![]() |
|
El Manifiesto de Montecristi sigue siendo bandera de Cuba Un documento cardinal salido de la mente y la pluma de Martí, y que mucho alecciona y desenmascara todavía DIEGO RODRÍGUEZ MOLINA La proximidad del aniversario 150 del natalicio de Martí invita a acercarnos cada vez más a ese cubano universal cuyo caudal de ideas resulta imprescindible para comprender mejor y transformar los problemas del mundo. Estos días nos llevan de la mano a hurgar en un documento cardinal salido de la pluma y la obra del Héroe Nacional y que ha devenido una de las principales fuentes para el conocimiento de sus ideas, así como de los principios y perspectivas de su Guerra Necesaria, iniciada apenas un mes antes.
Nos referimos a lo que ha pasado a la historia como Manifiesto de Montecristi, por rememorar la localidad dominicana en que fue redactado por Martí y firmado por él en condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC), y por Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador, el 25 de marzo de 1895, cuando ya era inminente su incorporación a la guerra en suelo cubano. Ese día, además, escribe cartas de despedida a la madre, a Carmen Miyares, a María Mantilla, y a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra. Más que un mensaje público del PRC al pueblo de Cuba llamando a la lucha contra el colonialismo español y exponiendo las razones por las cuales los cubanos se alzaban nuevamente a conquistar con el filo de su heroísmo la ansiada libertad, el documento constituye viva lección de humanismo y ética, y de la solidez política, ideológica y organizativa que sostenía la nueva etapa. Pese a los años, aún conmueven la profundidad y altura épica con que escribe y deja en claro desde el inicio que: "La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la Isla, y de la ejemplar congregación en él de todos los elementos..., para bien de América y del mundo". Echa por tierra el miedo al negro, atizado por las campañas enemigas y sus inútiles intentos por oponer los jóvenes luchadores a los veteranos, y a los cubanos de la Isla contra los que en la emigración organizaban la guerra unidos en los mismos sueños y esfuerzos redentores. "La guerra no es contra el español", precisa y cifra su éxito no solo en la pelea, sino en "la energía... pensadora..." —las ideas— y "la capacidad de los cubanos, cultivada en diez años... de fusión sublime, y en las prácticas modernas del gobierno y el trabajo, para salvar la Patria desde su raíz". Así proyecta la futura República con todos y para el bien de todos. "La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, ...el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo", subrayaba con visión universal y futurista que reafirma su vigencia. Y asevera seguidamente en ese sentido: "Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo". En la actual encrucijada, cuando se han acrecentado muchos de los desafíos alertados por Martí, como la avaricia de unos pocos aumentando la pobreza de muchos, su Manifiesto sigue animando los legítimos empeños de la Humanidad en su clamor frente a la grave crisis económica, el terrorismo hecho política estatal por EE.UU. y la guerra cruel desatada por su gobierno. Montecristi se abre al mundo y a todos los tiempos en una eterna convocatoria a la unidad frente a la Norteamérica imperial que él denunciara y marchó a cerrarle su paso expansionista. Hoy sus ideas son espíritu de la nación, que se alza cual Protesta de Baraguá en el mundo, aleccionando a no entregar jamás las armas de las ideas y desenmascarando a los nuevos anexionistas vendidos a quien fuera y es el más peligroso enemigo de Martí y su pueblo: los Estados Unidos |
|