Ruido en el sistema

                   "Tu oído es único 
                   para escuchar el murmullo del agua, 
                   la música de las flores, el canto de un pájaro,
                   y las voces de las personas que amas".

                                                                     Belén Boville

FELIX LOPEZ

"No metas ruido en el sistema". ¿Quién no ha usado esa frase alguna vez? Sobre todo para frenar a la persona que intenta complicarnos la existencia o presupone que cada solución viene aparejada de un problema. Y es que la palabra ruido connota una negatividad muy generalizada entre los seres humanos. Nos molesta la bulla ambiental y de la "mente"...

No sé cuál es peor. Pero he aprendido que de los primeros (esos que "meten ruido"), uno puede librarse. Basta con ignorarlos. El lío está en cómo salvarse de los que hacen ruido. Los que nos secuestran el sueño y confiscan la intimidad, dejándonos sin derecho alguno de elegir qué música escuchar, en cuál parque sentarnos, dónde conversar.

En la guagua, un chofer no pierde la oportunidad de recordar —Carlos Manuel mediante— que él "es malo cantidad". Y cuando alguien le reclama que baje el volumen de aquellas cuatro bocinas, suelta una carcajada y cambia el casete: "Toma que toma que toma que toma...". A su derecha, la conductora da órdenes a viva voz: "¡Oye, el rubio ese, menéate!". "¡Gordita, aparta eso"... Entonces, es imposible que alguien pueda pedir permiso en voz baja, como persona decente. O avisar que se queda sin necesidad de un grito. El medio obliga. Y contagia.

Bajarse en la próxima parada no quiere decir que cesó la agresión a sus oídos. Hay un martillo neumático que hace más ruido de lo normal en una esquina. Pero el hueco hay que arreglarlo como sea, y no hay tiempo para estar revisando los equipos. Un motociclista pasa veloz sin tubo de escape y el chofer de una rastra le suelta tres cornetazos a la trigueña que se bajó del taxi. En la otra esquina, la caldera de una fábrica ruge como un león malherido.

Llegar al trabajo, por fin, no significa que estamos a salvo. Yo mismo, mientras escribo esta descarga al ruido, he perdido la concentración más de una vez, cercado por el timbre de cinco teléfonos y la estridencia de un equipo de aire acondicionado que parece llevar en las entrañas la turbina de un Boeing en pleno vuelo. De repente me descubro gritando, para hacerme escuchar por un colega que en el otro extremo de la redacción transcribe una entrevista sin audífonos.

No cabe duda, la bulla alcanza categoría de epidemia. Entre sus graves consecuencias —me advierte un artículo especializado en Internet—, la persona puede sufrir dolores de cabeza, náuseas, tensión muscular, insomnio, cansancio, estrés, problemas de concentración y nerviosismo. Un ruido permanente, además, sube la presión sanguínea y los riesgos de infartos cardíacos.

Pero los culpables, pocas veces reciben una multa o se enteran de que existe una ley de protección contra el ruido: 65 decibeles, el volumen límite fijado por la Organización Mundial de la Salud, les parece una mala palabra, e ignoran que coquetean con una sordera que puede ser irreversible. Deberíamos exigir que los encargados de la música en lugares públicos, o los inversionistas de fábricas, además de conocimientos técnicos, tomaran cursos sobre contaminación acústica.

Y no dejo el ruido de un solo lado. Los grandes problemas muchas veces tienen soluciones pequeñas. Desde cada hogar, por ejemplo, es posible hacer algo para ponerle un freno a ese bullicio que nos compromete a todos. No tocar el claxon mientras los vecinos duermen. No poner Radio Reloj para todo el barrio a las tres de la madrugada...

La ciudad, en honor a la verdad, merece esa descontaminación. Necesita sacudirse de los ruidos mayores, de los innecesarios. Solo así volveré a disfrutar los ladridos de Choco, un perro que dicen enamorado de la luna, o las charlas mañaneras de las dos cotorras que una vecina coloca cada amanecer frente a la ventana de la habitación donde duermo. Criaturas inocentes. Que hacen su pequeña bulla, pero no "meten" ruido en el sistema.

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