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![]() La voluntad pudo más que el huracán Las viviendas levantadas en los barrios de la Ciénaga de Zapata y Jagüey Grande le dan un nuevo aire a la geografía de estos lugares y llenan de alegría a muchas familias VENTURA DE JESÚS BUENAVENTURA, Ciénaga de Zapata.—El huracán Michelle sacó del anonimato a los marinos barrios de Buenaventura y Caletón. Al amanecer del día 5 de noviembre pasado estas pequeñas comunidades estaban en ruinas. Casi un centenar de casas de madera y guano habían sido arrasadas por el ciclón. Los periodistas llegados en la mañana de aquel día a estos puntos de la geografía cenaguera, a escasos metros de la playa, quedamos atónitos al ver a decenas de familias sentadas en mitad de la calle mostrando lo poco que había quedado en pie. Todo desmantelado. Algunos muebles y colchones mojados eran el único rastro que había dejado con vida el viento voraz. En medio de aquel desastre, sin embargo, la gente no se sentía abandonada. Así lo hizo saber la joven Marisol García, quien llevaba su niño menor en los brazos: "Esto es muy duro, pero confiamos en la Revolución y en Fidel". AHORA TENGO UN PALACIO Quien salga a caminar estas comunidades pertenecientes al poblado de Playa Larga, no las conoce. Nuevas y confortables viviendas se levantan a toda prisa y les infunden un aspecto distinto a los ya atractivos Caletón y Buenaventura. En los vecinos se aprecia incluso un semblante optimista. Uno de los primeros inmuebles que se concluyó en esta zona fue el de Marisol, quien no cabe en sí de gozo. "La casa me la empezaron a construir en diciembre. Aquí trabajó todo el mundo: mis vecinos, familiares. No puedo decir nombres porque tendría que mencionar a todo el batey. "Yo no tenía experiencia constructiva, ni la menor noción de cómo era eso de hacer una vivienda. Pero he hecho de todo, y me alegra de que haya sido así, pues de esa forma uno aprende a darle valor a las cosas. Ciertamente mis dos hijos y yo estamos muy agradecidos. En comparación con lo que teníamos ahora contamos con un palacio." Es el día de la entrega de su nueva vivienda y Marisol está muy feliz. Nos pide que exaltemos la labor de la Agrupación de Santiago de Cuba, en especial la de Hubernet Leyva, uno de los albañiles que trabajó en su casa y en otros cinco inmuebles. También reconoce el aporte de Diósmedes Vargas, integrante de la misma fuerza. Ambos aceptan que el esfuerzo ha sido agotador, pero que les basta con que los cenagueros los respeten y admiren su cooperación.
Delfín González, secretario del núcleo del Partido en dicha Agrupación, llama la atención en particular sobre las casas construidas a Adolfo Moreira y Julián Rodríguez, dos ancianos que viven solos. Uno de ellos alcanzó a decir: "Tengo lo que nunca pensé tener. Estoy muy agradecido de Cuba, de Fidel y de la Revolución". Palabras más o menos así, dichas de diversas maneras pero con un sentimiento en común, se les escuchan al ciento por ciento de los damnificados cuando finalmente comienzan a vivir la nueva morada. Ocurrió lo mismo en el poblado de Pálpite, cuando Alfredo Ramos y su familia recibieron las llaves de su nuevo hogar. Asesorado por los trabajadores de Mantenimiento a la Vivienda, él, su esposa e hija ocupan una de las 50 viviendas que ya se concluyeron allí. PASOS EN LA PISTA Los vecinos de este barrio jagüeyense todavía recuerdan la visita de Fidel el día 11 de noviembre. Fue la única vez que Juana Avilés recuerda haber perdido su dominio. "No pude hablar con él. Yo estaba muy nerviosa. Lo único que se me ocurrió fue preguntarme cómo era posible que el Comandante estuviera en mi casa. Me parecía mentira lo que estaba viendo. Recuerdo sus palabras ante la algarabía de la gente: `Confíen en la Revolución'."
La casa de Juana tampoco sobrevivió a la desgracia del ciclón. Todo el techo y parte de sus estructuras fueron socavados por el huracán. Michelle sacudió fuertemente la comunidad de La Pista, donde derrumbó algo más de 200 viviendas. Ahora la mulata Avilés exhala un suspiro de aliento. Confiesa sentirse muy contenta con su confortable y nueva casita, que se debe, asegura, al "hombre que nos devolvió el ánimo cuando todo estaba oscuro". Y sostiene a viva voz: "Ya que la vio cuando era un desastre, me gustaría que pasara por aquí para que vea lo linda que quedó y comparta nuestra alegría". Su hijo Alexis Medel, estudiante de cuarto año de la carrera de Medicina, reconoce en nombre de la familia a todos los que de una forma u otra aportaron para construir una de las primeras casas en el barrio. Habla del albañil Enrique Kindelán, uno de los muchos constructores del contingente Héroes de Playa Girón, de Varadero que ayudan a los damnificados en esta región; también de los CDR, de la FMC, de los Combatientes, de la CTC, de los Delegados del Poder Popular, en suma, de todos los vecinos que han brindado su granito de arena. Sentada en la espaciosa sala de su nueva morada, Juana insiste en agradecer nuevamente: "Quisiera aprovechar para decirle a Fidel lo que en aquella ocasión no pude por el nerviosismo. Que yo soy una simple obrera, auxiliar de limpieza en una farmacia, y que sin una Revolución nunca hubiera podido tener un hijo estudiando Medicina, ni tenido con qué hacer una casa... "Todavía me duelen las manos de cargar cantos, pero ya la calamidad pasó. Los otros también terminarán la suya. Eso demuestra que un ciclón puede ocasionar muchos daños, pero no derrumbar la voluntad de la gente ni impedir que un Estado como el nuestro proteja a su pueblo. Todavía me acuerdo de los pasos de Fidel por dentro de mi casa observándolo todo, y cuando insistió en que confiáramos en la Revolución."
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