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Un cubano llamado Cintio Vitier

ANGEL AUGIER

NO ES necesario esperar fechas determinadas que marcan un estadio notable de la edad de una persona, para exaltar su significación sobresaliente en el ámbito nacional. Pero en el caso de Cintio Vitier —que arriba a las ocho décadas de existencia en estos días finales de septiembre—, esa respetable circunstancia aniversaria obliga al reconocimiento y gratitud a una vida ejemplar, caracterizada por sus fundamentales aportes al espíritu y la conciencia de nuestra nacionalidad, de nuestra cubanía.

Cintio y Fina en la madrileña Residencia de los Estudiantes.

En la senda de su ilustre progenitor, un genuino maestro de la cultura cubana, don Medardo Vitier, Cintio forjó sensibilidad y pensamiento —como le comunicara yo en mensaje personal— en el crisol de la más pura tradición cultural de la nación, en ese fuego creador pródigo en sentimientos e ideas de solidaridad humana, de rectitud ética, de amor a la justicia y la libertad y de acendrada sensibilidad patriótica. Una tradición que se ha impuesto sobre o desde los más disímiles credos o convicciones o teorías filosóficas, confesionales o librepensadoras; una tradición que ha caracterizado, naturalmente, la formación de nuestro pueblo e impulsado sus luchas por la definición y en defensa de la identidad nacional, hasta llegar al complejo histórico de la Revolución socialista, síntesis de un magno, prolongado y dramático proceso de consolidación del libre destino de nuestro pueblo.

En la base de los fundamentales aportes de Cintio Vitier al fortalecimiento de la conciencia y el espíritu cubanos, está la poesía, su obra poética fuerte y delicada, que entronca con la de Heredia y Martí en lo esencial y que como la de su entrañable Fina García Marruz, alumbra con resplandores distintivos muy personales, la expresión lírica cubana del siglo XX, desde sus posiciones del grupo Orígenes. Creo que la perspectiva histórica nos muestra a los poetas marxistas, que en determinada época desconfiamos o divergimos de la tendencia de Orígenes, que en definitiva fue otra expresión del espíritu nacional, en sus crisis y agonías y ansias de cambio, pero que por existir y crear y creer, fu necesaria. La prueba es que su recio tronco, José Lezama Lima, y sus mejores ramas, quedaron firmes en nuestra tierra, junto a la obra creadora de la Revolución.

Considero que en esa obra, en lo profundo de esa obra, en lo mejor del espíritu de esa obra, está esa pareja maravillosa de Cintio y Fina, pareja emblemática formada por el amor y la poesía (y por el amor a la poesía), en su paciente, callada, constante, gustosa, iluminada, reveladora tarea de estudiar, anotar, esclarecer, divulgar y hacer amar y comprender a José Martí, esa conciencia y alma prodigiosas de la nación cubana y de la humanidad. Hemos sido testigos emocionados y orgullosos de esa consagración fecunda, que no les ha impedido —al contrario, los ha estimulado— a no interrumpir sus sólidas obras de creación y de investigación y crítica literaria, y de penetración del espíritu nacional.

De esa pródiga, jugosa raíz martiana, y de todas las generosas raíces que alimentan ese espíritu de nuestra nación, proceden los lúcidos ensayos de Cintio Vitier, en especial los de sus libros más recientes, como Ese sol del mundo moral y Resistencia y libertad, tan inmersos en las dramáticas circunstancias del tiempo histórico, pero iluminados por los reflejos del tiempo íntimo, en un instante estelar de la historia de nuestra Patria, Cuba, de constantes combates de ideas, en la indeclinable lucha por afirmar, frente al enemigo poderoso del imperialismo, el pleno derecho a nuestra independencia y soberanía nacionales, y a la voluntad de crearles a los hijos de nuestra tierra isleña y antillana, una vida feliz basada en el trabajo gustoso, creador, entusiasta, y regido por la cultura y el espíritu de la solidaridad humana y social.

El genio de la poesía, que siempre le acompaña con su música recóndita y su luz sustantiva, no ocultará su júbilo por su larga y honda compenetración con Cintio. Y el genio de la patria que alienta en cada ciudadano, experimentará legítimo orgullo, en esta feliz oportunidad, del cubano ejemplar, maestro de conducta y maestro de cultura, de cuya vida limpia y fecunda continuará enriqueciendo aún mucho más, el espíritu y la conciencia de nuestra nacionalidad. Felicidades, Cintio Vitier.

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