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20/02/2002
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Esta lucha contra la globalización....(VII Parte)

Aquí mismo, cuando estábamos reunidos en el Foro de Sao Paulo, desde esta tribuna les decía a los argentinos: No se preocupen, no piensen tanto en el método; no se desalienten buscando un método, no hace falta. Ese gobierno se derrumba solo, no hay ni que soplarlo (Risas), así les dije. Y ya desde antes lo afirmaba así, porque nosotros en análisis y discusiones habíamos previsto estas realidades. Se estudió la historia de 1929, cuál era la diferencia entre 1929 y lo que ahora sucedía; cuándo las bolsas se habían inflado más que nunca; qué garantizaba que no se hundiera y el globo no estallara, con peores consecuencias, puesto que era mayor el papel que ocupaba en el mundo ese país, y cuando el 50% de los norteamericanos tienen su dinero invertido en esas acciones, infladas de tal modo que algunas de ellas que costaron 1 000 dólares, al cabo de ocho años valían 800 000 dólares, habían crecido 800 veces. Era una barbaridad, una locura, eso no podía sostenerse. No se sabía cuándo empezaba, cómo empezaba; pero había la seguridad de que comenzaría, y sin el acto terrorista, el acto terrorista lo que hizo fue acelerar ese proceso, ustedes lo saben perfectamente bien.

De modo que no tengo ninguna duda. Por eso comencé recordando el esfuerzo desplegado sobre la deuda en 1985. El sistema pudo, sin embargo, ganar tiempo para inventar fórmulas, y los bonos Brady, etcétera; ganó tiempo. Lo más que pudo hacer fue ganar un poquito de tiempo, cuando todavía podía; ya no le queda mucho tiempo para ganar tiempo. Ya se han complicado tanto las cosas, que no le quedan muchas oportunidades, y cada solución es a costa de agravar el futuro. ¿Y regalar? No va a regalar nada. Los que dirigen la economía del mundo son fundamentalistas en este terreno.

Les decía algo que ellos ignoran y tal vez comiencen a comprender, que estamos ante una crisis, y les había dicho que ninguna solución se encontró salida de la mente, o de ideas, o de proposiciones, tienen que salir de las realidades y tienen que salir de las crisis.

Tampoco las crisis vienen cuando quieran las personas; vienen, y a veces vienen rápidamente, porque también los acontecimientos viajan de forma acelerada. No admiten la idea de que el imperio actual pueda durar los años que duró el Imperio Romano, o duró después el Imperio inglés, o han durado otros imperios o semimperios. Hoy los acontecimientos se desarrollan aceleradamente, casi podría decirse que avanzan a la velocidad de la luz, a la velocidad con que se pueden hacer operaciones de un extremo a otro del mundo en cuestión de fracciones de segundo, o comunicarse por Internet en cuestión de fracciones de segundo. A esa velocidad marchan los acontecimientos y no pueden marchar de otra forma, a esa velocidad ha marchado el desarrollo de la ciencia y de la técnica. La historia demuestra esto.

Sin ir tan lejos, cuando surge la Revolución Francesa no podía surgir ni 50 años antes, ni 50 años después. Había una monarquía absoluta, muy bien consolidada allí, el régimen feudal, por ahí hay unos 10 ó 12 tomos, no recuerdo cuántos, de Jaurés, que explican en detalle todas las costumbres, leyes y regulaciones del feudalismo que hacían imposible la supervivencia de aquel sistema. Vinieron los teóricos, incluso, a medida que la crisis se iba haciendo evidente; pero no fueron los teóricos sus autores. Ellos formularon ideales, principios, etcétera; pero fue ya el hambre y la situación insostenible lo que condujo a la revolución en ese minuto exacto.

Nadie había escuchado los nombres de aquellos famosos jefes que no habrían sido mencionados nunca si no estalla la crisis y con la crisis, incluso, los principales jefes de aquella revolución, algunos salieron de una parroquia, otros de un obispado, otros eran burgueses o intelectuales, pero todos brillantes. Fueron perdiendo la cabeza uno por uno, casi todos también: girondinos, jacobinos, Danton, Marat, Robespierre, los moderados y los radicales, y después el golpe de Estado de Napoleón. Nadie habría conocido a ninguno de aquellos personajes. Es obvio que las crisis no solo traen cambios, traen jefes, traen los actores que dirigen o participan y nunca se repiten las cosas del mismo modo en ninguna otra parte.

Se habla aquí de aquellos que organizan los comités en la base, aquellos que organizan las cacerolas, aquellos que organizan las protestas y se comunican a través de Internet, masas que se mueven con tremenda y sorprendente fuerza. También los cambios tienen precursores; muchos de ustedes son personas jóvenes, han acumulado una cantidad de conocimientos, lo demostraron aquí. Realmente para mí fue impresionante la mesa redonda en que se trató de la crisis, y esa la vamos a trasmitir el domingo.

Ellos iban a hacer hoy un programa, y fue necesario hacer otro. La mesa que tuvo lugar ayer no tenían que repetirla por televisión sus propios autores, podía retrasmitirse íntegra, se trasmitirá íntegra, con la espontaneidad con que hablaron ellos, todo eso está filmado y la trasmitiremos. Nuestro pueblo va aprendiendo cada día. Fueron brillantes las explicaciones, de hombres, realmente, con talento, con erudición, con experiencia. Todo eso nosotros queremos y sacaremos un suplemento del cual imprimiremos, tal vez, 200 000, 300 000. Nosotros no andamos con buchitos de cosas.

Sobre el libro de Ramonet que el domingo anterior se había discutido con 6 000 personas en el "Carlos Marx", donde estaban estudiantes, muchos de los que pasaron por aquí, de las escuelas de trabajadores sociales y otras, y de las personas que están involucradas en la lucha contra el mosquito y contra los brotes de dengue, allí en ese evento había 3 000, de los 6 000 estudiantes de las brigadas estudiantiles de trabajo social, ya que como estos cursos son nuevos, solo tenemos alrededor de 1 000 graduados y ahora ingresaron 
7 000, hemos utilizado la fuerza de los estudiantes universitarios.

Seis mil de ellos, entre el 15 de julio y el 5 de agosto, en 16 días, visitaron 505 000 núcleos de la capital de la república, recogiendo opiniones sobre los más variados temas, criterios, anotándolo todo y un espacio limpio para que los núcleos visitados se expresaran sobre cualquier tema que desearan incluir entre los temas a discutir —eran más de 30 temas—; cuatro meses tardaron 300 computadoras, dirigidas por los mismos estudiantes, para recopilar los datos. Es decir que se va recogiendo gran cantidad de información y de conocimientos que solo pueden obtenerse de esa forma.

Puedo citar otro hecho, es que el país tiene fuerza: la juventud, los estudiantes, los trabajadores, las mujeres organizadas y unidas, con lo cual se puede hacer cualquier cosa. Se pesaron 2 200 000 niños de 0 a 15 años, para ver todos los que podían estar por debajo de la talla y del peso que corresponde a sus edades, para dar entonces, conocidos esos datos, el trato individual a cada uno de los que requirieran un trato o una ayuda especial y conocer qué factores incidían en que un niño no recibiera durante los tres primeros años la alimentación adecuada, lo cual traería consigo una entrada al prescolar con una capacidad intelectual inferior a un niño que haya sido alimentado eficientemente. Porque al niño hay que empezar realmente a cuidarlo desde que está en el vientre de la madre.

Que no dependa de si tiene más ingreso o menos que otro, o si tienen más cultura y más conocimiento los padres de uno o los de otro, o si algunos tienen tres cuartos en un apartamento y otros son seis que viven en un cuarto, y no vamos a esperar que se construyan equis cientos de miles o un millón de viviendas para cambiar las condiciones materiales de vivienda. La cuestión de la marginalidad no es simplemente vivir en un barrio de esos que se improvisan; hay otras cosas. No se cambia construyendo edificios, sino con los programas del tipo que nosotros creemos, que tienen una decisiva importancia en la búsqueda de una justicia posible que no existía totalmente, pero existirá y existirá en breve tiempo, se lo puedo asegurar.

El año que viene, Verrier, podemos hacer un folleto y hablarles de todos estos programas, de los cuales hemos concluido ya algunos, con un mínimo de recursos. Lo importante es querer; pero para poder hacerlo, sencillamente hay que tener la fuerza para hacerlo, y la fuerza está ahí, en las masas. A aquellos que tenían dudas les digo eso.

Si quieren otro momento de la historia, bueno, en el año 17 del siglo pasado, se crearon las condiciones para una gran revolución social, la Revolución Rusa. Antes se había producido la Revolución Mexicana, después de Porfirio Díaz. En aquellas condiciones tremendas la crisis se desata y todos sus jefes surgieron con las crisis.

Antes, en Haití, la misma Revolución Francesa desata una revolución social —no digo socialista—, puesto que era imposible que pudiera sostenerse un régimen de 300 000 esclavos dominados por 30 000 colonos franceses, eso no podía durar mucho más, y un día se deshizo todo aquello surgiendo entre los esclavos sublevados sus propios jefes. Nadie sabía quién era Toussaint Louverture o los demás. Y los 30 000 soldados, con uno de los jefes más brillantes del famoso ejército napoleónico, no pudieron aplastar la revolución de los esclavos.

Esto tuvo tremendas consecuencias, porque vinieron muchos colonos a nuestra isla y se convierte Cuba en una sociedad esclavista, productora de café primero y caña después, en que los criollos eran los dueños de las tierras heredadas de sus primeros colonizadores, mientras los españoles monopolizaban el comercio, la administración y la seguridad pública, todo aquello sostenido por filosofías, creencias y principios que parecían inmutables.

La propia independencia de América no surge sino cuando se produce una gran crisis. Hubo sus precursores, algunos que habían repartido las declaraciones de los derechos del hombre, los que hablaron de libertad, igualdad y fraternidad, que todavía no se ha implantado realmente en ningún país de la Tierra.

Eran fuertes todavía las ideas monárquicas en nuestro hemisferio. Mas cuando vino la ocupación de España por el famoso ejército napoleónico, destituyen a un Borbón y sientan a un hermano de Napoleón, se sublevó el pueblo español.

Las primeras juntas que surgen en las colonias españolas de este hemisferio eran juntas que respondían más bien a un sentimiento de lealtad hacia España, salvo algunas excepciones como las de Bolívar y otros en Venezuela, allí donde había actuado Miranda, que había participado también en la lucha por la independencia de Estados Unidos, había participado en las batallas de la revolución y es el primer presidente que nombran allí. Las luchas se transforman en revoluciones por la independencia, durante más de 15 años, hasta los últimos disparos de la batalla de Ayacucho.

Ni Sucre, ni Bolívar, ninguno de aquellos personajes habría aparecido en las hojas de la historia, 20 años antes ó 20 ó 30 años después.

Nuestras propias guerras de independencia surgen de la misma forma, en el momento oportuno. Los factores subjetivos se pueden adelantar o se pueden atrasar; pero surgen, se desarrollan, y los factores subjetivos pueden influir decisivamente. Puede que una revolución como la bolchevique termine como terminó, a pesar de que se llevó a cabo, y estoy absolutamente de acuerdo que cuando la esperada revolución en todos los países industrializados no se produjo, no se rindieron por ello los revolucionarios y decidieron construir el socialismo en un solo país, lo cual estaba en contradicción precisamente con la teoría de Marx, y no vacilaron en hacerlo.

Uno podría hablar de muchas cosas, incluso de algunos puntos de vista y criterios. Cuando pudo romperse en el mundo la correlación de fuerzas, fue impedida por factores subjetivos. Y al fin y al cabo, nosotros también hemos hecho la Revolución en un solo país, aquí, entre todos los de América Latina, donde con excepción de México, todos los demás llamados gobiernos, y hay que emplear esa palabra, se unieron a Estados Unidos contra Cuba. A veces culpamos a los gobiernos de los problemas, cuando ya ni la independencia ni los gobiernos existen, su poder es cada vez más reducido al mínimo. Los partidos políticos en nuestro hemisferio han sido desacreditados totalmente, han sido destruidos por el orden político y económico establecido, y desde mucho antes.

Llevamos casi 200 años desde la primera lucha por la independencia, y, ¿cuánto hemos cambiado? ¿Qué ocurrió con los indígenas? ¿Qué ocurrió con los descendientes de los esclavos? ¿Qué ocurrió con los descendientes, incluso, de los propios colonizadores, o los mestizos y todos los demás? El mundo sabe lo que pasa con ellos, como conoce la mortalidad infantil, el nivel de analfabetismo, de pobreza, desempleo y todas las calamidades que ustedes han mencionado aquí; no lo ignora nadie.

Nosotros conocemos bien en qué condiciones hicimos la Revolución. Fue muy útil para nosotros en los primeros años, ciertamente, la existencia de ese campo socialista, de un socialismo, no digamos real, digamos imaginario, porque no es lo mismo lo autóctono que lo importado; no es lo mismo un proceso político, una revolución por inseminación artificial, o por clonación, y lo que hubo realmente fue una cierta clonación de la experiencia de un país que saltó del feudalismo al socialismo, con 80% de campesinos ignorantes cuando hizo la revolución; un puñado de proletarios en el país menos industrializado de Europa que, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se extiende a la parte agrícola y más subdesarrollada de Europa.

Caemos en la etapa en que Estados Unidos emerge de esa segunda guerra como potencia incontrastable, con su industria intacta y el 80% del oro del mundo, que le permite imponernos el famoso Acuerdo de Bretton Woods, hasta que malversaron y malgastaron las dos terceras partes de ese oro, y cuando solo le quedaban 10 000 millones de oro en onzas troy, con el valor conocido de 35 dólares, y un mecanismo que garantizaba la estabilidad de ese precio mediante la compra de oro cuando sobraba y su venta cuando escaseaba. Funcionó como una maquinita exacta y precisa, hasta que después de la guerra de Viet Nam, 500 000 millones de dólares gastados sin impuestos, le quedaba un tercio del oro original y es suprimido el patrón oro. El oro fue sustituido por el papel, por los billetes que imprimía el Departamento del Tesoro o la Reserva Federal, y con papeles desde entonces han estado cubriendo sus enormes déficit, una deuda interna que se multiplicó después por cinco en unos pocos años.

Con papeles compran nuestras mercancías y nuestros servicios; con papeles sostienen hasta 400 000 millones de dólares de déficit, mientras a nosotros se nos prohíbe un centavo por encima de cero: "Cierren escuelas, cierren hospitales, lancen la gente al hambre, a la calle, al desempleo." Lo sabemos porque es lo que nos dicen aquí todos los médicos, maestros, profesores que constantemente participan en reuniones y cuentan sus tragedias en América Latina.

Esas son las normas que rigen, una ley del embudo, como se dice aquí. Y además de pagarnos con papeles, nos obligan a que les vendamos nuestros recursos naturales y nuestras industrias, en algunos lugares hasta el tren, los parques, las calles, las carreteras, etcétera, etcétera.

(Continúa)                                     

20/02/2002

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