Chile: Se apaga la vela

DARIO MACHADO RODRIGUEZ

El pasado 28 de agosto, en pleno corazón de Santiago de Chile, dos columnas de trabajadores, que unos quince días atrás habían iniciado una marcha contra la cesantía desde el norte y el sur del país recorriendo 25 ciudades, se fundieron en un caluroso abrazo, muy en contraste con la noche fría y lluviosa que los recibió.

Las notas en los periódicos al día siguiente fueron escuetas, omisas y hundidas en las páginas interiores, y las cifras oficiales reportaron algo más de dos mil manifestantes. Los protagonistas estimaron el doble, pero la importancia no estaba en las cifras sino en las causas y características del movimiento que generó aquella manifestación pública.

EL HIJO PRODIGO

En la década pasada, Chile fue a menudo exhibido como el modelo del modelo, el hijo pródigo del neoliberalismo en Latinoamérica. Esta connotación se la daban algunos haciendo curiosa omisión de los años de brutal dictadura, que fueron la camisa de fuerza para imponer el diktat del mercado. Se destacaba el crecimiento económico, minimizando la creciente desigualdad y soslayando el clima de represión que lo acunó. La democracia tutelada que siguió a la dictadura mantuvo idéntica política económica; en el fondo de los vaivenes de la retórica política y de las curas de mercuro cromo a los problemas sociales, el sistema y sus precursores y continuadores siguieron y siguen marcando el curso socioeconómico fundamental del país.

Chile sigue siendo, por encima de la ruina de la industria nacional, de la inseguridad nacional y de la agresión a la naturaleza, el hijo pródigo del neoliberalismo, pero ya hoy instituciones de prestigio junto con el reconocimiento de que en los años 1998-2000 bajó el ritmo de crecimiento, alertan de las consecuencias que puede traer el rumbo actual de la economía y no se atreven a vaticinar con seriedad que el crecimiento, buque insignia del éxito del modelo, pueda incrementarse o incluso mantenerse en los niveles actuales.

EL PROBLEMA DE LA DESOCUPACION

El fantasma del desempleo es el Talón de Aquiles. Si hay recesión hay más desempleo, si hay crecimiento también. Recientes cifras oficiales informadas por el Instituto Nacional de Estadísticas sitúan a la tasa de desocupación nacional en 9,6% para el trimestre marzo- mayo del 2001, con mayor incidencia en las mujeres y en los jóvenes, lo que equivaldría en términos absolutos a un total de 555 470 personas sin trabajo. Sin embargo, otras instituciones no menos prestigiosas hablan de mucho más de un millón.

El problema está en las bases del cálculo. Para unos "tener trabajo" es ocupar una plaza con un mínimo de estabilidad que contribuya al sustento del trabajador y de su familia; otros se conforman con bastante menos para considerar que alguien "tiene trabajo". No obstante, en algo hay general coincidencia y es que mientras aumentan los grupos ocupacionales de vendedores y artesanos, disminuyen los obreros, los jornaleros, agricultores, ganaderos, pescadores, otros artesanos, empleados de oficina, profesionales y técnicos, y otras ocupaciones más vinculadas a la economía productiva.

Dos días antes de que la Marcha Nacional contra la Cesantía arribara a la capital chilena, un diario dominical publicaba en sus páginas sobre economía una asombrosa "Guía básica para encontrar trabajo", cuyo autor iniciaba el texto con frases que llenarían de estupor a los manifestantes.

"Buscar trabajo —dice el escribiente— se ha convertido en un verdadero oficio. De esos que requieren tiempo, dedicación e incluso de algunas técnicas para intentar ganar en esta lucha por aterrizar en el trabajo soñado". O sea, las cosas son como son, y el problema es que el desocupado tiene que saber cómo lograr empleo; y más adelante, el autor multiplica por un raro factor los cientos de miles de desocupados, y luego de echar las culpas a la crisis asiática, afirma que esta "...tiene a la mayoría de los países del orbe en una `recomposición' de su oferta laboral y, por eso, a varios cientos de trabajadores en la misma pega: buscando trabajo".

CONSEJOS A LOS BUSCADORES DE EMPLEO

Quien vio a los manifestantes mojados hasta los huesos reclamando empleo en la calle y leyó este artículo, no puede menos que concluir que hay un país real y uno virtual.

Entre los consejos que ofrece el periódico a los buscadores de empleo está que esperen sentados hasta que el entrevistador les indique y permanecer alertas para que no hieran la sensibilidad del posible empleador preguntándole por el salario que se ganarán con su trabajo.

Del lado del país real, los cesantes se organizan en barrios y comunidades, y tienen hoy una coordinadora nacional. La Central Unica de Trabajadores los apoya, gana terreno la convicción de que en el neoliberalismo los ocupados hoy son los desocupados de mañana, y si este globaliza la exclusión y la superexplotación, es imprescindible globalizar la lucha y la solidaridad.

Los manifestantes demandaron empleo, pero también inversiones en obras públicas, hospitales, escuelas y viviendas, protección a la industria nacional y a la agricultura, impuestos a las transnacionales del cobre y a las fortunas de más de un millón de dólares, y se declararon solidarios con los estudiantes, la lucha del pueblo mapuche, los derechos de la mujer y de los niños, y con la defensa del medio ambiente.

No son solo los cesantes chilenos, son los piqueteros de Argentina, los Sin Tierra de Brasil..., grietas cada vez más evidentes, de un sistema destinado a plagar de miserias y calamidades a nuestros pueblos en nombre de la libertad del mercado. La hora es de lucha y de marcha unida.

Subirtop.gif (129 bytes)