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18/03/2002
Portada de hoy

Monterrey

El sol que no complace

JOAQUIN RIVERY TUR
Enviado especial de Granma

Intente caminar por calles iluminadas y horneadas por un sol norteño con misiles térmicos de 40,5 grados Celsius y usted tendrá la misma sensación que yo en un primer día de caminatas prolongadas por las calles de Monterrey, capital del estado mexicano de Nuevo León, en un marzo cualquiera.

Foto: APEn la cercanía de Monterrey,
los polos de la pobreza.

La ciudad es calor, rodeada de montañas de la Sierra Madre Oriental, cerca de Texas y lejos de las selvas tropicales mexicanas, en medio de una zona semidesértica que lleva a uno a preguntarse qué llevó a aquellas 34 personas a fundar en este lugar la villa de Nuestra Señora de Monterrey el 20 de septiembre de 1596, para que luego un pueblo escribiera páginas gloriosas de una historia que incluye la intervención de tropas norteamericanas y la resistencia ante la agresión.

Andando por estas calles de una urbe moderna y limpia de más de cuatro millones de habitantes, sin abundancia de edificios altos, uno se sorprende de los árboles no muy frondosos de las áreas verdes (deben costar un buen esfuerzo), y casi se inquieta porque no parecen caber aquí tantos habitantes.

¡Ah! Es que era necesario atravesar ese túnel que comienza del lado allá del seco río Santa Catarina para descubrir la otra parte, la llamada Colonia del Valle, un municipio aledaño denominado Garza García donde se alojan solamente las grandes empresas de frecuente nombre norteamericano y los barrios residenciales con multitud de restaurantes y tiendas también con denominaciones sajonas.

La Macroplaza es el núcleo central de la ciudad, su símbolo, donde se agrupan los edificios gubernamentales, fácilmente ubicable por las noches debido a una torre monolítica denominada Faro del Comercio, de cuya cima surge un largo rayo de luz verde visible desde todas partes.

Destaca a Monterrey la fuerza de su producción industrial, por lo que ocupa un lugar importante en la economía mexicana. La tendencia le viene desde 1854, cuando se erigió aquí la primera fábrica textil del territorio, que abrió un camino para su desarrollo, pues un año más tarde ya tenía 324 talleres y fábricas que trabajaban el algodón, la lana, el trigo, la madera y el hierro.

Un vericueto gramatical hizo que sus habitantes fueran llamados regiomontanos, gente amable y hospitalaria, de fácil disposición de ayuda para el forastero.

Las calles se aprecian tranquilas si se las compara con Ciudad de México (Distrito Federal o DF). Por simple curiosidad, me detuve en la avenida Constitución a conversar con dos tripulantes de un carro de policía y me ratificaron la impresión. Uno de ellos me dijo: "Hasta la mitad de marzo, aquí ha habido siete asaltos a mano armada a bancos. En el DF debe ser cuatro o cinco veces mayor el número".

De noche, las calles no se ven amenazantes para los transeúntes, que son muchos usualmente, sobre todo en la zona central.

En este ambiente, comienza hoy la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo organizada por las Naciones Unidas, bajo un sol espeluznante que no complace a quien camina, pero que no ha obstruido el desarrollo de esta ciudad del norte de México.

(Más información)                                         

18/03/2002

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