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![]() Esta lucha contra la globalización ....(II Parte)Habrá que analizar también cómo marcha el famoso ALCA, discutido aquí. Es un tema que hace muy poco se debatió aquí, en una reunión sobre el tema en concreto; un tema que se debatió también aquí en el Foro de Sao Paulo. Sobre el ALCA casi todos los intelectuales y todas las personas que piensan, que tienen conocimientos, han definido ya sus puntos de vista y son, como regla, en su inmensa mayoría, opuestos al ALCA. Lo peligroso del ALCA no son los puntos de vista de los intelectuales, de los economistas y de los pensadores políticos; lo peligroso del ALCA es la falta suficiente de información que poseen las masas de los pueblos de nuestro hemisferio, muchos de ellos con elevados índices de analfabetismo, y cientos de millones sin ninguna preparación para conocer, salvo las experiencias personales, teóricamente lo que significa el ALCA. Vean cómo se endeudó este hemisferio. No lo consultaron ni con los parlamentos, no lo consultaron muchas veces ni con el Consejo de Ministros; eran ministros de Economía o Hacienda que, más o menos en combinación con las más altas autoridades políticas, decidían. Incluso las grandes deudas —y creo que alguien lo recordó aquí— se comenzaron a contraer masivamente bajo gobiernos tiránicos, gobiernos sangrientos, que no consultaron con nadie. Si acaso aquella deuda y sus secuelas ayudaron de cierta forma a que se produjera la llamada apertura democrática, sin duda, algo mucho mejor que lo que había, porque desaparecieron gran parte de las desapariciones, desaparecieron gran parte de los asesinatos, se redujo considerablemente la represión, que no ha desaparecido, ni mucho menos; pero todas aquellas enormes deudas se generaron a espaldas del pueblo. Muchas veces la banca privada o los gobiernos le pintaban al pueblo como una gran cosa que se había resuelto una crisis económica porque habían logrado un préstamo del Fondo Monetario de 10 000 millones, ó 20 000, ó 30 000. Nadie sabía las consecuencias de eso, no podían comprenderlo. En el año 1985, hace 17 años, se produjeron importantes reuniones en Cuba a lo largo de todo ese año, reuniones de estudiantes latinoamericanos, de campesinos latinoamericanos, de mujeres latinoamericanas, organizaciones de trabajadores, y, en fin, de personalidades políticas e intelectuales de todo tipo. Las reuniones no podían ser aquí, eran en el teatro "Carlos Marx", donde caben alrededor de 6 000 personas, fueron días y días de análisis, de discursos; sí, allí había que oírlos, 100, 120, 130 discursos, no se podía hacer otra cosa. ¿Qué se buscaba? Crear estados de opiniones sobre la deuda. Ni se sabe la cantidad de materiales que hay guardados por ahí y algunos mensajes. Recuerdo que, incluso, nosotros después de cada una de aquellas reuniones les enviamos a todos los jefes de Estado, con algunas excepciones lógicas, el material de lo discutido; entre ellos, al Papa, como Jefe de Estado, y vimos después con satisfacción que una de las banderas del Papa fue precisamente la cuestión de la deuda dentro de sus proyecciones, que se expresaron en el Sínodo de Roma, relacionado con la lucha contra la pobreza y la deuda. Los africanos no se preocupaban mucho todavía, porque su deuda no era muy elevada, no les habían prestado tanto como a los latinoamericanos, y no le daban, por ello, mucha importancia; hoy le dan una importancia mucho mayor. Los latinoamericanos lo tomaron más en serio. Claro, no se pudieron lograr algunos objetivos, porque recuerdo que por aquellos días bastaba un país, un solo país de los tres grandes que se alzara contra la deuda y dijera: "No pago", y no se habría podido evitar entonces una verdadera solución a la crisis de la deuda u obtener al menos 10 años, 20 años de moratoria. Alguien explicó hace unos minutos, incluso, que eso de no pagar una deuda tenía un antecedente histórico, allá por el principio del pasado siglo. Creo que fue Borón quien habló del tema. ¿Y saben quién era ese país que pudo dar un paso decisivo? Argentina, que estaba padeciendo las peores consecuencias; pero todavía tal vez no ha llegado la hora de dar a conocer determinados esfuerzos para persuadir a uno de los tres grandes. Los tres grandes eran: Brasil, México y Argentina. Aquí me detengo, porque el esfuerzo era por formar opinión, movilizar masas y tratar de persuadir a algunos líderes de que tomaran decisiones que habrían hecho posible una solución, como la que ya desde aquel tiempo debió buscarse. Se les dio tiempo a los países ricos, sobre todo a los grandes acreedores del Norte que entonces jugueteaban con la tasa de interés y, por lo general, los convenios eran tales que, cuando subían las tasas de interés, subían también las tasas de la deuda contraída; no era como en este instante que la han bajado a 1,75 en la doceava ocasión en que, acudiendo desesperadamente a tales resortes, bajaron la tasa hasta ese límite para combatir la recesión. Ahora, si entonces la deuda en América Latina era de 300 000 millones, la deuda a mediados del año pasado, 2001, era ya de alrededor de 750 000, se había más que duplicado, y habría que sacar las cuentas más claras para saber a cuánto ascenderá en el 2002. Alguien dijo por ahí que los mexicanos habían reducido un poco la deuda externa el pasado año; pero en Argentina y otros países creció, y no sé quién podrá buscar el dato para saber si la deuda alcanzó o no los 800 000 millones, pero en condiciones diferentes, ahora sería en medio de la más seria y amenazante crisis económica que se ha producido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Nadie debe tener ninguna duda de eso, y ustedes no la tienen porque lo han expresado aquí. Ahora hay que pagar una deuda mucho mayor; y ahora, además de una enorme deuda, las riquezas nacionales, las riquezas fundamentales, incluso las más sagradas, con algunas excepciones, han sido privatizadas. Antes eran deudores que tenían algo y ahora son deudores cuya deuda se ha multiplicado y continúa multiplicándose, y no tienen nada. A esa deuda hay que añadir los cientos de miles de millones de dólares de privatizaciones, que antes era una especie de reserva, ya hoy agotada. Por eso es mucho más grave la situación. Y a esa deuda se une la de África, se une la de Asia, al extremo que sobrepasa los 2 millones de millones, aunque en eso nosotros, los latinoamericanos, somos campeones olímpicos, ocupamos el primer lugar, medalla de oro; sin oro, ni esperanza de oro. Es mundial el problema. Además, no había OMC en 1985, existía algo que se llamaba GATT. Sí, nosotros estuvimos aspirando a realizar una reunión del GATT o de la UNCTAD aquí, íbamos a usar este Palacio de las Convenciones, más una ampliación para oficinas necesarias, que terminó, al final, siendo hotel, porque nos dimos cuenta de que no valía ni la pena, Estados Unidos se oponía tenazmente. El GATT, metamorfoseado en OMC, es otro de los grandes instrumentos de saqueo y explotación, y está en manos de los dueños del mundo. Aquí se mencionó en un momento dado la última reunión en Qatar. Buscaron un país desértico, donde era muy difícil llegar en bote o por carretera; mas no solo por la distancia, sino también porque el pasaje hasta allí costaba muy caro. Debo decir, en honor de la verdad —y también aquí se mencionó por la tarde—, que ciudadanos norteamericanos y canadienses, de los que poseen Internet, que son intelectuales y, por lo general, capas medias de la población, son los que, comunicándose precisamente a través de esa vía, organizaron las protestas de Seattle, organizaron las protestas de Nueva York, organizaron las protestas de Quebec. De modo que ya el G-7 y los demás no tienen dónde reunirse. Yo pensaba que tal vez en esa nueva estación orbital prepararan algunos camarotes para reunir al grupo G-7. Ya han confesado que resulta muy difícil, pues han buscado una montaña por allá por Canadá para reunir al G-7 o a la OMC, una montaña altísima, distante, desértica y fría. Davos parecía el año pasado un campo de trincheras de la Primera Guerra Mundial, que muchos, o algunos de ustedes, habrán visto en fotos de la Batalla de Verdún, o del Marne, y tan pacíficos y neutrales son los suizos, que tenían un ejército allí con cascos y todo tipo de armamento, que en la loma aquella de practicar los deportes invernales, pudieron llegar los que protestaban. Y de tal manera escarmentados, buscaron nada menos que Nueva York para reunirse; ahora cambiaron un poco el lenguaje, usaron determinadas palabras engañosas y piadosas, que es un método, es un estilo. Pero ya ni en Suiza, y aprovecharon la coyuntura y las medidas de seguridad adoptadas después del 11 de septiembre en aquella ciudad. Tal vez esto esté relacionado con algunos de los hechos que están ocurriendo en estos momentos. Si ustedes me dan unos minutos, hago referencia a ese punto después, cuando nos acerquemos al final, que espero que no esté muy lejano. Están en crisis hasta de locales. A lo mejor un día nos piden que les prestemos La Habana para dar una reunión de ese tipo; pero lo más probable es que la hagan en la Base Naval de Guantánamo (Risas). Los he escuchado a ustedes, por ejemplo, hablar de la Base de Manto y la otra por aquí y por allá, y pensaba yo que también nosotros tenemos una base, hace casi un siglo, impuesta en los primeros años, después de la intervención aquella, cuando España estaba exhausta y no podía mantener su guerra colonial; intervención tras frases engañosas, tras declaración conjunta en el Congreso de Estados Unidos, que concluyeron en una guerra, una ocupación y en una llamada Enmienda Platt, que le otorgaba al gobierno de Estados Unidos el derecho a intervenir con sus fuerzas armadas en nuestro país ante cualquier alteración del orden que perjudicara sus intereses; enmienda que obligaron a introducir en la Constitución de la República, creando un verdadero trauma entre muchos patriotas, a los que pusieron en una alternativa: o lo tomas, o lo dejas, con relación a la independencia del país. Y esto fue ya cuando concluía el cuarto año de ocupación militar y se discutía la Ley Fundamental de la República. Tiene que haber sido terrible. Algunos se opusieron firmemente a cualquier precio, pero otros consideraron inevitable aceptarla. Ya no había Ejército Libertador, había sido desarmado; ya no existía el Partido Revolucionario, creado por Martí para llevar a cabo la Revolución, dirigir aquella Revolución. Martí fundó un partido para organizar, dirigir y hacer la Revolución antes de que Lenin fundara su partido revolucionario en Minsk; fue el primero, y no era marxista porque no podía serlo. Esta era una sociedad recién salida de la esclavitud, donde no existía proletariado, y aquel hombre supo abordar genialmente los más delicados problemas, frente a la propaganda española, y algunas frases pronunció de Marx, y una de ellas muy bella: "Puesto que se puso del lado de los pobres, merece honor." ¡Pero qué visión lo que escribió a finales del siglo XIX sobre intentos alcanos!, cuando digo alcanos me refiero al ALCA, no a esa organización Al-Qaeda, no es tanta la diferencia entre una y otra (Risas). Debo decir, de paso, ¿no?, que el estúpido y brutal crimen cometido en Nueva York hizo un daño tremendo a todo el mundo; hizo daño no solo al pueblo y a la economía norteamericanos, aceleró el proceso de la crisis económica mundial, aunque esta venía ya en picada; golpeó todos estos movimientos de los cuales hemos hablado, de intelectuales, de economistas, de personas preocupadas por la globalización, los que libraban la lucha que hemos estado mencionando; ejerció un efecto paralizador dentro de Estados Unidos, donde se hacía mucho más difícil, ante la irritación y la confusión reinantes, ante el papel de aquellos que se oponían a la globalización, corrían el riesgo, incluso, de ser declarados terroristas. Tal vez, sin ese acto terrorista, no habrían podido reunirse los de Davos en Nueva York —eso lo inventaron después, aprovechando el clima que se respiraba—; afectaron la reunión de Porto Alegre en Río Grande del Sur, donde probablemente habrían asistido unos 100 000 participantes y llegaron solo a unos 50 000 ó 60 000 según criterios. Aquí tuvo lugar la reunión contra el ALCA, y aunque una de las delegaciones más numerosas fue la norteamericana y canadiense, muchos de ellos no pudieron participar en aquella reunión, porque estaban muy recientes los acontecimientos, habían sido golpeados. También el Foro de Sao Paulo. Se dio el Foro de Sao Paulo esta vez en La Habana, como se realizó el de Porto Alegre, no se desalentaron los que iban a participar y llevaron a cabo las reuniones, muy importante. Pero el acto terrorista golpeó estas luchas y dio lugar a pretextos para políticas nuevas y teorías francamente intervencionistas. Aquí, incluso, con una frase se trató de señalar lo que estaba ocurriendo, cuando se utilizó la frase de dictadura militar mundial. También pudiera hablarse de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, esto para los que leyeron esa obra de Marx o la lectura de Las guerras civiles en Francia, que es de obligada lectura para aquellos aficionados al estudio del marxismo y de los que pasan por determinadas escuelas, especialmente cuando se trata de obras de ese tipo, porque es mucho más fácil leer El 18 de Brumario que leer El Capital; este tiene un material de contenido estrictamente económico y el otro es una bella forma, una elegante y amena forma de describir acontecimientos históricos. O sea que Marx no tenía nada de dogmático y cuando abordaba esos temas lo hacía realmente con una gran capacidad de persuasión. Estos son problemas de tipo económico, aparte de los que he mencionado de la deuda y que dieron lugar a las disquisiciones que hicimos sobre los movimientos sociales y políticos afectados por la barbarie y la estupidez de tales actos que nosotros condenamos sinceramente, porque hace mucho rato que meditamos sobre tales métodos, y porque libramos una guerra, que duró 25 meses, librada exitosamente, y no recuerdo todavía, en numerosos combates en los que participaron nuestras fuerzas de la Columna Uno, de la cual salieron todas las demás, un solo caso de un civil inocente muerto. Nuestra lucha era una lucha de liberación en que a los prisioneros los tratábamos con gran respeto, no estaban ni 48 horas presos, como máximo 72; se lo entregábamos a la Cruz Roja Internacional, ya cuando empezamos a capturarlos masivamente. Les dábamos nuestros medicamentos a los heridos y a los prisioneros los poníamos de inmediato en libertad. Eran nuestros suministradores de armas, lógicamente debíamos tratarlos bien, eso es elemental (Risas). Al principio luchaban y resistían hasta la última bala, nos costaban vidas, nos costaba parque, creían que los íbamos a matar, les habían sembrado eso en la cabeza, y fue la práctica la que los fue convenciendo a todos; cuando tenían perdida la batalla, ya entonces era más fácil que cesara el combate. Hubo algunos que se rindieron tres veces. |
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