 Inversiones turísticas en Cayo Santa María Aciertos y lunares, conquistando tierra virgen María Julia Mayoral Desde hace varios años los cayos del norte villaclareño están engarzados con tierra firme por medio de un hermoso y bien concebido pedraplén, cuyo costo ascendió a 80 millones de pesos. Fue el primer indicio de que la zona entraría de a lleno en la vida económica de nuestro archipiélago.
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JUVENAL BALAN |
Aunque la obra muestra una buena calidad promedio, la falta de calificación para realizar trabajos de acabado, ha provocado más de un contratiempo. Ahora, la próxima terminación de un primer hotel de 300 habitaciones y el inicio de un segundo de 328, en cayo Santa María, junto a disímiles obras de infraestructura, empiezan a labrar un sendero para esas proyecciones, a partir de mejores condiciones financieras, organizativas y de aseguramiento técnico-material, que deberán expresarse en varios miles de nuevas capacidades turísticas durante los próximos años.
COMIENZO ACIAGO Por los compromisos contractuales, el primer hotel de Santa María debía estar hoy en explotación. Su fecha de entrega fue prevista para noviembre del 2000, tras un año y medio de ejecución. Pero un océano de dificultades ha obstaculizado ese objetivo: la no llegada en tiempo de algunos suministros y su ubicación distante, el traslado dificultoso del hormigón desde una planta en Remedios, ubicada a unos 90 kilómetros del cayo, y las irregularidades en el abasto de agua, por las mismas razones de distancia y que no pocas veces impidieron el ansiado baño tras largas jornadas de duro y tesonero trabajo.
Contratiempos en simultáneo crearon además la falta de comunicación por medios técnicos, la poca preparación de los operarios, sobre todo para realizar las labores de acabado, y unas condiciones de alojamiento nada favorables, remarcadas por un ambiente siempre caluroso, casi insoportable en los días de calma.
A tal situación, fueron incorporados luego otros factores de inestabilidad debido al cambio en pleno proceso constructivo de la empresa inversionista y de la compañía que correrá a cargo de la explotación del hotel.
En estos momentos, más de 150 habitaciones y las áreas de servicio se hallan en manos de los próximos empleados de la instalación, quienes avanzan en la limpieza; mientras, varios bungalows todavía ponen en apuros a constructores, contratistas e inversionistas directos, pues los atrasos siguen marcando pauta.
Para una parte importante de los albañiles, montadores, ayudantes y enchapadores, esta es su primera experiencia en la edificación de un centro turístico. Tampoco los jóvenes ingenieros Rafael Mora Arango y Orlando Oramas Pérez de Alejo habían asumido antes tareas de la envergadura actual, el primero como jefe de obra, en nombre de la Empresa de Obras de Arquitectura e Industriales No. 1 de Villa Clara, y el segundo al frente de la unidad básica que encara las tareas inversionistas, en representación de la empresa inmobiliaria ALMEST.
Esa apuesta por los jóvenes profesionales, tanto en los constructores, los contratistas y el grupo de inversión, ha sido después de todo exitosa, pues la mayoría entró en la obra cuando ya estaba en ejecución, lo cual les exigió estudiar en muy breve tiempo los proyectos existentes; así como encontrar mejores métodos para la organización del proceso constructivo, la gestión de los suministros y los contratos.
A sus sugerencias se deben cambios en las cimentaciones y las tecnologías empleadas en las cubiertas, que ahorraron tiempo, materiales y dinero, sin afectar las exigencias técnicas, para lo cual fue de gran ayuda el control de autor mantenido por el arquitecto Francisco García y el grupo de proyectistas bajo su mando, quienes forman parte de la Empresa de Proyectos No. 9 de Villa Clara.
Cuando han transcurrido 26 meses de ejecución, el futuro hotel, "a pesar de los pesares", marca una huella hermosa en Santa María, asociada a la calidad promedio de los inmuebles, los pasos peatonales de madera suspendidos sobre pilotes, las sombrillas de playa y otras construcciones exteriores de madera rústica con techos de guano, y una creciente vegetación ornamental, respetando las exigencias medio ambientales y el indiscutible valor de unas playas de aguas transparentes y arena fina.
UNA PERSPECTIVA DIFERENTE En el interior de Santa María, los hombres del contingente Campaña de las Villas sortean la vejez de sus equipos y las frecuentes roturas, con el mismo tesón de cuando hicieron el pedraplén, para dar vida a un vial que atravesará el cayo de un extremo a otro por la zona sur, dando acceso a todas las áreas planeadas para el desarrollo turístico.
De los 12 kilómetros de vía, hay en terminación unos ocho. En esa misma medida han ido avanzando la colocación de las redes soterradas de agua, para las comunicaciones y el servicio eléctrico.
A la par, constructores del MICONS y técnicos de la empresa GEYSEL (perteneciente a la industria básica) terminan una estación de generación eléctrica, con capacidad instalada por el momento de 2 megaWatt y que podría llegar a unos 30, en correspondencia con la abertura de nuevas inversiones, según precisa Rolando Paz Vera, directivo de GEYSEL.
A partir del último año y medio, con la entrada de ALMEST a la cayería se ha financiado, además, la ejecución y puesta en funcionamiento de la conductora de agua
—61 kilómetros desde Dolores, Caibarién, hasta Santa María—, la construcción de una torre para captar las señales de radio, televisión y teléfono, el recubrimiento asfáltico del pedraplén; así como los viales interiores en Santa María y dos plantas de tratamiento residual, una terminada para el primer hotel y la segunda que recién comienza con capacidad para asimilar las necesidades de otras 1 500 habitaciones.
Ahora los empeños mayores se concentran en la edificación de las bases de apoyo
—la mayoría fuera del cayo—, para los constructores, las necesidades del turismo y los inversionistas, en lugares mucho más cercanos e idóneos.
En tanto, una nueva empresa constructora, creada con vista al desarrollo en la zona, pasó a ocuparse del segundo hotel en Santa María. El ingeniero civil Guillermo Josiach Macleish
—contratista principal— indica que la ejecución civil les llevará unos 24 meses. Ahora apenas andan por el movimiento de tierra y las redes técnicas soterradas.
Es de suponer que para los involucrados en esa incipiente obra y en las venideras el camino sea menos aciago, si quedan resueltos los problemas en la infraestructura de apoyo, la organización del trabajo, la atención a los hombres y los asociados a la baja calificación en los operarios. Los iniciadores, a pesar de los muchos contratiempos, tienen el mérito de haber conquistado tierra virgen.
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