 ¡En lo último de Guinea Ecuatorial! Texto y fotos: Joel García A las seis de la tarde de aquel 22 de febrero del 2000, Delfina supo por fin de su destino luego de más de 15 horas de trajines en aviones y aeropuertos.
"María Delfina Pedroso va para Nsork". Su diminuta estatura llamaba poderosamente la atención entre los más de 100 cooperantes cubanos que habían arribado a la región continental de Guinea Ecuatorial. Casi por instinto y en busca de referente, la licenciada en laboratorio se viró para uno de los nativos.
"¿Dónde queda eso?", "Mire, cubana, eso queda en lo último de Guinea".
Fue la definición más exacta que pudo encontrar aquel hombre y que ha vivido y comparte el equipo de reporteros cubanos que hemos llegado hasta el lugar. Luego de más de siete horas de viaje en carro entre la virgen, infranqueable, pero reconfortante selva ecuatorial se asomó el distrito de Nsork, en el sudeste del país.
La tierra amarillenta y fangosa de la llamada calle principal junto a las casas de madera buena
—aunque descoloridas— con techos de zinc, quedan en perfecta armonía atrapadas en las lomas de la archiconocida Línea del Camerún, con ríos y manantiales por doquier, cual salvadores naturales del calor y la sed.
Dentro de la brigada cubana que hace 15 meses presta servicios, Delfina no solo es la más parecida a los habitantes del pueblo por su color de piel
—lo cual le ha ganado gratis más de un enamorado caprichoso—, sino también la más obsesiva con la plancha, la mejor cocinera y de las punteras en el baile, el desprendimiento y el cariño con todos, sobre todo niños.
MUJER PRECAVIDA VALE POR... "La experiencia de 28 años de labor en el Instituto de Nefrología me decía que debía cargar con algunas cosas y así lo hice", comentó Delfina. Materiales autorizados para poder hacer eritrosedimentaciones, pigmentos biliares y cituria, así como cubre y porta objetos, una cámara de Neobuer y pipetas de eritro ocuparon espacio en sus maletines.
La realidad le daría la razón, pues en el cuarto de laboratorio apenas dormían un microscopio solar y reactivos vencidos y desorganizados.
"Solo hacían pruebas de hemoglobina, filaria y gota gruesa", recuerda la capitalina que a la semana enfrentó su primer gran problema.
"Comprobé que hacían mal la lectura de la gota gruesa y tuve que ir hasta Bata
—ciudad cabecera en la región continental— para buscar láminas ya coloreadas con los parásitos y enseñarle con pruebas sus errores".
Pero Delfina se ha echado sobre sí otras tareas en el hospital Santiago Esono Mandama de Nsork.
"¿Cómo en un selva, donde tantos accidentes y heridas ocurren, no va a existir un departamento de curaciones? Ya está y con medicamentos para los primeros auxilios".
La pobreza de la zona la golpeó tanto que un buen día
"hice algunos análisis porque la gente tenía que saber qué enfermedad tenía. La vida importa más que cualquier billete, dinero".
Ahora sueña con el proyecto de investigación que inició en julio sobre la fuerte incidencia del parasitismo en los niños del Distrito.
"Para ampliar la muestra propuse hacer la mitad de las pruebas de heces fecales sin cobrar. Tengo fe en que lo aprobarán y que demostraremos cuánto hay que luchar por erradicarlo".
QUERIDO BONIFACIO Iba camino al hospital cerca de las nueve de la mañana cuando vio el pulóver de Bonifacio manchado de sangre. El niño de seis años la miró con ojos de angustia. Delfina se le acercó para confirmar lo que por su mente pasaba. En efecto, al pequeño le habían practicado una circuncisión a sangre fría en el río Onkomo como parte de una tradición de la tribu fang.
"Aquel angelito lloraba sin consuelo. Lo curé en el departamento. Desde entonces todas las tardes viene a visitarme a la casa. Dice que se va conmigo para Cuba". Historias muy similares ha vivido por montones esta cubana de 48 años que ha soportado cinco ataques de paludismo, uno de los cuales la hizo bajar diez libras.
Sin embargo, cuando de novedades y aprendizaje se trata, Delfina reconoce que antes de septiembre ya estará en condiciones de enfrentar un parto ella sola.
"Por la ayuda que le doy a María Elena creo que saldré con la categoría de enfermera obstetra igual que ella", señala con la sonrisa habitual esta mujer que no reniega de su barrio en Playa y solo se lamenta de haber podido hablar con su familia apenas tres veces en 12 meses.
"Esto ha sido una experiencia única. A veces me confunden con una ecuatoguineana y no te niego que me gusta. Lo único que no podré hacer será comer monos, pangolín, serpientes o ratones de campo. Y mira que me han invitado", dijo convencida la también especialista en banco de sangre.
EL REGRESO A 26 Y BOYEROS El laboratorio clínico y de terapia intensiva en el Instituto de Nefrología, sito en 26 y Boyeros, hace ya más de 15 meses que no se contagia con la alegría, explosividad e inteligencia de Delfina:
"Los dos compañeros que se quedaron son muy buenos. El laboratorio está es buenas manos".
Y la convivencia de casi una semana nos despeja cualquier duda. Para esta mujer que microscopio en mano caminó más de cinco kilómetros para acompañar a los médicos en las visitas de terreno a los poblados; que ha repartido su tiempo libre con clases de educación sanitaria, higiene mental y ambiental, entre otras, para la superación de los auxiliares sanitarios del hospital; que madrugó siete días para la campaña de vacunación contra la polio sin tener en cuenta la hora de regreso, parece importarle ya bien poco que está en lo último de Guinea Ecuatorial.
"No me dejaron hacer la caminata de más de 50 kilómetros con nuestros médicos, pero ya lo tenía todo preparado. Comprendí que alguien se tenía que quedar en la retaguardia del hospital".
Entre risas, su sazón exquisita y nuestra música, pasaron nuestros días junto a Delfina y la tropa médica de Nsork. Sus desmayos dentro del avión cuando regresó de vacaciones son historias pasadas, pero siempre simpáticas para los visitantes.
"Desde que pisé Africa supe lo duro que sería, sin embargo, cumpliré la misión hasta el final, aunque al marcharme no conozca siquiera la capital del país, pues está en la isla de Bioko".
Me recuerda que el perfume bueno vine en frasco pequeño y que el ébano es una madera preciosa. Gracias, Delfina, ébano perfumada y cubana, muy cubana.
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