatro Karl Marx, se entregaron a dar forma y vida a los impresionantes
paneles murales que toda Cuba vio en el acto solemne de El Cacahual este
fin de semana.
Gilberto Frómeta aportó esos
caballos briosos que son parte de su marca personal; Juan Roberto Diago
plasmó al ser humano que va creciendo entre nosotros; Ernesto García
Peña, con su retratismo límpido, dibujó el rostro del Che, y dio aire a
la identidad de la palma real; entre Alberto Lescay y Agustín Bejarano
Maceo y el Che cobraron los perfiles de la leyenda; Eduardo Roca (Choco)
evocó a la recia gente de tierra adentro para los que se hizo esta Patria
que disfrutamos; José Omar le puso el latido del corazón; y Alexis Leyva
Machado (Kcho), quien como un torbellino unió voluntades y concibió el
montaje final en el histórico sitio, le dio el toque épico del monte y
el machete.
Hay que contar también con
los que acudieron al taller a estimular a sus colegas: José M. Villa,
Frémez, Diana Balboa, Sándor González... y Sara González, la gran
trovadora.
Observándolos trabajar y
compartiendo con ellos esos instantes de callada pero suprema poesía, se
sabía que era una manera muy clara de apoyar este referendo a que nos
hemos convocado, para que el socialismo sea el valladar contra la
voracidad imperial y la más amplia esperanza de realización humana.
Todos y cada uno, sin hacerse eco, pintaron para la Patria y
comprometieron su voto al lado de su pueblo, en nombre de una sociedad que
les ha permitido desarrollar sus talentos en las escuelas de arte, que no
les dicta qué pintar, sino simplemente alienta sus libertades creadoras,
y que en estos momentos, de manera inédita en el mundo, propicia la más
auténtica y profunda democratización de los valores culturales.
Por eso vale recordar esa
frase inscrita en un fronstispicio florentino que Eusebio Leal suele
citar: "El arte no tiene patria, los artistas sí". Nuestros artistas
contribuyen a hacer Patria al pintar.
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