Mal tiempo con buena cara

Una comunidad juega con los refranes para atestiguar el cambio

MARIA JULIA MAYORAL

Dicen que ciclones, tornados y vendavales tienen "predilección" por Cruces, un municipio cienfueguero. En la memoria popular más reciente están las reiteradas ayudas del Gobierno central para contrarrestar los efectos del Lili, el George y el Irene o lo sucedido la tarde del 9 de mayo del 99 cuando un tornado —fuerza 4— arrasó con decenas de casas, muchas de ellas levantadas pocos años antes tras el paso de un fenómeno semejante.

ALDO MEDEROS   

La biblioteca ya es el sitio de encuentro y creación añorado por muchos.

A Mal Tiempo, una de las localidades de este municipio, le viene el nombre al dedillo; aunque no solo por los azotes de la naturaleza. Sus pobladores juegan con el refrán para confirmar que hay "buena cara", pues están sobreponiéndose a las tempestades humanas del último decenio.

CONTRA LOS HURACANES DE LA INERCIA

El batey (la zona es netamente azucarera) estaba en el abandono. Llegó el momento en que era casi imposible sostener aquella situación. El centro comercial, casi en el derrumbe, y el área recreativa por igual. Viendo el panorama a la tremenda, solía decirse medio en broma, medio en serio, que lo único existente eran nueve borrachos recostados a un mismo poste cayéndose.

En las locomotoras tienen no solo a un medio productivo, constituyen parte de su patrimonio cultural y nueva fuente de ingresos en divisas.

A los vecinos de Mal Tiempo no les disgusta recordar el efecto de esos huracanes de la inercia y la dejadez. En la biblioteca —cuenta Aymara Hernández— los muchachos hacían competencias de pintura con tizas, funcionaba un círculo de lectura, había siempre alguna actividad entre manos, pero de pronto todo se paró.

Tampoco el círculo social y los equipos electrodomésticos escaparon; el primero tenía concurrencia solo para velar a algún fallecido en el área del batey y los segundos las más de las veces no podían conectarse por las fluctuaciones del voltaje, según narra Ernesto Ramírez Crespo, un joven carpintero dedicado por completo a los menesteres del Poder Popular desde hace dos años, luego de su elección como presidente del Consejo en la zona.

A finales del 99 y principios del 2000, la situación empezó a cambiar, precisa Carlos Alberto Valido, el actual presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, quien al mismo tiempo dirige un Consejo de la Administración prácticamente renovado en su totalidad, y comparte esfuerzos con una dirección partidista también reforzada con nuevos cuadros.

Sin embargo, las referencias al pasado reciente sirven para dar fe de cómo Ernesto, varios delegados —entre ellos Elpidia Aguila—, un grupo de vecinos y la nueva dirección del central azucarero empezaron a plantearse juntos la transformación posible, sin elevados costos materiales; pues la gran inversión había que hacerla en la conducta y los corazones de la gente, buscando la unidad perdida.

Lo primero fue rescatar la biblioteca después de investigar sobre las necesidades, las aspiraciones y los gustos en las personas. "Representó un primer intento para despertar la costumbre de resolver los problemas con nuestro propio trabajo. A la par, se electrificó el batey, arreglamos las calles y caminos, la escuela, el centro recreativo... Ahí decidimos llamar a nuestro proyecto comunitario: A Mal Tiempo, buena cara, relata Ernesto.

Entre las dificultades no resueltas continúa el abasto de agua, de ahí el esmero en terminar un nuevo pozo. También al transporte debían más de un sinsabor, pero en los últimos meses esa carencia se ha hecho menos aguda por la actuación del CAI, cuyos trabajadores repararon una "guagua de línea" para ponerla a disposición de los pobladores.

En estos dos años levantaron, además, una confortable sala de video, acondicionaron la escuela primaria, la pintura llegó a la fachada de muchas edificaciones y las áreas verdes recobraron la belleza que les reconforta la vista y el alma.

Mas, para las transformaciones físicas no solo existe este proyecto comunitario. Aunque pequeña y con reducido patrimonio, la biblioteca (una nave en desuso reconstruida) es hoy un sitio vital. En ella ganan vida un taller literario, círculos de lectura, charlas del médico de familia, exposiciones artesanales y encuentros entre cultivadores de plantas medicinales y ornamentales.

Al taller literario debe Yamila Reyes (vecina del batey y técnica del central) la oportunidad de confrontar ideas con los otros creadores en la zona, algo para ella muy importante, pues también le abrió las puertas al mundo del teatro infantil.

De conjunto con la dirección del CAI también vienen rescatando la identidad azucarera, que va desde lo histórico, la formación de niños y jóvenes hasta el reconocimiento de los hombres y mujeres, quienes han ganado la condición de símbolos vivos por su laboriosidad y cultura productiva.

Con seis locomotoras de vapor en activo no solo "tiran" para el central cerca del 80 por ciento de la caña; ellas son motivo de fiesta, opción recreativa y fuente de ingresos en divisas que podrán revertirse en mejoramiento del poblado.

El 21 de septiembre pasado hicieron el primer Festival del Vapor, fecha escogida para celebrar este año el Día de la Cultura de Mal Tiempo. Varias veces a la semana una de esas añejas locomotoras sale de recorrido, indistintamente, con pobladores y turistas, lo cual resulta muy apreciado por todos.

Por intermedio de Pavel Vigo, el joven médico de familia, conocemos otras aristas del mismo quehacer comunitario, de cómo el diagnóstico de salud, con la participación de delegados y vecinos, los llevó a coordinar trabajos para suprimir múltiples microvertederos de basura, mientras entraban de a lleno en la promoción de mejores hábitos de vida.

En ese universo aparecen la atención específica a los alcohólicos y la ayuda a sus familiares, el cuidado de las embarazadas con el respaldo alimentario del central, la educación de escolares en el cuidado de la naturaleza y el empleo de plantas medicinales mediante la formación de los menores en círculos de interés y el cultivo de esas hierbas curativas en los patios de varias familias.

Contar con una sala de video fue, además, una puerta abierta a la educación sexual de jóvenes y adolescentes, quienes integran un club atendido por el médico.

Aunque los progresos son visibles, la "buena cara" precisa aún mucho esfuerzo para consolidarse. Ahora que el trabajo comunitario cobró vitalidad en el corazón de Mal Tiempo, bien podría dirigirse la mira con mayor empuje hacia los otros asentamientos en el área del Consejo Popular. Hay otro refrán aconsejándolo: "Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente".

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