Hablando con Genoveva

Otra indiscutible huella de la mujer cubana

María Julia Mayoral

   ALBERTO BORREGO

Varias niñas y niños curiosean a la puerta de Genoveva Morales Morán, ansiosos por descubrir quién es el desconocido que atrapa con el lente de su cámara la figura de esta mujer familiar y querida en el barrio de Las Cañas, en el populoso municipio del Cerro; sin saber quizás que, ida la visita, podrá llegar el momento de conversar con ellos sobre las recientes bullas nocturnas, perturbadoras de la tranquilidad deseada para descansar y ver un poco de televisión.

No será en tono de regaño, ni la primera vez en que durante los últimos doce años Genoveva saca su alma y oficio de maestra para entrar en los asuntos de la convivencia entre vecinos desde los más simples hasta los más complejos, vinculados algunos con la violencia doméstica, la falta de protección hacia menores y ancianos, y el intermitente cuidado a la higiene comunal.

"Cuando salí delegada por primera vez en 1989, pensaba que no me iba a gustar, pues veía a los electos como simples tramitadores de las crecientes necesidades materiales de la población.

"Solo al cabo de unos meses, vine a comprender que no era ni debía ser así. Ningún asunto social, político y económico de la comunidad me podía ser ajeno, y para buscarles solución debía aglutinar a la gente, a las instituciones y centros productivos radicados en la demarcación; sin descartar a nadie."

Más de una década en tales menesteres, le otorgan la autoridad necesaria para, entre otras cosas, llamar al orden y a una convivencia respetuosa, sin quedarse en solitario, como si fuera una "mujer orquesta".

"En la circunscripción cuento a diario con los vecinos al frente de los CDR, la FMC, el núcleo zonal del Partido y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Tampoco desaprovecho la ayuda de los profesionales que viven aquí o el papel del médico de familia y la influencia de personas con ascendencia natural. El delegado en su gestión cotidiana precisa de todos ellos para diseñar una estrategia comunitaria coherente, con la cual llevemos también el mensaje de la Revolución a cada hogar." 

Pero, según opina, los medios de divulgación masiva no siempre ayudan a comprender las misiones de los delegados. "Nos presentan y evalúan como si fuéramos meros 'resolvedores' de problemas materiales. Dejan de reflejar así un intenso quehacer que va desde las orientaciones y la información en cada despacho o rendición de cuenta, las gestiones propias derivadas de esos contactos, la movilización de las familias para erradicar o paliar disímiles problemas materiales y humanos, hasta la participación ciudadana en el control y fiscalización sobre las actividades productivas y de servicios, relacionadas directamente con el pueblo".

Graduada universitaria en la especialidad de Filología, esta hija del Cerro —así le gusta identificarse— no considera que el nivel de instrucción determine la capacidad de un delegado o delegada. "Lo importante es tener vocación para hacer el bien público y educación para tratar con los demás. El conocimiento puede adquirirse de forma autodidacta, leyendo mucho y estando al tanto de todos los asuntos fundamentales en la vida del barrio, el municipio, la provincia y la nación".

Entre las ocupaciones cotidianas dice otorgarle mucho valor a la Comisión de Prevención y Atención Social, bajo su mando. Las Cañas —comenta— es un sitio tranquilo; pero hay problemas de conducta nacidos en el seno de los hogares que trascienden al barrio creando situaciones negativas; entonces, sin transgredir las barreras de la privacidad familiar, nos empeñamos en atajar esos males con la influencia y el trabajo de la propia comunidad.

Vivencias semejantes a las de Genoveva aparecen una y otra vez en la historia y el presente del Poder Popular, cuyas instituciones representativas se prestigian con la creciente participación femenina, a pesar de patrones culturales sexistas no desterrados de la mente de mujeres y hombres o los reales inconvenientes de asumir puestos de dirección cuando el cuidado de los hijos y la atención al hogar siguen recayendo fundamentalmente en ellas.

Para esta delegada en la circunscripción 65 del Cerro, Presidenta del Consejo Popular de Las Cañas y diputada a la Asamblea Nacional desde 1993, el mandato otorgado por sus electores tiene "un gancho especial". "Me ha permitido ser más sensible a los problemas de la gente y entrar a fondo en ese mundo cotidiano que no conocía en toda su amplitud y complejidades desde mis ocupaciones en Educación. En fin, el Poder Popular, me ha sacado lo mejor que llevo dentro".

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