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20/02/2002
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Esta lucha contra la globalización....(VI Parte)

Hoy mismo le estaba enseñando a Pérez Esquivel las opiniones recogidas ayer, después de la mesa redonda sobre el problema argentino. Recogemos de cada uno de estos temas, entre 3 000 y 5 000 opiniones espontáneas, y es impresionante lo que en dos años ha aprendido nuestro pueblo. Ustedes le pueden hablar del Fondo Monetario, del Banco Mundial, le pueden hablar de cantidad de temas que hace dos o tres años nuestra población no conocía. De vez en cuando, si es un poco árida la materia, siempre se les recomienda a los panelistas que cuando usen un término técnico, inevitable, lo expliquen.

En el programa Universidad para Todos, una hora de enseñanza de inglés por televisión cuesta al Estado 109 dólares. Si un millón de personas recibe un curso de 160 horas, el costo por persona es de 1,8 centavos. Puede apreciarse cuán ínfimo costo. Si tal clase se imparte en tres horas diferentes para mayor comodidad de los que siguen el curso de acuerdo con su actividad diaria: a las 7:00 de la mañana, a las 2:00 de la tarde y a las 11:00 de la noche, el costo por persona de todo el curso se eleva para el Estado a 5,4 centavos de dólar. Por su parte, quien recibe el curso completo gasta 8 centavos en electricidad y 25 centavos, que es el costo en divisas del material impreso que se le entrega: 33 centavos de dólar en total por 160 horas de clase.

Hemos puesto la tecnología al servicio de la educación y la cultura de la población. No existe propaganda comercial, no la ha habido jamás; los spots son para aconsejar que no beba, que no fume, cómo una madre tiene que cuidar a un niño, cursos de educación y jamás la publicidad de tipo comercial.

Ustedes saben que la televisión en sus países respectivos es constantemente interrumpida por los famosísimos spots. En el momento culminante, en el más emocionante, paran el programa y ponen un anuncio. Eso no se conoce aquí, podemos hacer con esos medios técnicos lo que queramos y el costo es sumamente económico.

Pérez Esquivel nos hizo el honor de recordar los 75 000 jóvenes a los que pagamos un salario por estudiar; no a los del curso regular. Lo que tenemos que evitar es que cualquier joven que llegue a los nueve grados, después, por alguna razón, no estudie ni trabaje. Entre otras causas puede ser porque se case una joven a los 16 ó 17 años; otro, de acuerdo con el núcleo, educación y otros muchos factores que hemos estudiado bien y seguimos estudiando.

Ya sabemos perfectamente qué hacer para que ninguno se vaya del sistema escolar: trabajo con la familia, trabajo con el joven, motivarlos —y de eso se ha aprendido algo—, en la categoría de noveno grado; estos alumnos tienen entre 17 y 30 años —eso lo expliqué hace dos días, pero muchos no estaban aquí—, noveno grado aprobado, por lo menos, algunos son graduados de bachiller, o de otra rama de la enseñanza media superior; por lo tanto, la categoría de noveno grado desaparecerá en unos pocos años. Y son 75 000 porque no hay más. Si fueran 100 000 lo podemos hacer, 120 000 lo podemos hacer, y eso no cuesta nada. Les pagamos un salario con el que resuelven muchos problemas y si no les ofrecemos un empleo profesional a plazo fijo, los vamos preparando, irán recibiendo los empleos correspondientes a medida que estos sean creados; porque no es lo mismo una provincia que otra, algunas tienen determinado desarrollo del turismo, por ejemplo, u otras producciones, unas más que otras.

O es una madre de tres hijos. Sentada ahí, más o menos en la tercera fila, durante un congreso de estudiantes, estaba una joven de la provincia de Guantánamo que tiene tres hijos, la mujer más feliz del mundo, y no ha faltado una vez a clases. Un 95% de asistencia, como norma, en esas escuelas.

Es increíble lo que se puede, y lo que nos cuesta al cambio de 20 a 1 son cifras que nadie las creería, puesto que nuestro peso tiene poder adquisitivo.

Ahora, vean qué confianza la demostrada. Cuando se produjo un cambio de tendencia en las Casas de Cambio, comprándose más dólares que pesos, fue necesaria una explicación y orientación pública a partir de la cual esa situación no duró ni dos días más; es la confianza que tienen en el banco, porque jamás se ha tocado el dinero de los ahorristas.

Se habían regado algunos rumores de que se iban a quitar las Casas de Cambio, se les garantizó que continuarían; se les garantizó que no se tocarían los precios en pesos, excepto los mercados agropecuarios que son libres.

Y estamos enfrentando el ciclón, que fue el más devastador que pasó por el país: 6 millones de personas están recibiendo ayuda por el ciclón; retorció las torres de acero de las comunicaciones de televisión en algunos lugares o de las líneas de alta tensión.

El país está enfrentado hoy con ese problema, con la crisis económica; está enfrentado ahora con el mosquito, el Aedes aegypti; a los únicos que no hemos movilizado es a los 2 000 alumnos de esa escuela, una parte de los cuales está en el lateral izquierdo, son alumnos de una escuela que no se ha terminado todavía. Van a estudiar enfermería partiendo de décimo grado.

Tenemos algún déficit de enfermeras en la capital. Son excelentes muchachos. ¿Saben cómo estudian?, en 52 locales diferentes. Fueron seleccionados por municipios, y van a trabajar en centros cercanos a su residencia. Reciben las clases, una directora excepcional. ¿No vino la directora hoy? (Le dicen que sí.) Muy buena directora, ellos lo saben (Aplausos). Y tienen una tremenda motivación; ellos no están participando porque son de décimo grado, están todavía muy jóvenes. Hay otras escuelas que son graduados de bachiller, sus alumnos están en controles de calidad, y también las escuelas de trabajadores sociales, otro trabajo que hemos creado. Ingresaron 7 000 bachilleres.

La enseñanza universitaria se va a multiplicar; las clases por encuentro se harán en los municipios, lo mismo que hemos hecho con esos jóvenes de 17 a 30 años, en las mismas instalaciones de la enseñanza media, que quedan libres a las 5:00 de la tarde, de 5:30 a 8:30 cuatro días a la semana, y ya están pidiendo el quinto día.

Marchan esos programas, ¿y qué cuestan? Nada, ningún edificio, los profesores que dan las clases. Les dije: Allí tienen los laboratorios de computación, tienen los programas pertinentes para cualquier cosa. Se les darán conocimientos generales, idioma y conocimientos, pueden ingresar en la universidad.

Ya hoy tenemos profesionales, economistas, abogados, personal calificado en cualquier municipio del país, lo suficiente para que trabajen como profesores, auxiliares de la universidad. Los cursos por encuentro iban a ser los sábados y ahora podemos hacerlos tres días a la semana, sin moverse del municipio, porque hay limitaciones con el transporte. Cambiamos los métodos, y de manera económica y fácil multiplicaremos y daremos oportunidades para los estudios universitarios.

Ustedes hablaron de un proyecto aquí que es un seguro contra desempleo, o hay países con dinero que subsidian; pero el hombre no debe sobrar. Lo más humillante del desempleo es tener la impresión de que el ciudadano sobra, hiere su autoestima.

Estas son fuerzas tremendas que hemos ido descubriendo. El ansia de conocimiento que tiene el ser humano es en lo que se basan los éxitos que van teniendo todos estos nuevos programas que estamos realizando. Bueno, ¿para qué subsidiarlos? ¿Por qué no organizar una escuela? Y si no le podemos asegurar en tiempo relativamente breve una plaza, al otro año le aumentamos el ingreso, y se puede crear una nueva profesión, la profesión de sabio; pueden seguir estudiando hasta convertirse en sabios.

No dudo de que muchas de esas madres —hay que ver, la mayoría, el 65% son mujeres— se graduarán en las universidades, y no tendrán problema, y sus hijos estarán junto a ellas, y tendrán los servicios educacionales, los servicios de salud y de recreación, no les faltará nada, y así vamos haciendo con toda la sociedad.

Hemos descubierto relaciones entre conocimiento, cultura y delito de enorme valor, sobre todo en un hemisferio donde crece el delito, como ustedes saben perfectamente bien, y donde crece el consumo de las drogas, terrible flagelo del que nos hemos librado; y no sé cómo se las van a arreglar cuando ahora están surgiendo el éxtasis y otras cosas, y estadísticamente se conoce cómo crece su consumo entre los jóvenes, duplica y triplica, y es más barato que la famosa cocaína. Es cuestión de educación, y nosotros pensamos en educadores, no en trasmisores de conocimientos, para cumplir el principio de un gran filósofo cubano de la primera mitad del siglo XIX cuando dijo: "Instruir puede cualquiera; educar solo quien sea un evangelio vivo."

Daremos un salto de calidad desde el momento en que tengamos educadores, un educador con 20 alumnos ahora y con 15 después. Y estamos desarrollando también programas y probándolos, en virtud de lo cual pensamos que haya en séptimo, octavo y noveno grado, primera parte de la secundaria básica, un profesor cada 15 alumnos.

No habrá desempleo. Iremos preparando a la gente. Les hemos prometido a todos los jóvenes que tienen garantizado el empleo, con una sola condición: que estén preparados. Con las nuevas ideas que se fueron desarrollando, hemos ido disminuyendo el desempleo, ya lo dije en otra ocasión. Llegó en un momento al 8%, estaba ya a finales del año 2000 en 5,4%; hoy está en 4,1%, y a finales de este año estará entre 3% y 3,5%, si es que no lo bajamos.

La categoría de desempleado tiene que desaparecer. Un hombre no puede sobrar, y la sociedad donde el hombre sobre no sirve, no resiste un análisis ético, no resiste un análisis humano, entonces ya de por sí está condenada desde el punto de vista moral y humano.

En la época de Roma no se podía pensar eso, ni en la edad media; pero hoy se puede pensar, hay suficiente conocimiento y hay argumentos para defender la racionalidad mínima que se requiere en una sociedad para que no sobre gente. Nosotros hemos llegado más lejos; pero no quiero añadir más. ¿Qué cosa no puede haber en una sociedad medianamente racional?

Vemos que la tecnología industrial, cada vez más moderna y productiva, conduce al desempleo, y el desempleo es un mal que, como una sombra, no se puede quitar de encima el sistema. Aquí ustedes lo analizaron.

Día para mí especial fue el de ayer. Nuestro Ministro Presidente del Banco Central explicó algunos datos muy interesantes, cuando habló de la especulación y el divorcio entre la economía real y la economía especulativa. No es posible olvidar el dato de que las bolsas de valores o el precio de las acciones de las bolsas de valores de los países industrializados es igual prácticamente al Producto Bruto anual de toda la economía mundial. El valor inflado de las acciones era de 31,2 millones de millones; y el del Producto Bruto Mundial de bienes y servicios, 31,3 millones de millones.

Vean ustedes adónde se ha llegado. También en Estados Unidos, que tiene alrededor de 10 millones de millones de Producto Interno Bruto, el valor de las acciones en las bolsas asciende a 1,3 veces el valor de ese Producto Interno Bruto.

Ofreció otro dato bastante impresionante cuando habló de que el precio de las acciones de algunos de los grupos de la bolsa de valores de Estados Unidos entre 1981 y 1999 se había incrementado en 570% y las ganancias se habían incrementado solo en un 61%.

¿Hacen falta más argumentos para demostrar que la economía ha dejado de existir? ¿De qué economía hablan ustedes?, díganme la verdad.

Los economistas tendrán que convertirse en expertos en juegos, en adivinanzas. Sí, porque se ha convertido en un casino. Hoy los economistas han sido convertidos en empleados del casino de la economía mundial, y mucha falta hace que esos empleados conozcan cómo funciona el casino. Ya se sabe que las operaciones especulativas ascienden a 3 millones de millones de pesos cada día.

Recuerdo que en Copenhague, en una reunión cumbre sobre los problemas sociales, un dirigente europeo de bastante prestigio se entrevistó conmigo y me habló con desesperación de que había 1,2 millones de millones de operaciones especulativas diarias. Eso en 10 años ha pasado a ser 3 millones de millones de dólares diarios y, en cambio, todas las operaciones para el comercio mundial alcanzan solo alrededor de 8 millones de millones de dólares; es decir que cada tres días se produce más flujo de dinero para satisfacer las operaciones especulativas que las que necesita el comercio mundial durante un año. ¿Qué economía es esa?

Pues hay que ser ahora economista, experto en ciencias políticas, experto en juegos de azar y, además, astrólogo, para poder interpretar los acontecimientos.

A veces uno se desespera, porque ve la repetición y la repetición de un fenómeno, frente al cual pareciéramos impotentes y que nada pudiera hacerse, y tienen toda la razón del mundo, mas estoy muy lejos de ser pesimista. Mundos nuevos no saldrán de la cabeza de nadie, a aquellos que lo soñaron desde la época de Platón los llaman —como ustedes conocen— utopistas. Pero todo el mundo no es utopista; Martí se quejaba amargamente, y lo decía: "a los que me llaman soñador...", les digo que: "los sueños de hoy serán las realidades de mañana."

Les habla un soñador que ha pasado por la experiencia de ver sueños convertidos en realidades; que ha pasado por la vergüenza de ver que podían haber sido mayores realidades. Lo hago con la vergüenza de no haber soñado cuando comenzamos —y ya eran sueños ambiciosos— todas las cosas que estamos convirtiendo hoy en realidades (Aplausos).

Les dije hace un tiempo que faltaba un tercer elemento decisivo; no solo era la conciencia, no solo eran los conocimientos, faltaba una cosa esencial cuando se sueña con cambios en el mundo.

La breve historia de que les hablaba está llena de soñadores que no vieron realizados sus sueños, porque además de sueños, conocimientos, conciencia, deseo, buenas voluntades, hacen falta las condiciones objetivas, y las condiciones objetivas las trae la historia, y no habrá cambios profundos, ni los hubo nunca, que no estuviesen precedidos por graves crisis. Ahí está la clave.

Solo de las grandes crisis han surgido las grandes soluciones; se lo digo a los que se preguntaban qué hacer, y prepararse es una de ellas, sembrar ideas, sembrar conciencia. En el optimismo de los que creemos que partimos de hechos reales, no nos asusta siquiera que un ALCA venga y se trague a la América Latina y el Caribe completos, porque me trae a la memoria un recuerdo bíblico, ya que yo tenía todos los años que estudiar Historia Sagrada, como le llamaban al Antiguo Testamento y al Nuevo, y hablaban de aquel profeta que se llamaba Jonás, si mal no recuerdo, que fue tragado por una ballena; pero la ballena no pudo digerirlo y salió entero de su vientre.

De tal manera creo en las realidades y creo en el futuro cercano que, aun si nos tragara, los 500 millones de latinoamericanos y caribeños saldremos del vientre de una ballena que no podrá jamás digerirnos (Aplausos).

De modo que no podemos albergar temor alguno, hay que creer en las leyes de la historia, las que conocemos por haber meditado sobre ellas, las que conocemos por las deducciones, las que hemos conocido por el estudio y observación de las realidades. El problema del sistema ya se dijo, es sencillamente que no puede sostenerse y lo que no puede sostenerse se derrumba.

(Continúa)                                     

20/02/2002

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